Esta semana se disputa en el PGA Catalunya Resort la Final de la Escuela de Clasificación del Circuito Europeo. Mas de 100 jugadores tomarán parte en la competición con un objetivo muy ambicioso y que seguro lleva marcado en rojo en su calendario desde hace unos meses. Antiguos ganadores, jóvenes promesas y otros tantos en busca de una oportunidad de probarse junto a los mejores del continente, de eso trata esta semana la final. O no. Porque echando un vistazo al rendimiento de los profesionales que accedieron al European Tour por esta vía la temporada pasada, la conclusión es devastadora: mantener la tarjeta es una odisea.
Ahí va la primera cifra: de los 37 jugadores que consiguieron clasificarse en la Final de la Escuela el año pasado, solo 5 han conseguido finalizar entre los 119 primeros en la Race to Dubai, manteniendo su estatus para 2013. Eso es un porcentaje del 13,51% sobre el total. Ahora bien, resulta conveniente ver la posición de cada uno para comprender mejor lo complicado que lo han tenido: Richard Bland ha acabado en el puesto 119º, el último que permitía conservar la tarjeta; Maarten Lafeber ha sido 114º y se ha salvado por poco, pasando el corte en el SA Open Championship la semana pasada; Darren Fichardt ocupa el puesto 84º gracias a su victoria en el Saint-Omer Open, el evento con mayor montante económico del Challenge Tour; Emiliano Grillo ha finalizado 94º a pesar de haber pasado 14 cortes y conseguir dos décimos y un quinto puesto, mientras que Branden Grace, rompiendo todos los patrones, es por ahora sexto tras ganar cuatro torneos en su segundo año completo en el Circuito (ya tuvo la tarjeta en 2009). Él es la excepción a la regla y probablemente no veamos un caso similar en años.
Ante unos datos tan demoledores es necesario buscar los motivos ante un porcentaje de éxito tan bajo. La primera es que la tarjeta que se consigue en la Escuela no es, evidentemente, la misma que ha podido tener Lee Westwood esta temporada. Da acceso a solo ciertas pruebas a lo largo del año, siempre y cuando jugadores como el inglés, con una categoría mayor, no deseen participar en el torneo en cuestión. Eso deja solo algunas pruebas del calendario como el Africa Open, el Joburg Open o el Sicilian Open disponibles para estos recién llegados, que aspiran a premios económicos menores.
No es la única dificultad que se encuentran. La expansión del Circuito Europeo hacia Asia ha traído también ciertos acuerdos con el Asian Tour, que con todo el derecho del mundo también quiere incluir a sus jugadores dentro de los campeonatos que coorganiza. Tampoco los recién llegados cuentan habitualmente con la oportunidad de jugar a miles de kilómetros de distancia (con el coste que esto supone) y en ocasiones un puesto de reserva en estos torneos no tiene ningún valor, ya que tendrían que arriesgar un buen dinero para desplazarse si tener ninguna seguridad de disputar finalmente el torneo. Los avisos de las bajas suelen darse con muy poca antelación y dificultan la logística de los viajes.
Los pocos torneos disponibles y el montante en premios menor a otras pruebas más asentadas hacen que muchos opten por ocupar su calendario en el Challenge Tour, disputando los dos circuitos simultáneamente y dividiendo esfuerzos para mantener sus apariciones en Europa. En algún momento del año pasado pensaron que jugarían el Circuito Europeo y así fue, solo que se trataba de algo muy distinto a lo que seguro tenían en mente.
El PGA Tour no contará con este problema al haber suprimido la Q-School de cara a los próximos años, pero basta echar un vistazo a jugadores de temporadas anteriores para comprobar que la situación de los recién llegados es muy distinta. Por no poner ejemplos de jugadores de gran talento (como Branden Grace en Europa), seleccionemos a algunos que han perdido la tarjeta esta temporada: Danny Lee, 159º en la FedEx Cup, ha jugado 26 torneos desde enero; Miguel Ángel Carballo ha disputado 25 y finalizado 162º mientras que Erik Compton, a pesar de sus problemas cardíacos, ha llegado a un total de 26. El Circuito Americano no les asegura en ningún caso que vaya a ser sencillo, pero sí un número de torneos importante y de prestigio, como el Shell Houston Open, John Deere Classic, Byron Nelson Championship o el Phoenix Open. Todos los que han accedido mediante la Escuela al PGA Tour han tenido la oportunidad de disfrutar de un par de buenas semanas y conseguir mantener sus derechos de cara al año siguiente.
Ese 13,51% de éxito sitúa a la escuela europea en una situación muy pobre y el European Tour debería tener cuidado: el éxito del golf también depende de que los buenos jugadores sean capaces de desarrollar todo su potencial, y en el viejo continente cada vez es más complicado.
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