Dos años después de la debacle de Valhalla, el combinado europeo tiene una nueva cita con la historia de una competición que trasciende lo meramente golfístico para adentrarse en una rivalidad entre los dos principales circuitos profesionales y en el contexto del tercer acontecimiento deportivo más mediático del mundo, solo por detrás de los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol.
Antes de la inclusión de los jugadores continentales en el equipo de las islas británicas en 1979, la Ryder Cup era territorio abonado para la exhibición bienal de los estadounidenses, que obtuvieron dieciocho victorias en las veintidós ediciones disputadas entre 1927 y 1977, exceptuando las contadas derrotas de 1929, 1933 y 1957 y el empate de 1969 en el Royal Birkdale Golf Club, que, no obstante, les sirvió a los norteamericanos para retener la copa.
Cada dos años los británicos (e irlandeses desde 1973) intentaban rescatar infructuosamente el mito de David y Goliat mientras caía la popularidad de una Ryder Cup que venía adoleciendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial de falta de competitividad. Así, sólo en 1949, 1953, 1957 y 1969 fueron capaces de plantarles cara a unos estadounidenses que en las demás ediciones firmaban sus participaciones con abultados triunfos.
Sin embargo, en 1977 Jack Nicklaus abandera la regeneración de la Ryder Cup proponiendo activamente la inclusión de los europeos continentales en el combinado isleño. Por aquel entonces, una España recién salida de una larga y penosa dictadura se abría al desconocido mundo del golf profesional europeo de la mano de los pioneros Severiano Ballesteros, Antonio Garrido, Manuel Piñero y José María Cañizares.
Seis años después, Estados Unidos se quedaba al borde del infarto cuando solo pudo derrotar a su rival trasatlántico por un solitario punto en el PGA National Golf Club de Palm Beach Gardens (Florida). Dos años después se confirmaría la sorpresa…
La edición de 1985 en el Brabazon Course de The Belfry (Warwickshire, Inglaterra) será recordada por prender la mecha de la actual Ryder Cup. Durante tres jornadas de intenso golf, un combinado europeo liderado por los Big Five (Ballesteros, Faldo, Woosnam, Lyle y Langer) y secundado por otros tres españoles (Piñero, Rivero y Cañizares) se sobreponía a un desafortunado inicio de foursomes y arrasaba a los estadounidenses en los individuales del domingo para darle al viejo continente su primera Ryder Cup en veintiocho años.
En 1987 se daba un paso más en el progreso rydercopero, y Europa conseguía su primera victoria a domicilio. En 1989 se producía el segundo empate, y entre 1991 y 1997 ambos equipos refrendaban a domicilio o en casa el triunfo del bienio anterior.
La rivalidad entre los dos bloques seguía escalando y contagiando a los miles de aficionados que aumentaban la popularidad de la Ryder Cup hasta límites insospechados. Si en 1989 los europeos eran acusados de trampear el recorrido, en 1991 Paul Azinger y Severiano Ballesteros se cruzaban unas polémicas declaraciones: “Te puedo decir que no vamos a intentar hacer trampas” (Azinger) “Oh no, romper las reglas y hacer trampas son dos cosas completamente diferentes” (Ballesteros); y en 1997 el genio de Pedreña impregnaba al Club de Golf Valderrama de su esencia con una capitanía que trece años después ha sido reconocida como la mejor de la historia.
Lamentablemente, en 1999 determinados sectores del bullicioso y libertino público estadounidense traspasaron la delgada línea roja del comportamiento y protagonizaron varios incidentes vergonzosos: insultos a Colin Montgomerie y a su padre, que tuvo que abandonar el recinto y refugiarse en la casa club, invasiva celebración del lejanísimo putt de Justin Leonard que les daba el triunfo si Txema Olazábal marraba el putt que aún le quedaba —en este aspecto conviene subrayar que no se llegó a pisar la línea de su putt—, escupitajos a la esposa de un destacado miembro del equipo europeo…
Desde entonces, y en el contexto del desagraciado accidente de aviación del campeonísimo Payne Stewart en 1999 y el atentado terrorista del 11S, desde ambas orillas se ha llamado a la concordia y a hacer gala de un espíritu de fair play cuyos límites los estadounidenses siguen poniendo a prueba cuando la Ryder Cup acude cada cuatro años a sus greenes, ¿verdad Paul Azinger, Anthony Kim y Boo Weekley (2008)?
