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Zona Pro

Colsaerts mira a la Ryder Cup desde Casares

Óscar Díaz | 20 de mayo de 2012

De florecer temprano y madurar tardío, así podríamos definir a Nicolas Colsaerts, campeón del Volvo World Match Play Championship, aunque dedicarle el adjetivo “tardío” parezca una temeridad a un jugador que aún no ha cumplido los 30 años.

Pero es que Colsaerts batió el récord de precocidad sacándose la tarjeta del European Tour con solo 17 años, pero ha necesitado más de una década para asentarse en el circuito y convertirse en un jugador capaz de afrontar cualquier reto. Y el salto de calidad que ha dado desde que firmó el año pasado su primera victoria en el European Tour, el Volvo China Open de 2011, ha sido espectacular.

Colsaerts llegaba a Finca Cortesín con un hoja de servicios intachable a lo largo de 2012, con seis top ten en los diez torneos que ha disputado y especial querencia por los torneos patrocinados por Volvo (segundo en China; cuarto en el Volvo Golf Champions sudafricano). En Casares, el año pasado ya estuvo a punto de dar la sorpresa al llevar a Ian Poulter hasta los hoyos extra en las semifinales cuando no se le consideraba un jugador versado en match-play (desde su etapa amateur solo había disputado dos Junior Ryder Cups y el Seve Vivendi Trophy) y este año ha tenido una trayectoria impecable en esta modalidad.

Después de librarse de Paul Lawrie en semifinales después de levantar una desventaja de cuatro hoyos, Colsaerts se enfrentaba a Graeme McDowell, artista del match-play y verdugo de Rafa Cabrera-Bello (semifinalista y último español superviviente en el torneo).

La final resultó deslucida por la tensión, el cansancio y el viento, que fueron haciendo mella en los jugadores y en sus tarjetas y que tiñeron del azul de los bogeys un marcador en el que hasta este último duelo había predominado el rojo de los birdies.

McDowell empezó haciendo gala de ese carácter numantino que tantos respaldos le ha granjeado entre los aficionados europeos y empató los dos primeros hoyos con dos putts heroicos, pero Colsaerts rompió su resistencia con un espectacular eagle en el hoyo 3. Pese a todo, siempre pareció que el partido lo movía, para bien o para mal, Colsaerts. Después de su eagle pegó un drive directo al obstáculo de agua que custodia el green del 4, posteriormente perdonaba en el hoyo 5 y el gran birdie que el bombardero logró en el 6 fue casi el canto de cisne de un partido que, a partir de entonces, avanzó a trompicones y, recurriendo el símil futbolístico, con mucho toque en el centro del campo y escasa definición.

Los tres hoyos siguientes fueron un intercambio de regalos y el partido empezó a decantarse a partir del hoyo 10, en el que Colsaerts salvó un par notable. Poco después, McDowell ponía un par de clavos en su ataúd con una extraña “liada” en el hoyo 11 y una corbata completa en el 12. A partir de ahí, festival de despropósitos (McDowell, cinco bogeys y y un birdie en el tramo del 11 al 16, por tres bogeys del golfista de Bruselas en los hoyos 12, 16 y 17) en una extraña pelea con el rival y con el viento.

Y después de todo lo ocurrido, como en los dos partidos de semifinales, se llegó al hoyo 18 y la potencia del belga marcó la diferencia en la salida, aunque posteriormente estuvo poco acertado con el tiro a green. Sin embargo, McDowell, obligado a jugar corto en este par 5, no estuvo preciso con su tercer golpe y dejó la puerta abierta a Colsaerts, que por fin aprovechó su oportunidad y salvando el par se llevó un título que ninguno de los dos parecía querer.

Con esta victoria, Nicolas Colsaerts se mete entre los 35 mejores del mundo y también accede por primera vez, a través de la lista de puntos del ranking mundial, al equipo provisional de la Ryder Cup adelantándose a los españoles Rafa Cabrera-Bello y Gonzalo Fernández-Castaño.

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