Cuando uno entra en las instalaciones de PGA Catalunya se encuentra a ambos lados de la carretera con unos carteles que anuncian uno de los siguientes méritos: el mejor campo de España, el número tres de Europa continental o el número ochenta y ocho del mundo. Es una clasificación de la revista Top100 Courses y sitúan a este recorrido situado en Caldes de Malavella por encima de Valderrama, Le Golf National (París) o el Royal Zoute (Bélgica); lo que ya indica que uno no se va a enfrentar a una prueba rutinaria a lo largo de su vuelta. Al entrar en casa club, esa sensación se magnifica hasta niveles que el jugador quizá no haya experimentado con anterioridad.
Todo en este campo está pensado para funcionar a la perfección. Varios empleados se encargan de cuidar las bolsas de palos mientras los clientes sacan el greenfee o pasan por el vestuario; la tienda cuenta con más variedad de material, ropa o accesorios que muchos establecimientos especializados; la cafetería funciona de forma eficiente gracias a un gran número de camareros y uno se puede sentar a comer en el interior, en una terraza o en varios sofás en los que se puede ver a los profesionales en una gran televisión. Todo el mundo sabe muy bien cuál es su función dentro de este gran complejo y la cumplen como parte de un cuidadoso engranaje que, sin embargo, transmite una gran naturalidad. Llegar allí y salir a jugar es verdaderamente sencillo.
PGA Catalunya fue inaugurado en 1999. Ha sido la sede del Open de España en los años 2000 y 2009 y lleva cinco consecutivos albergando la Final de la Escuela de Clasificación del Circuito Europeo. El diseño de sus dos recorridos (Stadium y Tour) lleva las firmas de Neil Coles y Ángel Gallardo. El primero es el Presidente del Consejo de Administración del European Tour y se trata del único jugador de la historia, junto a Sam Snead, que ha ganado un torneo profesional en seis décadas distintas (desde los cincuenta). El segundo es Vicepresidente del mismo Consejo y también fue jugador profesional.
La joya de la corona. Lo primero de lo que uno se da cuenta en el Stadium es que existen multitud de tees de salida que sirven para endurecer o facilitar las condiciones de juego, aunque hablando de este recorrido un concepto como “facilitar” sea muy relativo. Resulta muy sencillo que la gran finca repleta de pinos y el silencio que acompaña al jugador a lo largo de toda la vuelta creen un ambiente relajado y amable, pero en lo referente al golf este campo es toda una bestia. Lo avisan hasta en su propia página web: “Hay muchos peligros esperando a cometer serios daños a su tarjeta”. Y es verdad; no hay tregua, cada golpe reclama lo mejor de uno mismo y el riesgo a asumir en cada uno de ellos es importante: las calles estrechas, los bunkers protegiendo cada green de forma inteligente y los lagos provocando estragos en siete de sus dieciocho hoyos. Vaya armado con paciencia a un recorrido que le hará sufrir y pasarlo bien a partes iguales, ya que como todos los campos tremendamente exigentes cuenta con esa doble reacción. Lo normal es necesitar muchos golpes, pero si uno de ellos le sale como pretendía la satisfacción se dispara.
La calidad de su cuidado y el ser un examen de golf total hace que los jugadores siempre quieran volver. Puede hacer la prueba con todos sus conocidos que hayan acudido allí: este campo no cansa, a pesar de su hostilidad con los menos avezados. Pero, ¿qué es lo que ha llevado al Stadium a alcanzar una fama internacional? Hay muchos grandes diseños por Europa y, por supuesto, en España, y este campo, como indican los rankings, está entre los mejores. Sin embargo suele ser necesario algo más para que cada aficionado o profesional que lo visite se vaya con sus hoyos grabados en la memoria. Le sucede a igual a Valderrama; es difícil salir de allí sin pensar en cada uno de los golpes que se han ejecutado. Esto se debe a que ambos campos destilan personalidad a raudales. Coles y Gallardo hicieron un trabajo excelente porque no solo plantearon preguntas muy interesantes a los golfistas, sino que también se sirvieron de un impacto visual de impresión. Es más complicado olvidarse de este campo que recordar cualquiera de sus hoyos, ya que cada uno de ellos es distinto y cuentan con elementos que los hacen especiales.
No existe ninguna clase de truco o atajo. El Stadium es el jugador ante sus debilidades y fortalezas y a lo largo de toda la vuelta irán apareciendo unas y otras indistintamente. Solo es posible comprometerse con cada golpe y, al finalizar los dieciocho hoyos, sabrá a ciencia cierta qué áreas debe mejorar. ¿Es de lo que siempre ha tratado el golf, no?
Un buen amigo me comentó que cuando acudió a PGA Catalunya jugaba el Stadium por las mañanas y el Tour por las tardes. Puede que no todo el mundo sea capaz de seguir ese ritmo, pero ya habla bastante de cómo se compenetran ambos campos. Mientras uno demanda muchísimo del jugador, el otro es más amable; las calles son considerablemente más anchas y el margen de error es amplio, incluso jugando desde el rough. Al igual que su hermano mayor, está repleto de pinos y agua pero solo en algunas situaciones representan un peligro real. Si el Stadium demanda francotiradores, el Tour bien podría ser un campo de entrenamiento.
Pero es justamente eso lo que lo convierte en un trayecto divertido. La mayoría de golpes a green, incluidos varios pares 5 alcanzables en dos impactos, son llamados los típicos “riesgo-recompensa”. El jugador puede arriesgarse y salir con un bogey, pero los birdies están al alcance de la mano en muchos de sus hoyos. Esto se debe a que no es un campo largo (menos de 6000 metros desde barras blancas), ya que la mayoría de pares 4 superan ligeramente los 300 metros.
El Tour Course solo tiene un problema: que justo al lado está el Stadium. Si plantaran este recorrido en otra zona de la Costa Brava se alzaría automáticamente como uno de los más divertidos y agradables de la zona.
Si uno visita PGA Catalunya en determinadas épocas del año se encontrará con equipos de federaciones de golf extranjeras, que acuden allí a entrenar cuando en sus países es imposible jugar al golf. No es de extrañar, ya que el complejo cuenta con una de las mejores instalaciones de prácticas de toda España. Hace no mucho, se construyó un putting green de dos mil metros cuadrados y una zona con cinco bunkers, cada uno con diferentes tipos de arena (Augusta, St. Andrews, volcánica de Hawái, Pebble Beach y la propia del campo). La Sergio García Golf Academy es su última adición a esta apuesta.
PGA Catalunya está situado a solo diez minutos del centro de Girona, a cinco de su aeropuerto, a setenta y cinco del de Perpignan y a cuarenta y cinco del de Barcelona. Cuenta con un resort propio muy recomendable si lo que uno quiere hacer es jugar allí el golf, ya que cuenta con multitud de ofertas para hacerlo de forma más económica. Hay más información disponible en su página web; podéis contactar con ellos a través de correo electrónico, su cuenta en Twitter y Facebook e incluso podéis echar un vistazo a sus instalaciones en su canal de YouTube.
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