¿Cuál es el formato de la Ryder Cup? A diferencia de la inmensa mayoría de torneos que conforman los calendarios profesionales, y tal y como ocurre en el caso de los majors y el The Players Championship, en la Ryder Cup no hay una jornada de Pro-Am previa al inicio de la competición.
Desde el martes 28 al jueves 30 de septiembre de 2010, ambos equipos disponen de tres jornadas de prácticas con las que hacerse con todos los secretos del campo y probarse en diferentes combinaciones de cara a los emparejamientos de los dos primeros días de competición.
El viernes 1 y el sábado 2 de octubre arranca la Ryder Cup con las rondas matutinas de cuatro Four-ball y vespertinas de cuatro Foursomes. El domingo, 3 de octubre, es el momento de los doce individuales.
Cada partido pone en juego un punto, en caso de victoria, y medio si terminan en empate. Estados Unidos necesita de catorce puntos para defender satisfactoriamente el título logrado en 2008. Ambas escuadras tienen en los 14,5 puntos la marca de la victoria.
Todos los partidos se desarrollan en formato de Match Play, esto es, donde los jugadores compiten para ver quién gana cada uno de los hoyos, hasta que se llegue a un punto donde la diferencia acumulada es superior a los hoyos que resten por disputarse.
En el caso de los Four-ball, cada miembro de la pareja juega su bola, y es el mejor resultado el que computa en cada hoyo. En los Foursomes, cada pareja dispone de una única bola que es golpeada alternativamente por sus dos integrantes.
Desde que Severiano Ballesteros se decidiera por comenzar la Ryder Cup con el formato de Four-ball, este sistema se ha mostrado muy prolífico para los intereses europeos, que en las tres ediciones de 2002, 2004 y 2006 consiguieron un parcial favorable que acabaría marcando el camino de la victoria. Así, si contabilizamos los resultados de esas tres primeras rondas de Four-ball, los continentales superan a sus rivales estadounidenses por 9 puntos a 3.
En 2008, un Paul Azinger conocedor de esa estadística recuperó el inicio de Foursomes, y con un total de 3-1 establecieron una pronta ventaja que terminaría por minar la moral de un combinado europeo que llegaba a Valhalla con la vitola de favoritos.
En 2010, Colin Montgomerie ha recuperado el sabio criterio de Ballesteros de los Four-ball… por la mañana.
Para hablaros del Twenty Ten Course y del Celtic Manor Resort, rescatamos unos fragmentos del artículo que ya publicamos con motivo del pasado Celtic Manor Wales Open, ganado por un Graeme McDowell que dos semanas después se hacía con su primer major, el US Open:
The Celtic Manor Resort es un majestuoso complejo de ocio del más alto nivel situado a las afueras de la ciudad de Newport, al sur del País de Gales. Sus orígenes se encuentran en la antigua clínica donde el propio Terry Matthews nació hace sesenta y siete años, y que en 1980 adquirió junto con las tierras de labranza colindantes para levantar el que es hoy uno de los más grandes resorts de toda Europa.
Treinta años y doscientos millones de euros más tarde, The Celtic Manor ofrece un imponente hotel de cinco estrellas de cuatrocientas habitaciones, construido con unos materiales similares a los empleados en el Parlamento de Ottawa (Canadá), y una más que interesante oferta golfística que incluye tres campos de golf (The Roman Road, The Twenty Ten Course y The Montgomerie), una academia de golf, y dos lujosas casas club, The Twenty Ten Clubhouse y The Lodge.
The Roman Road (par 69, 7.000 yardas) es una creación original del mítico diseñador Robert Trent Jones Senior. Inaugurado en 1995 (tres años después de su fallecimiento), ha sido catalogado como el mejor “inland course” del país por la revista Golf Monthly, y debe su nombre a las ruinas de carreteras romanas que salpican su recorrido. Entre 2005 y 2007 fue sede del Abierto de Gales.
