Todavía no se ha pegado el primer golpe y la Ryder Cup ya ha dado comienzo. No lo ha hecho a través de una aburrida ceremonia de inauguración ni de la presentación de cada uno de los participantes, sino en el momento en que ambos capitanes iban pronunciando, uno por uno, los integrantes de los primeros partidos de foursomes. Sus estrategias han quedado al descubierto y han revelado dos modos muy distintos de encarar la competición.
Jim Furyk y Brandt Snedeker contra Rory McIlroy y Graeme McDowell
Nada más anunciar los emparejamientos, Davis Love III declaró: “Cuanto más conoces a Brandt Snedeker, mejor entiendes por qué sale en el primer partido”. En este caso, no ha sido el jugador más veterano el que ha determinado su papel en el evento, sino el más joven e inexperto. La confianza de Snedeker explotó tras ganar el Tour Championship la semana pasada y su capitán quiere que esa inercia mantenga el rumbo de este partido, arrastrando las dificultades que Furyk ha mostrado los últimos meses. La suya es la pareja de los contrastes, tanto por edad como por momentos emocionales. Es el rookie guiando al campeón, transmitiéndole la fuerza y el ímpetu que quitan los años en la élite.
El principal problema que tendrán que afrontar lo tendrán justo delante, en el partido contrario. Olazábal es tan claro a la hora de hablar como a través de sus actos. Frases que ha repetido durante los últimos meses como: “La responsabilidad y el mérito es de los jugadores” o “a la Ryder Cup irán los mejores”, han cobrado forma cuando pronunciaba los nombres de McIlroy y G-Mac para el primer partido de esta edición. Son la pareja más fuerte entre todas por motivos de sobra conocidos: la última velocidad de Rory, la decisión de McDowell en los putts atestados de dudas o la mezcla explosiva de ambos al representar a su pequeño país en el universo golfístico. Jose María no se anda con tribulaciones cuando se trata de atacar, y ha decidido hacerlo desde el primer instante. Con ello ha ganado un poderoso aliado para el resto de la jornada: la iniciativa. La pareja de norirlandeses a su mejor nivel es capaz de batir a cualquier otra.
Phil Mickelson y Keegan Bradley contra Sergio García y Luke Donald
Se venía anunciando la posibilidad de que Mickelson y Bradley formaran pareja, entre otras cosas porque ambos lo venían buscando. El zurdo ha tenido prácticamente tantos compañeros en foursomes como apariciones en la Ryder y la renovación para este año parecía una cuestión de lógica. El talento de uno y la garra del otro deberían compenetrarse a la perfección para formar una espiral de ataques perpetua, pero también sabemos que Mickelson es capaz de encadenar una maravilla para los sentidos con un golpe mediocre. Entonces Bradley, rookie en esta edición, deberá desvelar de qué pasta está hecho.
En el bando europeo se ha mantenido la misma línea que con el primer partido, como si la referencia y el timón de estos enfrentamientos dependieran solo de ellos. Sergio y Luke han jugado juntos en cuatro ocasiones en la Ryder Cup, ganando en todas ellas. Los motivos son evidentes: las salidas desde el tee de Sergio añaden unos metros extra a Donald, acostumbrado a jugar desde la distancia; ambos cogen prácticamente todos los greenes en regulación y con el putter son certeros como pocos. Es difícil imaginar una pareja capaz de compenetrarse mejor a lo largo de la historia de esta competición porque, como dictan las exigencias del foursome, uno responde con brillantez a las carencias del otro. Este segundo partido formado por Olazábal es otro directo a la mandíbula.
Jason Dufner y Zach Johnson contra Lee Westwood y Francesco Molinari
No existen referencias a la que atenerse al mirar los nombres de este partido. Sabemos que Dufner y Johnson sustentan sus resultados en la enorme sobriedad de su juego largo, del mismo modo que lo hacen Westwood y Molinari. Se puede predecir una sucesión de calle a green en los dieciocho hoyos, sin demasiadas estridencias, y con los putts como factor decisorio de la contienda. Es difícil equilibrar la balanza para uno u otro lado porque si bien es cierto que Zach es uno de los mejores pateadores del circuito, Westwood ha ganado ocho de los trece puntos disputados en formato foursome.
Steve Stricker y Tiger Woods contra Ian Poulter y Justin Rose
Mientras que Davis Love III tenía la obligación de utilizar a Tiger para arengar al resto de su equipo, Olazábal sabía que no había mejor antídoto para contrarrestarle que Ian Poulter. A partir de esa premisa sus compañeros de partido se han adaptado a estos dos jugadores para potenciar sus virtudes y paliar sus posibles defectos. Woods y Poulter marcando el ritmo de los ataques y la temperatura del enfrentamiento mientras que Rose y Stricker se concentran en otro tipo de batalla, de la que son grandes conocedores. Pocos jugadores en la actualidad son capaces de procurarse tantas oportunidades de birdie como estos dos. Mientras las cámaras enfocarán a los dos protagonistas mediáticos, el verdadero peso del partido puede ir sustentado en sus respectivos acompañantes; capaces de enfriar la tensión hasta que la bola finalice en el hoyo.
Ambos capitanes dejan dibujada la hora de ruta para los próximos tres días. Jose María ataca con todo el arsenal posible y deja en la recámara a Lawrie, Colsaerts, Kaymer y Hanson, posiblemente sus bazas más inciertas. Love III busca la comunión de todas las partes de un equipo plagado de estrellas a base de conjugar contrastes: veteranía y juventud, garra y paciencia, potencia y acierto. Mientras que Europa busca llegar con ventaja a los individuales, Estados Unidos parece no querer perder demasiados puntos al comienzo. Este mismo patrón ha resultado favorable para los europeos en seis de las últimas ocho ocasiones.
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