La candidatura francesa aparece como principal favorita en los mentideros golfísticos para adjudicarse la organización de la Ryder 2018, incógnita que se despejará a las 13 horas del martes 17 de mayo y que dejará a un país triunfador y a cuatro naciones desilusionadas y agraviadas en mayor o menor medida.
Pese a la opacidad del proceso de selección y a la posible influencia del fallecimiento de Seve Ballesteros en la decisión final, a lo largo de la última semana se han ido recogiendo ciertas señales preocupantes para la candidatura española, que no obstante se encuentra en Wentworth rebosando ilusión y sabedora de que ha presentado un proyecto muy sólido.
Durante las últimas semanas se han prodigado los análisis acerca de las bondades y las flaquezas de cada una de las candidaturas, factores que deberían ser decisivos para el comité encargado de la decisión, pero en este artículo y a pocas horas de la designación vamos a centrarnos en la candidatura francesa.
La principal ventaja de Francia es el pleno apoyo gubernamental y federativo, sin descartar otros factores que mencionaremos posteriormente. Por un lado, el Elíseo no ha dudado en ofrecer su respaldo total e inequívoco y la Federación Francesa de Golf, con Pascal Grizot a la cabeza, se ha volcado en el proyecto de la candidatura presentando un frente único que aúna los intereses federativos con los patrocinios corporativos. En palabras de Grizot, la francesa es la única candidatura de ámbito nacional y que se hace por y para el golf: la holandesa y la alemana están respaldadas únicamente por intereses corporativos; la portuguesa tiene como finalidad la promoción turística; y la española (según sus palabras) está centrada en la promoción de Madrid.
Consciente de que uno de sus puntos débiles era su imagen, la Federación Francesa ha buscado fórmulas llamativas para compensar esta carencia. Por ejemplo, los federados franceses van a aportar tres euros más en la próxima cuota de la licencia para financiar una parte de la inversión. Dado que Francia cuenta con 400.000 licencias hablamos de poco más de 1.200.000 € recaudados a través de esta iniciativa, una cantidad testimonial con respecto al montante total del proyecto, pero que se convierte en una buena declaración de intenciones de cara a los miembros del comité decisorio.
Por otro lado, el apoyo de la multinacional IMG, socio del European Tour en la empresa European Tour Productions (encargada de la producción de los torneos de los tres circuitos europeos y la Ryder Cup) es una baza con la que no cuentan el resto de las candidaturas.
Además, Le Golf National, sede de la posible Ryder francesa, es el único campo que es una realidad a día de hoy y que cuenta con el favor de los jugadores. Este campo ha acogido 18 de los 20 últimos Open de Francia y cuenta con un espectacular tramo final, ideal para una competición match-play como la Ryder.
Desde un punto de vista exclusivamente empresarial, Le Golf National aporta menos “negocio” al European Tour, ya que tres de las otras cuatro candidaturas (España, Holanda y Portugal) han contado con otra filial del circuito, European Golf Design, para los campos de nuevo cuño que presentan en sus proyectos, pero los franceses han sabido compensar dicha carencia con el desarrollo de un resort con hotel acompañado de 36 hoyos en las Landas que acabaría en manos de European Tour Properties, otra de las filiales del European Tour. Como puede verse, todo queda atado y bien atado.
A la candidatura francesa se le puede achacar la falta de figuras representativas que defiendan el pabellón galo, sobre todo si se compara con el peso de Seve Ballesteros, José María Olazábal, Sergio García o Miguel Ángel Jiménez. Jean Van de Velde (embajador de la candidatura) y Thomas Levet, aun siendo jugadores Ryder, se antojan rivales de escasa talla para la armada española en ese aspecto, pero no olvidemos que Francia es la vigente campeona del mundo juvenil (título que obtuvo el año pasado en Argentina) y que la nueva generación de jugadores franceses encabezada por Romain Wattel, Victor Dubuisson o Alexander Kaleka promete dar muchas alegrías a la afición transpirenaica e incluso estar en el equipo Ryder 2018. Si descartamos a Portugal (el país con más margen de mejora en este aspecto), la baza del desarrollo futuro del golf en el país podría estar en manos francesas.