The Montgomerie esconde en su trazado los otros dos campos que componían la inicial oferta golfística de Celtic Manor: The Coldra Woods (un executive course de 4.000 yardas, par 59, que contenía los restos de una escuela de gladiadores romana) y The Wentwood Hills (7.450 yardas, par 72, sede del torneo entre los años 2000-04), firmados por Robert Trent Jones Senior y Junior, respectivamente.
Así, este par 69 de 6.371 yardas diseñado por Colin Montgomerie, parte de los hoyos iniciales y finales del extinto Wentwood Hills para la realización de los nueve primeros hoyos; mientras que los nueve restantes han sido creados desde cero a partir de los terrenos que previamente ocupó el campo de Coldra Woods. Con el fin de garantizarle un cierto toque links, se le añadieron pot bunkersal resultado final.
Podría considerarse que The Twenty Ten Course es el primer campo construido expresamente para albergar una Ryder Cup. Abierto al público desde 2007, este par 71 de 6.747 metros (7.378 yardas) ha sufrido un gran número de modificaciones en los últimos años con el fin de adecuarse a las exigencias del tercer evento deportivo más mediático del mundo, bajo la atenta supervisión del capitán europeo de la Ryder Cup, el escocés Colin Montgomerie.
Sin embargo, de los dieciocho hoyos, diez provienen del primitivo Wentwood Hills, y salvo ciertos retoques a cargo de Ross McMurray y su equipo de European Golf Design (como la nueva depresión en la izquierda del green del 11), conservan el espíritu original del prestigioso arquitecto estadounidense. El resto de hoyos (del 1 al 5, y del 14 al 18) sí obedecen al diseño exclusivo de EGD, destacando en estos últimos el marcado desnivel de su trazado.
La principal característica de este Twenty Ten Course es la marcada influencia de los obstáculos de agua, que condicionan la mitad de los hoyos del recorrido, y ese aire links que esconden los primeros hoyos, con su salvaje rough y sus enormes y accidentados greenes.
La preparación del campo de golf ha sido una de las armas del capitán anfitrión para intentar decantar la Ryder Cup de su lado. Tradicionalmente, las ediciones europeas se han caracterizado por greenes lentos y calles delimitadas por un espeso rough que penaliza los excesos desde el tee; mientas que en los Estados Unidos rapidísimos greenes y calles peladas eran la norma.
Sin llegar al paroxismo de Paul Azinger en 2008, cuando mando segar el rough a la altura de la calle donde deberían aterrizar las bolas de sus bombarderos, y mantuvo los greenes durante las jornadas de prácticas a una velocidad inferior a la que posteriormente mostraron durante la competición (por no hablar de un pobre árbol mandado talar para que no interfiriera en la trayectoria de J.B. Holmes), en este 2010 Colin Montgomerie parece haberse guardado algún as debajo de la manga.
Pese a afirmar que ha dispuesto el campo de la manera más justa para los dos equipos, detrás del eufemismo “está preparado al estilo de los torneos del European Tour” se esconden medio millón de libras en remodelaciones de última hora tras el Celtic Manor Wales Open y que podemos resumir en búnkeres más profundos, rough más espeso y penalizador, y greenes más duros y menos receptivos a los efectos (spins), tan característicos de los jugadores estadounidenses.
Así, desde el viernes 1 al domingo 3 de octubre de 2010, los greenes se moverán a una velocidad más cercana a los diez que a los once pies en el stimpmeter, y el rough oscilará entre los 32 mm (semi), 64 mm (intermedio) y 100 – 120 mm (rough), castigando severamente las escapadas.
Por si esto fuera poco, la desagradable meteorología galesa será un aliado a tener muy en cuenta para el combinado continental, más acostumbrado a estas condiciones en el Circuito Europeo, y a diferencia de los estadounidenses, cuyo PGA Tour se mueve, semana tras semana, al ritmo de los climas soleados.
De hecho, la web Accuweather anuncia chubascos aislados a lo largo de la competición, con temperaturas entre los 9 y los 18º C y rachas de viento de entre 24 y 40 kph.
