Jack Hamm, el dios de la teletienda de golf

Óscar Díaz | 29 de diciembre de 2011

¿Quién no se ha quedado alguna vez entre abducido e hipnotizado por la teletienda nocturna en un momento de debilidad? ¿Quién no ha sucumbido ante el despliegue de labia de sujetos como el chef Tony, Tony Little o el fallecido Bill Mays, conocido por sus anuncios y por ser el único humano con la barba más poblada que José Manuel Parada? Seguramente no lo sepáis, pero el mundo del golf cuenta con una figura que da la talla ante estos titanes de la venta con alevosía y nocturnidad: el gran Jack Hamm.

Aunque comparte apellido con el actor que interpreta al sofisticado Don Draper en Mad Men, Jack Hamm vendría a ser una especie de opuesto malvado del publicista de la Madison Avenue, un sujeto rubio y musculoso que avala sus charlas publicitarias con seis (supuestos) récords mundiales de distancia y con una serie de inventos salidos de un mal sueño del profesor Franz de Copenhague (o Bacterio).

Desde hace varios años, Jack Hamm utiliza los canales de teletienda para vendernos la moto (léase, una amplia gama de palos de golf disparatados) utilizando la habitual cháchara pseudocientífica y un surtido de términos sonrojantes (Triplekick Smartshaft, G-Force technology, etc.). Entre sus propuestas, encontramos de todo: un driver con forma de caja de zapatos, otro con la cabeza hueca, un wedge de 80º de loft, un putter con forma de martillo… y todos ellos con nombres espectaculares (Xplosion, HammerX, Air Xtreme, Air Wedge, Dr. Knockdown). Aquí tenéis un surtido de sus bellezas.

Por supuesto, todos ellos ofrecen una espectacular mejora en nuestro rendimiento: el HammerX añade 45 metros a nuestros drives y elimina el slice, el putter Dr. Feelgood resta hasta 10 golpes a nuestra tarjeta y así sucesivamente. De hecho, hay quien afirma que el fallecido Kim Jong-Il utilizó exclusivamente palos de Jack Hamm para firmar su famosa vuelta de 38 golpes bajo par (es broma, obviamente).

Por suerte o por desgracia, no disfrutamos de sus desopilantes anuncios en nuestro país, aunque quizá su llegada (o la aparición de productos de golf en la teletienda) fuera un buen síntoma de esa normalización del golf a la que todos aspiramos (esto es broma, pero solo a medias).

Mientras tanto nos tendremos que conformar con ver sus divertidísimos spots en Internet y disfrutar con su marca de la casa, ese ensordecedor ¡POOOOOOOOOW! con el que acompaña a cada uno de sus golpes y que deja a la altura del betún a los gritos del estadounidense Jeff Overton en la última Ryder.

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