Como es lógico, París ofrece capacidad hotelera de sobra para absorber una Ryder Cup, aunque los franceses han conseguido que los obvios problemas de transporte y logística que surgirán al llevar la Ryder a Le Golf National queden en un segundo plano. Por desgracia para España, sabemos de primera mano que estos condicionantes aparentemente prioritarios dejan de serlo cuando se cruzan otros intereses… como ocurrió en las candidaturas a los Juegos Olímpicos de 2012 y 2016.
Francia tampoco parece resistir la comparación directa si se examinan los torneos del Circuito que se celebran en nuestro país y los que tienen lugar al otro lado de los Pirineos. Si en España contamos con siete citas, en Francia apenas hay tres, de las cuales una tiene raíces españolas (ya que se trata del Vivendi Trophy, antiguo Seve Trophy), otra es una prueba compartida con el Challenge Tour (el Abierto de St. Omer) de escasa dotación y solo el Open de Francia tiene el pedigrí y la bolsa de premios propia de uno de los mejores torneos del año. Sin embargo, si rascamos un poco descubrimos que, de las siete citas españolas, al menos tres no tienen asegurada su continuidad para el año que viene (ni para años sucesivos, aunque en los tres casos se está negociando) y la presencia del Volvo World Match Play Championship en Finca Cortesín, aunque sitúe a España en el mapa mundial, es coyuntural y depende de la voluntad de Volvo y de IMG fundamentalmente (sin hacer de menos a Finca Cortesín). El European Tour exige compromiso para el futuro, y aunque no debería descartar los méritos pasados ni el apoyo español al Circuito durante más de 30 años, sospechamos que no va a ser el factor más importante a la hora de tomar una decisión.
Por todos estos motivos, Francia se presenta mañana como favorita pese a la solidez del proyecto español, las cifras mareantes presentadas por los alemanes y el apoyo de Kaymer y Langer (aunque estén lastrados por el choque entre Audi y BMW, uno promotor de la candidatura y el otro patrocinador del European Tour) y la potencia de la opción portuguesa (respaldada por el Banco Espirito Santo y Jaime Ortiz-Patiño, regente de los destinos de Valderrama hasta hace poco). La candidatura holandesa es la cenicienta del quinteto y nadie cuenta con ella (ni siquiera el diseñador de su campo, Colin Montgomerie, que se ha decantado por los franceses).
Incluso la baza emotiva se ha convertido en un arma de doble filo para la candidatura española. Las declaraciones de Baldomero Ballesteros en las que solicitaba al European Tour que designara a Madrid como sede de la Ryder para homenajear a su hermano no han sentado del todo bien en ciertos círculos del Circuito, y hay algunos jugadores que abogan por el cambio del logotipo del European Tour para honrar a Seve pero consideran injusto que se otorgue la Ryder a Madrid por ese mismo motivo (como por ejemplo Thomas Levet).
Bernhard Langer, otro peso pesado de la lucha por la Ryder, también ha querido neutralizar el “factor Seve” y ha indicado que sería injusto que España volviera a acoger la segunda edición de la Ryder que sale de las islas británicas, argumento que también están empleando de manera más o menos soterrada otras personalidades ligadas a la candidatura francesa.
José María Olazábal ya lo anunciaba en la rueda de prensa previa al Iberdrola Open el pasado jueves: «Parece que la tendencia no es la de Madrid. Madrid sigue siendo una candidata extraordinaria y presentó un proyecto maravilloso, pero la decisión la toman otras personas y habrá que esperar al martes. Ojalá Seve pueda volver a hacer un birdie desde un sitio inverosímil y cambie la tendencia para que Madrid se lleve la Ryder».
Ojalá cambie la tendencia.
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