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Els todavía se troncha

Javier Pinedo | 19 de julio de 2014

Me tengo que remontar a 1989 cuando conocí a Ernie Els durante el torneo del millón de dólares que se disputaba en Sun City. Sergio Gómez, el manager/amigo de José María Olazábal, había conseguido que la organización me invitase a cubrir el torneo y allí el organizador nos quiso presentar a un chico en el que tenía depositadas muchas esperanzas y al que ayudaba. El chico estaba dando bolas, se iba a pasar a pro, y la verdad es que fue amor a primera vista.

¡Qué swing, qué manera de pegar a la bola, qué ritmo! Ya entonces no nos hizo falta mucho ni a Sergio ni a mí para darnos cuenta de que estábamos ante un fenómeno. Su nombre: Ernie Els. No volvería a saber de él hasta 1992 en el Open de Muirfield cuando me crucé con él el martes durante una vuelta de práctica y vi como venía hasta mí. Me había reconocido y quiso saludarme, y me sorprendió sobre todo el hecho de que se acordase de mi nombre y lo pronunciase perfectamente. Estuve departiendo un rato con él y le deseé suerte. En su primer Open iba a ser la sensación al finalizar en la quinta plaza.

Por cierto, y por eso todo este largo preámbulo, fue en ese Open donde nació una tradición que cumplo a rajatabla cuando voy al Británico que no es otra que visitar una casa de apuestas y poner unos euros a algunos jugadores. Generalmente solía tener una apuesta fija, José María Olazábal, y luego generalmente los españoles y algún que otro outsider para intentar ganar algo. Eso sí, nunca grandes cantidades, a lo sumo 50 o 60 euros en total, con unas cuantas apuestas de una libra. Por ejemplo, el año que ganó Daly lo tenía cogido a una libra y ese verano me pegué una buena comilona a su costa ya que estaba a 100 a 1. Pero salvo esta excepción y la de Leonard, que también lo pillé, mi balance como comprenderán es más que negativo, aunque las apuestas me permiten siempre ver el Open de una manera distinta. Eso sí, sólo apuesto si estoy in situ y únicamente en el Open Championship.

Pues bien, desde el año 1992 decidí apostar por Ernie Els y la verdad es que mis esperanzas de verlo ganar iban disminuyendo a medida que pasaban los años. Si empecé con una libra en 1992 a ganador, luego fui aumentando hasta llegar a la asombrosa cantidad de cino a ganador y cinco a colocado en 2001, último año que aposté por él. Eran ya diez las ediciones seguidas y por eso, en 2002, a la hora de elaborar mis pronósticos decidí eliminarlo de los mismos. Para romanticismo ya tenía a José María Olazábal, en el que seguía creyendo. Y sí, 2002 es el año de la victoria de Ernie Els. Me alegré mucho por él pues tenemos buena relación, especialmente con su excaddie Ricci Roberts, pero no podía evitar tener cara de tonto y más viendo a Nacho Gervás desternillarse pues sabía que todos los años apostaba por Ernie y ese precisamente no lo hice.

Pero la risa de Nacho no fue nada comparada con la de Els cuando en el PGA Championship, unas semanas más tarde, le mencioné el hecho. Durante un tiempo cada vez que nos veíamos se seguía riendo y yo estoicamente aguantando el chaparrón. Eso sí, 2002 me sirvió para que en la edición siguiente no apostase por José María Olazábal para ver si así conseguía la jarra de clarete. Todavía no ha funcionado, aunque no desespero. Esa sí que sería mi mejor apuesta perdida.

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Javier Pinedo es la voz del golf en nuestro país. Este periodista especializado atesora un currículum inigualable y lleva en el «zurrón» innumerables majors, Ryder Cups y competiciones de primer nivel. Gracias a su experiencia y conocimientos, se ha convertido en una referencia ineludible tanto en las retransmisiones televisivas de Canal+ Golf como en su columna mensual en la revista Golf Digest. Esta semana Javier Pinedo nos acompañará con una serie de columnas acerca de sus recuerdos asociados al Open Championship.

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