Carlos Balmaseda, Pablo Herrería y Sebastián García Rodríguez, tres de los doce protagonistas españoles de la escuela de clasificación del Asian Tour que comienza el miércoles día 9, nos transmiten sus inquietudes, desvelos y esperanzas en estas entrevistas previas al inicio de la competición. Los perfiles de los tres son muy distintos, pero comparten la ilusión por lograr la tan ansiada tarjeta y la idea de que el futuro pasa por el Asian Tour.
El incombustible Carlos Balmaseda, ya recuperado de la grave lesión que le tuvo fuera de juego durante gran parte de la temporada pasada, sigue luchando como acostumbra por todas las oportunidades que se le presentan y, después de intentarlo ya el año pasado, tiene claro que el futuro del golf pasa por Asia.
“El circuito es una pasada. La gente se ha dado cuenta de que el futuro está ahí. Es el circuito que más crece en dinero por torneos”, explica el madrileño. Aun así, no todo es del color de rosa en la aventura asiática.
“Las previas son un desastre y están muy mal organizadas. Se supone que debe haber un límite de campos y jugadores. El año pasado era una semana en un campo y este año iban a ser dos semanas en dos campos, pero al final son tres y tres. En total son unos 600 para 90 plazas, más o menos un 15 por ciento. Han bajado del 20 al 15 por ciento porque las exenciones para la final de la Escuela son un cachondeo y de los 240 de la final, ya hay 156 clasificados. Han metido 160 jugadores por campo y en otros, como donde juega Manolo Quirós, juegan 36 para 4 plazas. La gente ha protestado porque el Asian Tour ha cambiado a la gente de semana con los problemas logísticos que conlleva, pero hacen las cosas a su manera”.
A los problemas logísticos hay que sumarle la inversión, “1.300 euros de inscripción más viaje, alojamiento y otros gastos; se te pone en unos 3.500-4.000 euros”, pero Carlos tiene claro cuál es el camino aunque los españoles tengan que afrontar problemas adicionales.
“La gente en España va a las previas porque no hay otra alternativa. En España no hay torneos y a citas como ésta no llegas bien preparado porque te falta ritmo competitivo. No hay posibilidad de prepararte en competición”.
Balmaseda no quiere dejar nada al azar y este año adelanta su viaje para intentar hacerse a los indómitos greenes de los campos asiáticos.
“Hace unas semanas no tenía muchas ganas porque este año no he podido jugar mucho tras recuperarme de la lesión pero ahora me muero de ganas por ir”.
“Este año voy cuatro días antes de que comience la escuela porque el año pasado fui tres y con el jet-lag y demás no tuve tiempo de entrenar lo suficiente. Esta vez quiero ir un día antes para irme al putting green y tirarme allí unas cuantas horas. El año pasado jugué en Imperial Lakeview, que era muy ancho y éste voy a Springfield Royal CC que es más exigente. Estrecho, con mucha agua y más corto, me viene mejor. La mayor diferencia con lo que conoces en Europa está en los greenes. Hay putts con pequeña caída que engañan bastante. Tienes putts de metro y medio que ni mucho menos están dentro… Tienes que fijarte mucho cómo cae el pelo además de cómo cae el propio green”.
El español también se acuerda de los primeros que intentaron la aventura oriental, dos valientes perdidos en las hemerotecas.
“Los pioneros de la aventura asiática fueron el malagueño Víctor Casado y el catalán Berni Solanes hace más de diez años. Fueron a la escuela y consiguieron la tarjeta. Una aventura que tuvo más mérito que la que intentamos nosotros ahora en la escuela porque en esa época era un circuito mucho más cerrado, eran casi el cien por cien de jugadores asiáticos y era mucho más peligroso”.
Pese a las dificultades, Balmaseda lo tiene muy claro: Asia es una alternativa viable y cada vez habrá más jugadores europeos llamando a la puerta oriental.
“El futuro es el Asian Tour. En cinco o seis años, si no es el primer circuito será el segundo a nivel mundial. De los nueve torneos cosancionados que había el año pasado, éste se han quedado seis o siete de ellos para sí mismos. Está creciendo mucho y es donde está el dinero”.
El espigado madrileño fue el segundo español que consiguió la tarjeta completa en el Asian Tour 2012 junto a Javier Colomo, pero no logró conservarla y este año repite en la escuela armado de experiencia y buenos recuerdos.
