Estrella rutilante, futuro del golf, dominador y relevo generacional…Todo esto se ha podido leer en los últimos meses sobre el campeón del U.S. Open 2011, Rory McIlroy, el norirlandés de swing esculpido con precisión y rostro pecoso de niño. Pero a pesar de su triunfo inapelable en Congressional y su relativa veteranía en el circuito, solo cuatro títulos adornan su palmarés y ese año ya se había levantado alguna voz que le reprochaba su escaso instinto asesino en situaciones de ventaja.
Pero McIlroy, después de encadenar cinco top 4 consecutivos en sus últimas apariciones, ha dejado claro en Hong Kong que le sobra calidad para definir, que no le tiembla el pulso en los greenes (posiblemente su punto débil) cuando se siente ganador, y que es capaz de salpicar su juego sólido con golpes espectaculares que marcan la diferencia, como la sacada de búnker que ha embocado para birdie en el hoyo 18 para quedar fuera del alcance de sus perseguidores. Lástima que una de las víctimas de su exhibición haya sido Álvaro Quirós…
McIlroy, además, consigue llevar al último asalto el combate por el número 1 de la Race to Dubai, un título que parecía decantado y en manos del inglés Luke Donald. Con su triunfo en Hong Kong después de dos subcampeonatos en Fanling, al norirlandés solo le vale ganar en Dubái y que Donald quede por debajo del top 10 para impedir que el inglés logre una triple corona inédita compuesta por las listas de ganancias de los dos principales circuitos (European Tour y PGA Tour) y el número 1 del mundo.
“Desde el playoff de 2008 tenía muchas ganas de llevarme este torneo. He tenido que esperar un par de años, pero sostener este trofeo es muy especial”, indicaba McIlroy al acabar su vuelta. “Significaba mucho saber que tenía que jugar bien para mantenerme vivo en la Race to Dubai y conservar el segundo puesto en el ránking mundial. Ha sido muy satisfactorio jugar tal como he jugado hoy”.
McIlroy ha acabado con -12, dos golpes de ventaja sobre el francés Grégory Havret, principal rival del norirlandés y tres sobre el sueco Peter Hanson, mientras que Poulter ha defendido con honor su título y comparte la cuarta plaza con Richie Ramsay y Pariya Junhasavasdikul, uno de los tailandeses que nos ha descubierto el torneo hongkonés.
Mientras tanto, Álvaro Quirós, líder hasta ayer, sufría en la primera mitad del recorrido (casi calcando sus atribulados nueve primeros hoyos del viernes) y prácticamente enterró sus opciones con el doble bogey de un hoyo 7 que le había dado dos birdies en días anteriores. Aun así, el de Guadiaro no le perdió la cara al torneo y, en los segundos nueve hoyos, más tranquilo, consiguió recortar algo de terreno hasta alcanzar la séptima plaza (lástima del último putt en el difícil 18).
Quirós ha encabezado a una armada que ha conseguido un gran final, con Jiménez y Lara decimoprimeros con -5, Cabrera-Bello, decimoquinto con -4 y Olazábal, cuadragésimo segundo, todos ellos jugando bajo par y ganando terreno para acudir a la última cita de la temporada con las mejores sensaciones posibles.
Además del título, en Hong Kong también se resolvían tres importantes subtramas golfísticas: en la primera, el filipino Juvic Pagunsan ha confirmado su condición de número 1 del Asian Tour con su décimo puesto; en la segunda, la lucha por entrar en la final de la Race to Dubai, finalmente no ha habido movimientos y Fraser y Kjeldsen se han quedado fuera; y en la tercera, y quizá más importante, Del Moral ha confirmado su permanencia en el European Tour, Keith Horne y Gareth Maybin se han salvado in extremis y Philip Price cierra la nómina de los que conservan sus derechos de juego, con poco más de 1000 euros de ventaja sobre el chileno Mark Tullo, primer “descendido”.
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