Al menos les queda el consuelo que desde que la Ryder Cup se ha convertido en la principal fuente de ingresos del European Tour, los campos seleccionados a este lado del Atlántico se caracterizan por su marcado diseño norteamericano. Basten los ejemplos de Valderrama (1997), K Club (2006), Celtic Manor (2010) y el próximo de Gleneagles (2014).
Más información sobre el Twenty Course del Celtic Manor Resort en estos enlaces a su página web y el hoyo a hoyo (inglés).
Por primera vez en la dilatada trayectoria de la Ryder Cup ambos equipos llegan con sus doce integrantes clasificados en el top 50 del OWGR, circunstancia que podríamos acotar al top 35 de no ser por Peter Hanson (42º) y Jeff Overton (48º), y que es la segunda vez que se produce en el combinado europeo, tras la edición de 2008.
Además, nunca antes se había dado una cifra tan elevada de rookies en las dos escuadras, siendo Europa la que se adelanta en esta particular estadística con seis novatos, la mitad del equipo, por los cinco de los estadounidenses.
Ambos hechos no hacen sino confirmar la tan esperada explosión de los nuevos golfistas del viejo continente, al mismo tiempo que comienza a renovarse la clase media del golf norteamericano.
No en vano, cada uno de los combinados cuenta con cuatro jugadores por debajo de los treinta años, algo remarcable en un deporte donde es a partir de esta edad cuando se considera que alcanzan su mejor momento de forma. Por otro lado, los mayores de cuarenta años se reducen a uno en el caso europeo (nuestro Miguel Ángel Jiménez, en la brecha a sus cuarenta y seis años… récord de longevidad en los registros continentales) y a tres en el norteamericano. El relevo generacional ha llegado.
Como si de una prueba de centrifugación se tratara, si seguimos las evoluciones en el OWGR de los veinticuatro Rydercuppers a lo largo de este 2010 comprobamos cómo no todos llegan a la cita galesa con los deberes hechos. Tomando como referencia su clasificación en el ránking mundial a lunes 27 de septiembre de 2010, pero sin olvidar que sus resultados están “distorsionados” por la finalización de una FedEx Cup que ha congregado y exprimido a la plana mayor del PGA Tour, mientras aquí en Europa atravesábamos un período de calma chicha y torneos menores, se puede resumir que:
Por otra parte, ¿qué conclusión sacaríamos si sólo tuviéramos en cuenta los resultados del 2010? Pues que pese a que los estadounidenses dominan con claridad el top 5 del OWGR, son tres golfistas europeos los que han acumulado una mayor cantidad de puntos del ránking mundial.
Así, Martin Kaymer se descubre como el top scorer en una temporada donde ha sumado su primer major, el US PGA Championship, y otros dos títulos del European Tour, el Abu Dhabi Golf Championship y el The KLM Open, además de otros cinco top 10 (Omega Dubai Desert Classic, WGC CA Championship, US Open Championship, Alstom Open de France, The Open Championship).
Sin embargo, es Lee Westwood el principal protagonista en este apartado con tan solo ocho puntos del OWGR menos que el alemán, y eso que lleva sin competir desde el pasado WGC Bridgestone Invitational, a causa de una lesión muscular en la pantorrilla que ha provocado que su último torneo disputado fuera el Abierto Británico de Golf.
En la parte baja de esta peculiar clasificación sobresalen los estadounidenses Tiger Woods y Stewart Cink, eliminados a terceras de cambio en la FedEx Cup, y el inglés Ross Fisher, cuya victoria en el The 3 Irish Open le sirvió para apuntalar sus opciones de Ryder Cup tras un soberbio 2009 donde destacó por su triunfo en el Volvo World Match Play Championship.
Miguel Ángel Jiménez está viviendo su mejor temporada desde el 2008, cuando se impuso en el BMW PGA Championship, o el 2004, cuando atesoró cinco victorias en el Circuito Europeo. Con tres entorchados en Dubai, Francia y Suiza, se ha ganado por méritos propios su plaza en su cuarta Ryder Cup, primera a este lado del Atlántico, y se encuentra situado en la mitad de la tabla con cerca de 180 puntos del OWGR, y lo que es más importante, muy cerca de volver a la cota del top 25 del OWGR.
