Zona Pro
Bienvenido Mr. Woods
Enrique Soto | 26 de enero de 2013
Antes de que Tiger Woods pegara su primer golpe de la segunda jornada del Farmers Insurance Open, debió recordar lo que aconteció del 12 al 16 de junio de 2008. Se estaba disputando el U.S. Open, y el por entonces número uno tenía la rodilla destrozada, el rough estaba alto y los greenes duros y rápidos como el hielo. “Estoy hablando de ello y me sudan las manos con solo pensar en lo que tuve que superar cada día”, declaró en rueda de prensa el miércoles. “Puro dolor”. Después de terminar la primera jornada con una alocada vuelta de 68 golpes (menos cuatro), Woods debió de recordar todo aquello y el golf le parecería un asunto sencillo y manejable, como cuando ganaba majors por más de cinco golpes de ventaja. Y salió a jugar.
El resultado desembocó en seis birdies y un eagle por tan solo un error a lo largo de una vuelta de las de antes, en las que nada escapaba a su mente planificadora y ordenada. Parecíamos haberlo olvidado, pero cuando Woods está en un buen momento se caracteriza por ser un gran estratega, y si su swing responde a las órdenes de su cerebro podemos encontrarnos con el método adecuado para desnudar cualquier recorrido. La fórmula Torrey Pines nos la mostró a lo largo de siete victorias como profesional (incluido aquel U.S. Open) y es tan sencilla que hasta en ocasiones parece imitable: sacar ventaja en los pares 5 y aprovechar alguno de los pares 4 cortos para llegar a los 65 golpes. Y allí lo teníamos. Tiger enviando misiles teledirigidos desde el tee de salida en cada uno de ellos, superando las 320 yardas de media y cogiendo el 85% de las calles, en lo que parecía un canto de homenaje a cada uno de los triunfos que obtuvo aquí en el pasado. Hacía tiempo que no le veíamos así, tan como antes.
Hubo dos momentos en su vuelta que definen a la perfección qué sucedió durante el resto del día. El primero llegó en el hoyo 18 (salió por el 10), en forma de drive portentoso a la calle que le dejó con un hierro 5 en las manos. Un golpe más a green y un putt, eagle. El segundo aconteció algo después, en el hoyo 7, donde también desde el centro de calle pegó un wedge desde 110 metros que aterrizó mínimamente pasado el agujero y que, con algo de backspin, estuvo a punto de entrar. Tiger llegó al green, embocó el putt de birdie y sonrió. Había pegado tres golpes perfectos y se había situado en lo más alto de la clasificación siguiendo el plan que se había marcado al inicio del día y esa sonrisa le delató. Estaba encantado. “Me siento bien ahora mismo”, dijo serio al finalizar. “Estoy liderando”. Su ventaja es de dos golpes frente a Billy Horschel, que consiguió la tarjeta en la escuela hace unas semanas, y tres frente a un grupo de jugadores que todavía no han conseguido una victoria en el circuito.
Lo que viene ahora son dos jornadas en el South Course, más largo y algo más complicado que el North, donde ha jugado Tiger. Los drives que ha pegado a lo largo de la segunda jornada serán un requisito imprescindible para jugar al nivel de este segundo día, pero estas dos vueltas serán en mayor medida una prueba de fuego para la confianza del ganador de 14 majors. Hay algo que Tiger todavía no ha vuelto a mostrar desde que ganara en este mismo escenario en 2008, y que se puede resumir en una frase: “Va a meter ese putt”. Porque Woods, en las situaciones más exigentes y cuando la presión asfixiaba a los primerizos, siempre era capaz de embocar la bola en el hoyo. Aislado de cualquier circunstancia ajena al golf, podíamos escuchar a su cerebro calibrando la pendiente, la fuerza o la influencia del pelo, como si de una calculadora se tratara. Siempre metía esos putts, y si lo hace esta semana y consigue su primera victoria en 2013 podremos decir en voz alta: “Bienvenido Mr. Woods”, mientras observamos de nuevo la superioridad que un día dominó el golf con una ambición inmensa.
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