“El año pasado se me quedó mal sabor de boca en el Asian Tour porque creo y sé que puedo hacerlo mucho mejor. Entrenaba antes de los torneos con Colomo, le ganaba las comidas que nos apostábamos casi siempre pero luego llegaba el torneo en sí y él hacía 68 y yo fallaba el corte. No fue un problema de adaptación, fue que llevaba mal el agobio de la necesidad de resultados. Con los primeros fallos me veía obligado a remar y acababa desesperado ante esa necesidad. Iba a no fallar más que a hacer mi juego”, analiza Herrería, que llegó muy obligado al tramo final del Circuito Asiático.
“Este año estoy en un estado de forma parecido al del año pasado. Incluso me noto algo más preparado. No compito desde principios de diciembre cuando fui a los tres últimos torneos del Asian Tour. En el primero fallé el corte y por culpa de ello no pude jugar el tercero. Tampoco jugué el segundo porque no sabía si tendría plaza y al final no la conseguí”, explica, mencionando la incertidumbre que rodea a los jugadores europeos que están en la lista de espera de los torneos y tienen que jugársela a la hora de planificar sus viajes.
Pese a las dificultades del primer año y a las complicaciones logísticas, Pablo Herrería tiene clarísimo dónde tiene que estar.
“En 2015 el Asian Tour va a estar por encima del European Tour. De 2011 a 2012 dobló prácticamente el prize money de los torneos y este año en algún evento se duplica y en otros, suben 200 o 300.000 dólares”, nos cuenta. “La media de un torneo regular, de los no cosancionados, se va a quedar en unos 700.000 dólares y se queda por lo tanto a años luz por delante del Challenge Tour. Entre el ascenso del Asian y que el European Tour va a menos, en dos años van a equipararse. Para la gente que ha estado arriba en el European Tour y que ha perdido la carta es una gran manera de mantenerse, porque antes la única opción era el Challenge Tour y ahora, tienes ésta, que es mucho más lucrativa. Ves el entry list de los que van a jugar las previas y tienes a ocho o diez jugadores que han ganado en el Circuito Europeo, como Jarmo Sandelin. Es el futuro, sin duda”.
El joven golfista de la capital cuajó una buena temporada 2012 en las pocas oportunidades de juego que se le presentaron y se quedó en la final de la escuela del European Tour, con lo que ha decidido hacer las maletas y embarcarse en la aventura asiática. No obstante, el “Chino” tiene este año abierta la puerta del Challenge Tour y, en caso de éxito en la escuela asiática, podrá planificar a su gusto y sin urgencias el año.
“Jugaré el Challenge pero es un circuito con algo menos de dinero, no mucho, pero sí algo menos. Viéndolo desde un punto de vista económico, los gastos son parecidos porque los billetes de avión me cuestan casi lo mismo. Decidí intentar la aventura asiática una vez que no conseguí la tarjeta del European Tour tras la final del PGA de Catalunya. Casi no vengo porque tengo un buen calendario del Challenge casi completo, pero me convenció mi entrenador Pepín Rivero. Yo realmente lo único que quiero es jugar el Tour, pero tendré que pasar por aquí para coger experiencia y ser mejor”, explica García Rodríguez. “Si me saco la tarjeta, dependerá de los primeros torneos y ya veré según avance la temporada en qué circuito me centro”.
Una de los problemas añadidos a los que se enfrentan los europeos es la comida, el idioma y el clima, aunque el madrileño minimiza su impacto.
“Lo de la comida es más un mito que una realidad. El idioma, todo el mundo habla inglés así que tampoco supone un gran problema y el tiempo tampoco lo veo como un problema. Me gustan el calor y la humedad”, nos cuenta con ánimo.
“La mayor diferencia con lo que ya conozco está en los campos. Son de peor calidad que los de España y Europa. Los pares 4 y 5 son muy cortos y los pares 3 son exageradamente largos. Y los jugadores de aquí le pegan muy poco, hacen muy poca distancia. Ese también es uno de los motivos por el que me veo con posibilidades de hacerlo bien, porque muy mal se te tiene que dar para no hacer birdies si estás todo el rato con el sand wedge en la mano. Además las calles son anchas así que lo normal es tener el segundo golpe a 45-50 metros. Según le estoy pegando a la bola creo que tengo posibilidades”, añade esperanzado.
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