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Sin retorno

Mike Belindo | 28 de septiembre de 2012

Mike Belindo es periodista, comunicador, torbellino en las redes sociales y artista multidisciplinar, un quijote que esquiva cualquier clasificación y ha cumplido su sueño de viajar a la Ryder Cup 2012. Desde Medinah y alrededores, Mike nos irá contando día a día los avatares de su viaje y nos tendrá puntualmente informados de todo lo que acontezca en esta semana mágica. Y si una vez leídos sus artículos en Crónica Golf os quedáis con ganas de más, no dejéis de seguir su cuenta de Twitter, @mikebelindo.

Llegados a este punto, ya no hay vuelta atrás. O yo me encuentro realmente emocionado (excited, que dirían por aquí) con el hecho de estar en Medinah en esta experiencia única o, realmente, ya no hay retorno posible… pero para nadie, además. Eso es lo que parece haber quedado demostrado después de la impresionante ceremonia de apertura que hoy hemos vivido las casi cien mil personas que estamos disfrutando de esta Ryder Cup, donde las explanadas del campo parecían más una recreación de Woodstock o cualquier otro megaevento musical que un torneo de golf. Personalmente me ha emocionado el discurso de Chema en la presentación del equipo europeo, con una sensibilidad extrema hacia figuras tan relevantes como Seve. Por mucho que los yanquis quieran sacarle toda la miga a figuras como las de su ambassador, el cantante Justin Timberlake, o el nadador Michael Phelps, nuestro capi ha vuelto a demostrar que sabe estar en vanguardia en acontecimientos de primera magnitud, y por supuesto, que es una de las figuras más grandes del golf mundial de nuestra época.

Pero es lo que tiene una Ryder, que es algo más que cualquier acontecimiento deportivo al uso, y por supuesto, que cualquier torneo o major de golf. A la gente se la ve a gusto. Bien sea detrás de los jugadores en las últimas rondas de entreno, pululando entre una multitud que se mueve detrás de sus grandes héroes golfísticos o relajándose tomando unas cervezas o perritos calientes. Aquí se respira algo más que golf. Los players renuncian a sus patrocinadores y marcas en pos de una identidad común y, en mayor o menor medida, se comportan con una complicidad inusitada con un público que aclama a su equipo como si estuviera en un estadio de fútbol o una pista de atletismo. Se nota complicidad, se siente la competición que viene, y se carga el ambiente de una adrenalina que no se ve, pero que se masca como si de tabaco estuviésemos hablando.

La relativa tranquilidad con la que habíamos empezado la semana se ha ido ya al traste en todas partes. Los voluntarios mantienen su buen talante y disposición, pero ya no están relajados. Las colas empiezan a ser habituales en las carpas de hospitalidad, y los movimientos que hasta ahora eran fáciles y se hacían con soltura, se tornan en estudiados movimientos sobre un plano del campo que, a estas alturas, está a rebosar de espectadores expectantes que se mueven de un lado para otro intentando saciar su curiosidad y que rebosarán intensidad, seguro, en cuanto mañana se pongan en marcha las primeras partidas de foursomes. A todos esta Ryder, y este ambiente, nos ha dado mucho, pero todos parecemos querer más. Ya ha llegado todo el que tenía que llegar, el Media Center es un auténtico hervidero y donde antes estábamos cuatro ahora somos cuatrocientos. Los shuttles a los hoteles, que hasta ahora los cogías cuando te daba la gana, ahora se tienen que planificar si no quieres crearte un problema de espera y organización.

Pero yo soy féliz igual, os lo garantizo, y mi vida en los suburbs de Chigado (no os confundáis, que no son suburbios… simplemente es cómo se llama a todo lo que está en las afueras, es decir, lo que no es el downtown) transcurre con el lógico cansancio del paso de los días y las pechadas de trabajo en sala de prensa, haciendo fotos por el campo, o enviando tuits, pero con mucho agrado, y cada vez mayor conexión con todo lo que me rodea. Por ejemplo, el sábado he sido invitado por las recepcionistas del motel para ir a un karaoke a celebrar la victoria que consiguieron la semana pasada con su equipo de fútbol en la liga regular, equipo que, para más coña, lo entrena el taxista al que recurro en cuanto tengo que hacer algún tipo de movimiento en este ancho y apaisado Chicago. Esta ciudad y sus gentes empiezan a gustarme.

Por último, aquí tenéis las anteriores entradas del diario de la #RyderBelindo.
Sweet home, Chicago
Primeros encuentros, primeras alegrías
Se empieza a mascar la tensión

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