04 de Marzo de 2013
Desde que Geoff Ogilvy ganara el U.S. Open del año 2006 ha conseguido la victoria en otras cuatro ocasiones, la última de ellas en el SBS Championship de 2010. Desde entonces y hasta la semana pasada, el australiano mantenía una tercera posición en el BMW Championship como mejor resultado de las dos últimas temporadas; un registro bastante pobre si tenemos en cuenta todo su potencial. Pero algo cambió esta semana en el PGA National, porque el jugador que fallaba cortes con facilidad y no llegaba ni a los cien primeros del circuito en greenes en regulación volvió a deslumbrar con impactos certeros a banderas esquinadas o golpes de recuperación capaces de paralizar al público durante unos segundos. Ogilvy finalizó segundo en solitario, y si no llega a ser por un contundente Michael Thompson bien podríamos hablar de un nuevo triunfo.
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Cuatro victorias, su segundo major, número uno del mundo y ganador de la lista de ganancias del Circuito Europeo y del PGA Tour. Todo esto lo consiguió Rory McIlroy en un periodo de cuatro meses, comprendido entre el PGA Championship (12 de agosto de 2012) y el DP World Tour Championship (25 de noviembre). El mismo jugador se retiró el viernes del Honda Classic tras llevar un parcial de mas siete en sus primeros ocho hoyos del día, y el mundo se pregunta: “¿Qué ha pasado?” Lo que ha sucedido es que el joven Rory juega al golf, y no a otro deporte en el que los detalles cobran menor relevancia. Como el llamado efecto mariposa: una pequeña variación en un movimiento de su swing tiene grandes consecuencias en el vuelo de su bola. Pero los detalles técnicos vienen dados por el trabajo que hay detrás de ellos, es decir, las horas de entrenamiento. Esto es lo que ha hecho el número uno del mundo desde su última victoria:
– 30 de noviembre: viaja a Aspen para descansar tras una exitosa temporada.
– 13 de diciembre: pasa unos días probando el nuevo material que jugará en 2013.
– 24 de diciembre: pasa unos días en su nueva casa de Florida junto a su familia y amigos.
– 4 de enero: viaja a Sydney para pasar unos días junto a Caroline Wozniacki.
– 14 de enero: presentación como nuevo jugador de Nike Golf.
– 21 de enero: falla el corte en Abu Dhabi tras dos días jugando muy por debajo de sus posibilidades.
– 24 de enero: pasa unos días junto a Caroline Wozniacki en los Alpes.
– 31 de enero: dice en su cuenta de Twitter que su swing está cada vez mejor.
– 7 de febrero: pasa unos días junto a Caroline Wozniacki en Mónaco.
– 19 de febrero: pierde en su primer partido del Accenture Match Play frente a Shane Lowry.
– 1 de marzo: se retira del Honda Classic.
En un período de dos meses, McIlroy ha estado en Aspen (Colorado), Florida, Sydney, Abu Dhabi, los Alpes, Mónaco, Arizona y de nuevo en Florida. Además, ha cambiado todos los palos de su bolsa, se ha mudado a una nueva casa, ha opinado en temas tan controvertidos como la elección del nuevo capitán europeo de la Ryder Cup o la prohibición del anclaje de los putters largos y ha trabajado junto a sus actuales entrenadores, Michael Bannon (swing) y Dave Stockton (putt). La pregunta estos días es qué le sucede al número uno, un jugador con tanto talento como para dominar el golf al mismo nivel que lo hizo Tiger Woods durante una década. ¿La respuesta? Rory no ha entrenado lo suficiente y ha estado haciendo tantas cosas en tantos sitios distintos que su swing, esa maquinaria capaz de generar una potencia inaudita en un cuerpo de 1,75 metros, se ha resentido severamente.
Mientras tanto, esto es lo que han hecho jugadores como Tiger Woods, Luke Donald, Lee Westwood, Brandt Snedeker o cualquiera de los ya ganadores esta temporada en el PGA Tour desde su último torneo de 2012: un par de semanas de descanso, ya sea en casa o de vacaciones con la familia, y vuelta al trabajo para preparar una nueva temporada. La diferencia es abrumadora y, evidentemente, se nota en los resultados.
El problema al que se enfrenta ahora Rory es que debe reencontrarse con su mejor versión de cara al tramo más importante de la temporada (los majors) y el tiempo empieza a ser un factor muy a tener en cuenta. Pero más que volver a ponerse en forma, puede afrontar un obstáculo que no ha tenido antes en su carrera: McIlroy acostumbraba a competir buscando su mejor golf, golpe a golpe, y sin embargo ahora parece estar buscando al viejo McIlroy, el que ganara cinco veces en un año y consiguiera batir a cualquiera, aunque fuera a medio gas. Es McIlroy buscando a McIlroy, en vez de un profesional intentando mejorar en cada área de su juego. Es la razón por la que se retiró la semana pasada, porque no encontraba ninguna similitud entre ambos y se dejó llevar por la frustración. Se trata de un momento peligroso, pero como la memoria es débil merece la pena recordar el tiempo que pasó entre que finalizara sexagésimo en el Open Championship y ganara el PGA Championship: diecisiete días. Para el Masters faltan cinco semanas.
