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La eclosión

Mike Belindo | 29 de septiembre de 2012

Mike Belindo es periodista, comunicador, torbellino en las redes sociales y artista multidisciplinar, un quijote que esquiva cualquier clasificación y ha cumplido su sueño de viajar a la Ryder Cup 2012. Desde Medinah y alrededores, Mike nos irá contando día a día los avatares de su viaje y nos tendrá puntualmente informados de todo lo que acontezca en esta semana mágica. Y si una vez leídos sus artículos en Crónica Golf os quedáis con ganas de más, no dejéis de seguir su cuenta de Twitter, @mikebelindo.

El momento tenía que llegar y llegó. No hay mejor motivo para dormir poco y levantarse bien temprano que acudir a la presentación de los jugadores de la primera partida en una Ryder y ver dar el primer drivazo (a GMac en este caso, con un mangazo fuera de calle importante), algo que me recomendó el día anterior mi compi de mesa en el media center, el alemán Jan del portal GolfPunk, como uno de los mejores momentos de esta gran fiesta golfística. Y, por supuesto, yo que soy novato y procuro ser aplicado, le hice caso. Lo recordaré como uno de los momentos más intensos de mi vida, con el madrugón y el fresco de primera hora de la mañana (7.20 hora local de Chicago).

En realidad, ese momento marcaba el inicio de una eclosión de euforia y alteración golfística y vital que todos los que por aquí estamos llevábamos esperando durante toda la semana (bueno, quizá un poquito más). A partir de ese momento, con la bola en juego, la rivalidad entre americanos y europeos ya está en su sitio: con los pros en el campo, y con las aficiones en las gradas y siguiendo los foursomes y fourballs por las calles del Medinah Country Club.

Resulta difícil explicar con palabras lo que se vive a pie de calle, pero hay algo de perogrullo: aquí no se viene a ver golf, en el sentido en el que más o menos todos conocemos, porque eso resulta literalmente imposible. Para seguir los resultados y el estado de la competición es más recomendable quedarse en casa viendo la tele, o como hacen muchos, no salir del media center. Lo que se ve en el campo es… otra cosa. Obviamente, golf, y del mejor, pero no busques demasiado, que ni hay sitio, ni hay ganas. Esto es una fiesta de andar, lucir palmito y modelitos, gritar y compartir buenos y malos golpes, y tener un montón de sensaciones que se van acrecentando conforme cruzas de una calle a otra, vas a un tee a ver la salida de una partida, o te pasas por un green para ver quién está pateando en ese momento.

Todo eso se produce en un contexto increíble, el recorrido número 3 de Medinah, y con una algarabía que debería ser más común en el mundo de los torneos porque el golf así es mucho más deporte, mucho más cercano al espectáculo, y mucho más sentido y pasional. Gestos, gritos, público gritando a las bolas de los jugadores, haciendo comentarios, y dando rienda suelta a un montón de sensaciones, desde luego, imposibles en circuitos y campeonatos ‘normales’. Y a los jugadores les gusta, buscan la complicidad de los aficionados, y así va pasando el día, largo día (también para muchos de ellos por los 36 holes que se meten entre pecho y espalda) para acabar pensando aquello de que mañana no puede ser mejor. Yo espero que sí y tengo la certeza de que así será, porque conforme los resultados vayan definiendo el marcador se empezará a notar la tensión… y no la de la espera, como hasta ahora, sino la de ver quién se hace con el trofeo más preciado en el mundo del golf: la Ryder Cup.

Por último, aquí tenéis las anteriores entradas del diario de la #RyderBelindo.
Sweet home, Chicago
Primeros encuentros, primeras alegrías
Se empieza a mascar la tensión
Sin retorno

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