Como última consideración, aunque se agolpen en las primeras posiciones del OWGR donde se han hecho con un buen botín de puntos, ¿en qué momento de forma llegan los veinticuatro Rydercuppers?
En 2008, la FedEx Cup coincidía por primera vez en el calendario con la Ryder Cup. Tras la disputa de los tres primeros playoffs se dejaba vacía una semana antes de afrontar consecutivamente el enfrentamiento de Match Play y el The Tour Championship.
Para muchos sobrevolaba el riesgo de terminar con la resistencia física y mental de aquellos golfistas que consiguieran llegar a los estadios finales del fin de fiesta del PGA Tour. Para otros, era una oportunidad idónea de probarlos al más alto nivel y llegar a Valhalla con el mejor de los rodajes.
Con los resultados de esa Ryder Cup en la mano, la segunda teoría se impuso en el equipo estadounidense, con unos eléctricos Anthony Kim, Boo Weekley y Phil Mickelson que se sobrepusieron a la perfección a la ausencia de Tiger Woods y dominaron a unos europeos donde Sergio García (a la postre tercero en la FedEx Cup) fue incapaz de mantener el tono físico, y se unía al trío de decepciones de Lee Westwood, Pádraig Harringon…. y Nick Faldo a la cabeza.
En esta ocasión, los estadounidenses repiten la sobrecarga de torneos, y nueve de sus doce integrantes arrastran seis torneos disputados en las últimas ocho semanas, por cinco de Tiger Woods, Stewart Cink y Rickie Fowler (eliminados tras el BMW Championship) y Jim Furyk, desclasificado (término muy bien explicado por los comentaristas del Canal+ Golf durante la retransmisión de la cuarta jornada del The Tour Championship) en el The Barclays.
Al otro lado del Atlántico convergen las aventuras americanas de Luke Donald, Rory McIlroy, Ian Poulter y Pádraig Harrington, con un nivel de “cansancio” similar al de sus rivales; con la desigual preparación de los miembros en exclusiva del Circuito Europeo.
Así, Martin Kaymer sólo ha disputado el The KLM Open desde su victoria en Whistling Straits, Lee Westwood está inédito en el Circuito desde el Bridgestone Invitational (si bien todo apunta a que pisará los greenes del Twenty Ten Course totalmente recuperado, lo que corrobora su próximo calendario, con las citas confirmadas en el Alfred Dunhill Links, Portugal Masters y Andalucía Valderrama Masters), y Graeme McDowell parada y fonda en Austria.
Edoardo Molinari, Francesco Molianri y Ross Fisher interrumpieron su temporada tras el Omega European Masters y The KLM Open, respectivamente, después de atender el crítico Johnnie Walker Championship, último torneo jugado por Peter Hanson, que causó baja en la Vivendi Cup tras una bronquitis no del todo confirmada.
Miguel Ángel Jiménez sí se ha sometido a una mayor actividad, jugando consecutivamente cinco torneos entre el WGC Bridgestone Invitational y el Omega European Masters, para posteriormente intercalar dos semanas de descanso con la puesta a punto en Austria.
Tras la muy deficiente capitanía de Nick Faldo en la edición de 2008, Colin Montgomerie se dispone a liderar al combinado europeo con la lección bien aprendida. Si el sir inglés recelaba de segundas opiniones (sólo llevó a un vicecapitán, Txema Olazábal, el cual tuvo que tirar del equipo con un emotivo parlamento antes de los individuales del domingo), el escocés ha optado por rodearse de hasta cuatro subalternos, en activo, que transmiten el verdadero significado que esta competición representa para el Circuito Europeo: Thomas Björn (presidente del comité de jugadores), Paul McGinley y Darren Clarke (héroes de las Ryder Cups de 2002 y 2006, respectivamente), y Sergio García, el golfista Ryder por excelencia.
