Nicolas Colsaerts y Graeme McDowell se disputarán el título en el último Volvo World Match Play Championship que va a jugarse en Finca Cortesín después de librarse de dos rivales correosos, Paul Lawrie y Rafael Cabrera-Bello, en las semifinales.
El último español en liza se encontró con la mejor versión de Graeme McDowell, seguro desde el tee y batallador en los demás aspectos del juego (aunque no tan acertado como en otros torneos con el putter en la mano). El norirlandés comenzó avasallando con dos birdies y un eagle en los cuatro primeros hoyos, pero Cabrera-Bello reaccionó a partir del hoyo 5 y empezó a exhibir el juego que ayer le llevó a remontar sus partidos ante Robert Karlsson y Álvaro Quirós.
Sin embargo, después del intercambio de golpes de los hoyos 11, 12 y 13, un gran birdie de McDowell en el 13, un par de pares consecutivos y la suspensión de casi una hora por tormenta cuando ambos estaban en pleno hoyo 15 dejaron aplazado el intento de remontada de Cabrera-Bello. Aun así, el español siguió porfiando y sacó un gran birdie al 16, pero no pudo culminar la hazaña y concedió el partido sobre el green del 18 después de apurar todas sus opciones.
Torneo mayestático de Rafael Cabrera-Bello, que presenta su candidatura a la Ryder en un momento en que los tres principales aspirantes españoles (García, Quirós y Fernández-Castaño) parecen menos entonados.
“He jugado muy bien y he estado peleando hasta el último putt para forzar el play off. He atacado, pero se ha defendido muy bien”, explicaba el grancanario poco después de finalizar su partido. “El balance que hago de la semana es muy positivo. Era mi segundo torneo match play como profesional y el primero no había salido bien”, refiriéndose al partido que perdió en primera ronda contra Jason Day en el Accenture Match Play pese a llegar al tee del 16 con tres hoyos de ventaja.
En la otra semifinal, Nicolas Colsaerts certificó su idilio con Finca Cortesín y se quitó la espina de las semifinales del año pasado, en las que cayó en el hoyo 19 ante Ian Poulter, posterior campeón.
En esta ocasión su rival era el escocés Paul Lawrie, jugador que está viviendo una segunda juventud pese a acabar de cumplir 500 torneos en el European Tour y que por el momento está metido en el equipo europeo para la Ryder Cup.
El campeón del Open Championship de 1999 tuvo un comienzo fulgurante, tres birdies en cuatro hoyos, y no tardó en ponerse cuatro arriba. Después, recuperación épica con un par de paréntesis (un extraño hoyo 11 que empataron con doble bogey y la mencionada suspensión por tormenta eléctrica), susto para Colsaerts en el 16 con un bogey inesperado al fallar el green con un hierro 9 en la mano, partido igualado en el 18 y resolución en el segundo hoyo de la prolongación.
“Ha sido un partido muy intenso. Al principio le he concedido muchos hoyos a Paul, pero me abrió la puerta y empecé a jugar bien”, explicaba Colsaerts al finalizar la vuelta. “Probablemente el año pasado me merecí estar en la final y ahora lo he logrado, con lo que estoy muy emocionado”.
Y además de optar al triunfo en este torneo histórico, Colsaerts también tiene la oportunidad de hacerse con la última plaza en el equipo provisional de la Ryder, una plaza que arrebataría al español Gonzalo Fernández-Castaño. Pero si no lo logra, será Rafael Cabrera-Bello el que se meta en el equipo a costa de su compatriota. Sea como sea, son dos jugadores que, por su perfil, seguro que figuran ya en la agenda de José María Olazábal.
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