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Zona Pro

Preparando el duelo en la cumbre

Enrique Soto | 10 de mayo de 2013

Amanece en Sawgrass y el campo está húmedo, débil, reblandecido por las lluvias de las últimas semanas. El monstruo que diseñó Pete Dye no es el mismo que se encontraron los primeros partidos del día en The Players Championship, que pasaron de preocuparse por los múltiples peligros que acechan en cada uno de los golpes a, simplemente, poner la bola en calle. Todo se reduce a eso para ellos. Esconder el driver, sacar hierros, híbridos y maderas y atacar compulsivamente cada una de las banderas del recorrido. ¿Resultado? Una sangría de birdies. El campo pierde protagonismo en favor de sus aciertos y bien pudo alguno dejar una muesca en la historia gracias a una vuelta perfecta.

Ni siquiera el viento se esforzó en molestar lo más mínimo a Roberto Castro, que abrió su primera participación en este torneo con dos birdies en cuatro hoyos, como preguntándose, “¿de verdad era esto para tanto? No veo a Dye por ningún sitio”. Ni rastro de él tampoco cuando finalizó los nueve primeros con un parcial de menos cinco, capaz de batir el récord de 63 establecido por Greg Norman y Fred Couples años atrás. Eagle en el 2, birdie en el 4 y otro de nuevo en el 6 fueron suficiente para igualarlo y dejar temblando la clasificación con números impropios de esta cita. Nadie esperaba alcanzar el menos nueve en tan poco tiempo, ni siquiera él. “Cuando conseguí el eagle, pensé: ‘Estoy siete abajo en el 11, así que vamos a mantenernos por encima de ese cincuenta por ciento de birdies’”, comentó. “Pero este campo es distinto. Es mucho más difícil que cualquiera de las otras veces que he tomado esa actitud”.

Incluso él, que se estrenaba en competición en este recorrido, es capaz de percibir que los pares pueden llegar a ser muy buenos. Los dos últimos ganadores del The Players finalizaron el domingo con un acumulado de menos trece y Castro, un invitado sorpresa a la fiesta, casi les había alcanzado tras 18 hoyos. No le importó lo más mínimo firmar tres pares en las últimas tres pruebas del día y marcharse al hotel sonriendo, sabedor de que había ganado una gran ventaja para el resto del torneo. Si quiere ganar, sin embargo, tendrá que olvidarla por completo. A medida que iba avanzando el día y una brisa inconsistente azotaba unos hoyos por allí, otros por allá, Sawgrass se fue endureciendo y mostrándose tal y como se le esperaba. Los resultados fueron algo mayores pero ni eso impidió que los sospechosos habituales fueron abriéndose paso en la tabla, dejando en el camino a cualquiera que se atreviera a toserles.

Fue McIlroy el primero de ellos. Jugador irregular donde las haya habido durante los últimos meses, capaz de encadenar cinco birdies con un triple bogey, una salida a los árboles y varios ganchos a un lado y otro de la calle, apareció en Ponte Vedra Beach y no cometió un solo error en sus 18 hoyos. No sacó el driver en ninguno de los primeros nueve y desde la hierba segada al ras, planteó un repertorio de golpes a green que ya hicieron un daño irreparable a Kiawah Island, otro diseño de Pete donde se disputó el PGA Championship. Cuando Rory está jugando bien los campos quedan retratados. “Cuando pegas los golpes que hacen falta, parece muy sencillo”, dijo el joven tocado con la vara del talento. “Pegué unos cuantos muy buenos, muchos hierros que se quedaban a tres, cuatro metros del hoyo y me quedé con una gran cantidad de putts para birdie. Adopté una estrategia más conservadora este año, pero una vez pones la bola en calle significa que puedes ser más agresivo con los greenes. Se equilibra por sí mismo”.

Es una trampa más de las que encierran sus recorridos. Enseñar una cosa al jugador, pedirle otra distinta y hacer que confíe en su swing en situaciones de máxima tensión. El joven Rory conoce muy bien este método y juega por instinto, por lo que sus seis birdies llegaron como quien recibe el menú del día en el bar del centro. Zach Johnson, ya por la tarde y peleándose con las brisas, fue capaz de igualarle gracias al repertorio de golpes que le hizo ganar en Augusta, esto es, una precisión milimétrica con los hierros. Siete birdies, un bogey y la segunda plaza junto al norirlandés.

“Lo he visto muchas veces, pero no en este campo”, pensó Tiger cuando pegó su primer impacto a nueve de la cabeza. Como si eso le importara. El otro cazador furtivo que persigue a Castro tiene una estrategia plenamente definida para atacar este recorrido, forjada a base de decepciones, y la ejecutó casi a la perfección durante sus primeros hoyos allí. Vean su tarjeta y comprobarán que hizo birdie en cada uno de los pares 5 de Sawgrass, cogió más del 70% de las calles y, sin patear como en sus mejores días de 2013, se plantó en la última prueba de la jornada con un acumulado de menos seis. “¿El líder está a nueve? Vamos a ponerle un poco nervioso para mañana”, parecía pensar. Solo un golpe pesado en el 18 evitó que terminara su primera vuelta sin errores, quedándose uno corto de McIlroy y empatado en cuarta posición. Rory había pedido el menú del día y Tiger, por su parte, lanzado su primer ataque. Ambos parecen querer buscarse de nuevo esta semana.

Wittenberg, Mahan, Stricker, Palmer y Simpson partirán desde la misma situación que el Tigre, mientras que solo un impacto por detrás lo hará Sergio García; brillante durante once hoyos y algo más tímido durante los ocho siguientes. No fue el mejor día del castellonense de tee a green pero demostró que no se encuentra segundo en media de golpes este año por casualidad, sino por un abanico de recursos amplísimo. Ya ganó aquí en 2008 y es plenamente consciente de dónde no puede fallar, donde se encuentran escondidas las zonas de escape. Cogió poco más que la mitad de las calles y dos tercios de los greenes en regulación y aún así entregó una tarjeta con 68 golpes. Una vez más, ya está entre los diez primeros, acompañado por Bohn, Stenson, Lingmerth, Chalmers, Bae y Harrington.

Más difícil lo tuvo Gonzalo, primerizo en estas lides. Cogió prácticamente cada calle y cada green pero en el 13 envió dos bolas al agua, firmando un quíntuple bogey. En el 5, otro doble bogey le dejó con una montaña interminable que salvar, insuficiente para sus cuatro birdies. Su mas tres le aleja de los incontables aciertos de los primeros puestos pero puede ser una buena plataforma desde la que saltar para pasar el corte mañana. Todo depende de lo duro que se haya puesto Sawgrass, de la velocidad del viento y de unas posiciones de bandera que pueden llegar a hacer estragos. La bestia comenzó amaestrada pero es imposible someterla durante cuatro días seguidos. Veremos cuándo empieza a morder.

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