Por si hubiera alguna duda en lo referente al apoyo del público galés (con el cartel de no hay billetes, se esperan más de 45.000 espectadores por jornada que intentarán mejorar la actuación de sus vecinos irlandeses en 2006), se ha llevado como “becario” al local Rhys Davies, el cual no pudo clasificarse por méritos propios y seguirá el ejemplo de Martin Kaymer en 2008, con la novedad de que ejercerá de chófer (y más que probable animador de masas) del bueno de Monty.
Durante los tres últimos años el Circuito Europeo ha dispuesto que el Celtic Manor Wales Open se disputara sobre el Twenty Ten Course, dando la posibilidad a los futuros Rydercuppers de probarse en el escenario en el que se enfrentarán desde el próximo viernes 1 de octubre de 2010.
En 2008, Francesco Molinari entregó la mejor tarjeta con un cuarto puesto, a nueve golpes del vencedor, el australiano Scott Strange. Los demás resultados fueron: Ross Fisher (10º), Martin Kaymer (21º), Edoardo Molinari (31º), Graeme McDowell (39º), Rory McIlroy (39º), Peter Hanson (MC), Pádraig Harrington (MC) y Miguel Ángel Jiménez (WD).
En 2009, sólo tres miembros del actual equipo europeo acudieron al torneo, con Miguel Ángel Jiménez, 17º, Ross Fisher, 31º, y Francesco Molinari, que falló el corte. Además, Colin Montgomerie se impuso en su particular duelo con Corey Pavin por un impacto (+3 a +4).
El pasado mes de junio, Graeme McDowell inscribió su nombre en el palmarés del Abierto de Gales, uniéndose a Miguel Ángel Jiménez (2005) e Ian Poulter (2003). Le acompañaron otros tres Rydercuppers en el top 10, Luke Donald (3º), Edoardo Molinari (4º) y Miguel Ángel Jiménez (8º). Martin Kaymer finalizó en la duodécima posición, por la quincuagésimo sexta de Francesco Molinari y el corte fallado de Ross Fisher.
Lee Westwood e Ian Poulter sobresalen como los dos únicos miembros del equipo europeo de la Ryder Cup en no haber pisado los greenes del Twenty Ten Course en competición oficial.
Corey Pavin recoge el testigo de Paul Azinger al mando de la nave estadounidense. Si bien desde un punto ético la labor de Azinger hace dos años podría levantar ciertos interrogantes, desde un enfoque mucho más práctico ha de calificarse como altamente productiva para los intereses del golf estadounidense.
Desde la polémica victoria de 1999, el combinado estadounidense no hacía más que sucumbir estrepitosamente ante unos desconocidos jugadores europeos que cada dos años jugaban a la perfección su papel de víctimas (underdogs) y se unían en su intento de derrotar al equipo ¿liderado? por un número uno del mundo que se desmarcaba con declaraciones en las que afirmaba que prefería ganar un torneo de strokeplay antes que una exhibición, y al cual sus capitanes eran incapaces de encontrarle un compañero para las siempre difíciles jornadas de four-ball y foursomes.
En 2008, y escaldados de dos palizas consecutivas (en 2004 y 2006 se repitió el resultado de 18½ a 9½ para los europeos) la PGA confío en Paul Azinger el destino de la escuadra estadounidense. Famoso por sus encontronazos con Severiano Ballesteros a finales de los ochenta, el golfista de Massachusetts trazó un estudiado plan para recuperar la Ryder Cup.
Para empezar modificó el sistema de clasificación, ampliando a cuatro sus wild cards. Se rodeó de tres vicecapitanes (Raymond Floyd, Dave Stockton y Olin Browne), asegurándose que sus jugadores siempre tuvieran el apoyo de alguno de ellos durante el torneo. Desde el primer día de prácticas dividió a sus pupilos en tres grupos de cuatro, de los cuales saldrían los distintos emparejamientos, y advirtiéndoles que en su compenetración recaería la responsabilidad de sus resultados.
Además, protagonizó una estampa insólita, arengando a los miles de aficionados para que llevaran en volandas a sus rookies, en especial a un Boo Weekley (el Boo se convirtió en el grito de guerra, junto con el tradicional U-S-A) y a un Anthony Kim que se crecieron y no pecaron de inexperencia (en lo meramente práctico, que los aspectos éticos más vale dejarlos en un segundo plano).