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Hay pares 5 que se denominan de riesgo y recompensa. Aquellos en que por distancia y el diseño, tientan a los jugadores a lanzarse a por su green en dos golpes sabiendo que hay posibilidades de dejarse opción para eagle pero que también hay poco margen de error. Ya sabíamos que el hoyo 18 del recorrido Champion del PGA National, sede del Honda Classic es uno de estos. Lo que nunca se nos pasó ni siquiera mínimamente por la cabeza, es que en pleno desenlace del torneo Michael Thompson, con un golpe de ventaja en el último hoyo, evitara jugar cómodamente de tres golpes a green y decidiera arriesgar pegando madera 5 de segundo golpe. Por fortuna, su riesgo trajo la recompensa.
El lema de la Universidad de Alabama en cuyo equipo jugó este americano de 27 años es «acaba fuerte» y eso es lo que hizo. «Me permitió caminar por la calle disfrutando de la experiencia, viendo al público y… simplemente acabar fuerte», explicaba al acabar un pletórico Thompson. Minutos después de este paseo triunfal por la calle del 18, tras hacer una sacada de bunker bastante buena, su putt de birdie para 69 golpes (-1) confirmaba su primera victoria en el PGA Tour.
Finalmente fueron dos golpes de ventaja los que sacó a Geoff Ogilvy en una vuelta final en la que Thompson partía con las mismas opciones de victoria que Luke Guthrie, la sensación del torneo desde su condición de rookie, coliderando ambos desde su -8. Sin embargo, desde los primeros compases fue Thompson quien llevó la batuta de este particular enfrentamiento al mismo tiempo que no llegaban los supuestos ataques de nombres importantes con los que casi todo el mundo contaba para intentar remontar.
Saliendo a dos golpes de los colíderes, Lee Westwood firmó un 74 (+4) en una última vuelta para olvidar, compartiendo resultado con otro de los aspirantes como era Rickie Fowler. Peter Hanson y Y.E. Yang tampoco se movían en la dirección correcta en la clasificación y ante tal falta de ataques, Thompson tardaría poco en dar un golpe en la mesa con su eagle del hoyo 3 con un putt de 17 metros.
Ése fue el comienzo de una nueva vida para Thompson. Una vida que a partir de ahora incluye a corto plazo su primer viaje al WGC-Cadillac Championship, Masters de Augusta, Bridgestone Invitational, PGA Championship y dos años de exención en el PGA Tour. Todo esto después de dos semanas de su último torneo en el que había firmado vueltas de 78 y 80 para, evidentemente, fallar el corte.
Tres cortes había fallado este año Thompson. Ogilvy, segundo clasificado finalmente en este Honda Classic, superaba este dudoso honor con cuatro. Su final de birdie, par, birdie no fue suficiente para darle la victoria pero hay consuelo. No solo rompe una racha aciaga en 2013 sino que también se clasifica para Doral gracias a su ascenso hasta el puesto 47º del ranking mundial. Si se mantiene en el top 50 a finales de mes, podrá volver a tener la oportunidad de verse las caras con Thompson. Pero esta vez, en el Masters de Augusta.
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Cuando hablamos de consistencia solemos referirnos a aquellos jugadores que cogen un gran número de calles o greenes, desplegando una sucesión de golpes que siempre les alejan de los grandes fallos. Es habitual que estos profesionales no fallen cortes y que se encuentren siempre en disposición de hacer una vuelta baja; todo depende de lo acertados que estén con el putter en las manos. Pero el nivel de fiabilidad que ha demostrado tener Dawie Van Der Walt durante todo el Tshwane Open es un paso más hacia lo que sería un torneo perfecto, es decir, cuatro días consecutivos sin errores y tirando para birdie en cada uno de los hoyos. El sudafricano jugó 63 hasta que, por fin, en la última jornada, llegó su primer bogey.
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Cuatro victorias en siete meses es el registro que alcanzó Stacy Lewis en 2012. Sus números a final de temporada hablaban por sí solos: tercera en greenes en regulación y putts, cuarta en media de golpes, primera en birdies, eagles y vueltas por debajo de los 70 golpes… El nivel de juego que alcanzó la estadounidense durante este período de tiempo era propio de la número uno del mundo, y la gran pregunta que se cernía sobre ella era si sería capaz de mantener el listón tan alto esta temporada. Su respuesta ha sido contundente. Después de una primera intentona en Tailandia hace unos días en forma de liderato, ha conseguido su primera victoria en Singapur, ante lo más selecto del Ranking Mundial.
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Viento y agua en el Honda Classic. Las condiciones meteorológicas del sábado dificultaron aún más el de por sí complicado reto que supone para los profesionales el recorrido Champion del PGA National tal y como reflejan los resultados de la tercera jornada. El mejor resultado fueron los 67 golpes (-3) de Y.E. Yang en un día en el que solo ocho jugadores fueron capaces de jugar bajo par. Así las cosas, las tarjetas de 71 (+1) de Luke Guthrie y 70 golpes (par) de Michael Thompson, fueron suficientes para situar a ambos en el liderato del torneo a falta de una jornada.
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