Cuando Rory McIlroy ganó dos torneos seguidos en la pasada FedEx Cup desplegó un golf sensacional. Sus drives superaban fácilmente las 300 yardas, sus hierros volaban altos y directos a cada una de las banderas y su juego corto era afilado y contundente como la hoja de un cuchillo. Era Rory en su última velocidad, en un estado de ánimo que siempre parecía ver el hoyo más grande. Pero en el camino a esas victorias, el norirlandés era capaz de realizar un hook de 30 metros y adentrarse en los árboles o un bunker, o pegar pesado un chip que le dejaba en una situación comprometida. Al igual que ejecutaba golpes capaces de sorprender al mayor de los incrédulos, el número uno también erraba con asiduidad, y a pesar de parecer no estar en su mejor momento fue capaz de finalizar varias veces en primera posición. Su historial nos dice que ha sido el momento álgido en su carrera. Tiger Woods, en la misma posición, nunca se comportó así.
Ha pasado cierto tiempo desde que Woods dominara el golf y es posible que hayamos olvidado cómo lo hacía. Mientras que Rory es todo ímpetu y derroche de naturalidad, Tiger es intenso, serio y cercano a la perfección. Si estuviéramos cerca de él en la última jornada de un torneo casi podríamos escuchar a su cerebro calculando distancias, valorando riesgos, calibrando la decisión adecuada… Si el norilandés es un actor en su escenario preferido, el americano es un arquitecto construyendo su obra definitiva. Arnold Palmer, Tom Watson o Severiano Ballesteros se parecían mucho más a McIlroy a la hora de competir. Podían perderse por el recorrido en varios momentos y hasta parecer salir de la lucha por el triunfo, aunque luego ganaran. Antes de Tiger estuvo Jack Nicklaus, el rey de las estrategias ponderadas, y antes que ellos dos estuvo un tal Ben Hogan, capaz de reconstruir su swing hasta el punto de provocar su estudio medio siglo después.
Es el contraste entre ambos lo que se está pudiendo apreciar con claridad durante el Farmers Insurance Open, la primera prueba del calendario de Woods en Estados Unidos esta temporada. El número 2 está de vuelta en Torrey Pines, el campo que le vio ganar lesionado un U.S. Open y donde consiguió otras seis victorias, y está jugando el golf total que congeló las ilusiones de tantos y tantos grandes jugadores a lo largo de una década. Sus drives de salida no solo son los mejores que hemos podido ver en meses, sino que se equiparan a un Woods con cinco años menos por distancia y al más preciso de los swings por su regularidad. Es fácil para él, porque los repite en cada hoyo. A partir de ahí se puede ver el trabajo que ha llevado a cabo durante las navidades en su juego corto y la confianza que demuestra cerca de los greenes. «Bienvenido Mr. Woods», dijimos cuando finalizó la segunda jornada con 65 golpes. Después de verle jugar durante la tercera y parte de la cuarta, solo podemos seguir: «Le echábamos de menos».
Por primera vez desde 2008, Tiger llegó líder al fin de semana y no solo consiguió mantenerse en la misma posición de cara a los últimos hoyos del torneo, sino que aumentó su ventaja con una superioridad aplastante. Su tercera vuelta en el South Course de Torrey Pines fue de 69 golpes (menos tres), mientras que el resto de rivales superaron con facilidad los 70 en un día de lluvia, con un campo más largo de lo habitual y unos greenes castigados por la gran carga de jugadores. Había que recuperar el tiempo perdido el sábado y nada más terminar la tercera llegó la cuarta jornada, donde la ventaja de Woods se volvió a ampliar hasta llegar a los seis golpes sobre los segundos clasificados, Brandt Snedeker y Nick Watney. Tiene once hoyos por delante mientras que estos últimos cuentan con cinco y diez, respectivamente. ¿Cederá el triunfo? Basta verle jugar cualquiera de los últimos días para responder rotundamente: «No».
«Le pegué muy bien al driver por la mañana», comentó Woods. «Luego tuvimos una pequeña pausa antes de salir de nuevo y pegué un par a la izquierda en el 1 y en 2, y otro a la derecha en el 4. Pero no fueron tan malos. Puedes pegarle 400 yardas a la derecha y tener un buen tiro, por lo que estuvo bien. Todo está funcionando bien. He pegado a mis hierros bien y he pateado y chipeado bien». Tal y como recordábamos una vuelta de Tiger, que por cierto, incluyó birdies como este.
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