Ha sido un año difícil para Luke Donald o, en realidad, dos. El que fuera número uno del mundo antes de que el huracán personificado en Rory McIlroy destruyera libros de récords no gana en un circuito importante desde el Transitions Championship de 2012, aunque puede que no sea su mayor preocupación. Los grandes, el siguiente gran peldaño en su carrera profesional, parecen igual de lejanos que cuando terminó tercero en un Masters, allá por 2005. Su última temporada de sequía parece haberle hecho reflexionar sobre el camino a seguir. Tras dieciséis largos años junto a Patt Goss como entrenador, ahora es Chuck Cook quien se encuentra los movimientos de su swing.
Aquello sucedió en agosto y, desde entonces, Luke parece ir encontrando algo de aire en la ofuscación que provocan siempre los malos resultados. Fue cuarto en el BMW Championship y, tras finalizar decimoctavo en el Tour Championship, participó en Japón en el que quizá sea su torneo fetiche, el Dunlop Phoenix Open; sí, en el que regalan ternera de Miyazaki. Algo parece haber hecho ‘click’ en su cabeza tras ganar aquella semana puesto que ha arrancado el Nedbank Golf Challenge, el antiguo Torneo del Millón de Dólares, con la confianza de los viejos tiempos.
Fue un birdie en el uno y un eagle en el dos, el comienzo soñado por todo aquel que se planta en el primer tee de un campo. Cuatro pares los sucedieron antes de que el torneo se suspendiera sobre las doce por una seria amenaza de tormenta, aunque eso no frenara las ambiciones de un jugador hambriento. A las tres, cuando se reanudó, Donald firmó dos birdies y otros tres pares para llegar al menos cinco parcial en el hoyo 11, donde definitivamente sonó la campana. La jornada había finalizado.
Es el líder destacado de un día que ha dejado muchas más cosas pendientes que resueltas. Jamie Donaldson le sigue con menos tres en el doce, pero es Thomas Björn el mejor situado con los mismos aciertos en el seis, todavía incendiado en esa racha que le llevó a ganar en Crans-sur-Sierre y competir con la misma intensidad que hace un lustro. Martin Kaymer, el campeón defensor, marcha con menos seis en el hoyo dos, mientras que un amplio grupo de jugadores, entre los que se encuentran Sergio García y Gonzalo Fernández-Castaño, consiguieron recortarle un impacto en esta pequeña previa de la verdadera batalla.
Son solo treinta hombres en el Gary Player Country Club, a finales de año y con los grandes trofeos reposando en distintos hogares. Luke, por su parte, comienza a despegar bajo la tormenta.
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