El resultado, primera victoria en nueve años y por un contundente 16½ a 11½.
Dejando a un lado el factor campo, ¿qué equipo es favorito? Desde la óptica europea, los hombres de Colin Montgomerie han ganado seis de los últimos nueve torneos disputados en Europa: Ross Fisher (The 3 Irish Open), Martin Kaymer (US PGA Championship y The KLM Open), Peter Hanson (Czech Open 2010), Edoardo Molinari (Johnnie Walker Championship) y Miguel Ángel Jiménez (Omega European Masters).
A excepción de Francesco Molinari y Pádraig Harrington, todos se han coronado esta temporada, ya sea en el potente PGA Tour o en el Circuito Europeo: Martin Kaymer (Abu Dhabi Golf Championship), Miguel Ángel Jiménez (Omega Dubai Desert Classic y Alstom Open de France), Ian Poulter (WGC Accenture Match Play), Rory McIlroy (Quail Hollow Championship), Peter Hanson (Iberdrola Open Cala Millor Mallorca), Luke Donald (Madrid Masters), Lee Westwood (St. Jude Classic), Graeme McDowell (The Celtic Manor Wales Open y The US Open Championship) y Edoardo Molinari (The Barclays Scottish Open).
Ross Fisher e Ian Poulter son los vigentes campeones de los dos últimos torneos de Match Play, el Volvo World Match Play Championship de 2009 y el WGC Accenture Match Play, respectivamente; y los hermanos Molinari lograron el pasado noviembre la Omega Mission Hills World Cup.
En el equipo estadounidense es la primera vez que dos jugadores se clasifican sin haber ganado antes en el PGA Tour (Jeff Overton y Rickie Fowler), y son junto a Stewart Cink y Tiger Woods los inéditos de esta temporada.
Los que sí convencieron en el Circuito fueron: Steve Stricker (Northern Trust Open y John Deere Classic), Dustin Johnson (AT&T Pebble Beach National Pro-Am), Jim Furyk (Transitions Championship y Verizon Heritage), Phil Mickelson (US Masters), Zach Johnson (Crowne Plaza Invitational at Colonial), Bubba Watson (Travelers Championship) y Hunter Mahan (WGC Bridgestone Invitational).
Y durante la FedEx Cup monopolizaron tres de los cuatro playoffs: Matt Kuchar (The Barclays), Dustin Johnson (BMW Championship) y Jim Furyk (The Tour Championship), que además se llevó in extremis el millonario botín de la FedEx Cup tras imponerse por un solitario golpe a Luke Donald en Atlanta.
Una última comparativa sería la actuación en los majors y WGC disputados desde la última Ryder Cup. Habitualmente esquiva para las vitrinas europeas, en esta edición los continentales ha conseguido igualar a los estadounidenses en el número de salmones (British de Stewart Cink en 2009 y US Masters de Phil Mickelson en 2010, por US Open de Graeme McDowell y US PGA Championship de Martin Kaymer en 2010), si bien siguen palideciendo en los World Golf Championships, con un tanteo de 1 a 4 (Ian Poulter en el Accenture de 2010, frente a los CA y HSBC de Phil Mickelson en 2009, y los Bridgestone de Tiger Woods y Hunter Mahan en 2009 y 2010, respectivamente).
Canal+ Golf (dial 53 de Digital +) ha preparado una vastísima programación que cubrirá íntegramente los tres días de competición y se complementará con una serie de especiales, previas y postjornadas que harán que no pierdas detalle de cuanto acontezca al sureste del País de Gales.
Para consultar la rejilla de programación del plus podéis consultar este enlace.
Más información en la web del European Tour y la Ryder Cup.
Fotografías: Zimbio.
Gráficos: Crónica Golf.
4 comentarios a “XXXVIII Ryder Cup”
fantástico!! Gracias.
IMPRESIONANTE….
Impresionante articulo, GRACIAS
Muy bueeeeno!
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