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Un hoyo en uno de 373 metros

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Enrique Soto | 07 de noviembre de 2013

No es difícil ver un eagle en la élite del golf. Son muchos los profesionales que en cada una de sus rondas se producen una oportunidad de conseguir finalizar en un par 5 en tres impactos dados los avances en el material de los que disfrutan. Los hoyos de 500 metros son accesibles, a menos que estén protegidos por agua, doglegs o greenes endiabladamente duros. Eso sí, conseguirlo en dos impactos es un terreno todavía inalcanzable para la mayoría.

Pero a veces ocurre, y no solo en los pares 5. A lo largo de los últimos años hemos conseguido ver albatros en muchos torneos gracias a hierros largos que terminan dentro del hoyo. Ayer, en el pro-am del McGladrey Classic, Jason Kokrak consiguió uno en el par 4 del hoyo 5, de 373 metros de longitud (404 yardas). El estadounidense, que mide casi dos metros y pesa cien kilos, no solo consiguió alcanzar el green, sino que su bola tocó la bandera y finalizó dentro del agujero. Al no haberse producido una vez comenzado el torneo, no existe un vídeo del impacto, pero sí sus impresiones a través de Twitter.

On a 409 yd. par-4 at the @McGladreyClssc Pro-Am!!! «@jaykokrak: Hole in one! pic.twitter.com/goeHnYxJPN”

— Cleveland Golf (@ClevelandGolf) November 6, 2013

 
En la historia del PGA Tour, este fenómeno solo se ha producido una vez: fue en el Waste Management Open de 2001 y necesitó de la ayuda de uno de los jugadores del partido anterior. Andrew Magee pegó un drive en el hoyo 17 del TPC Scottsdale y su bola rebotó en el putter de Tim Byrum para finalizar en el agujero. Podéis verlo en el vídeo que os adjuntamos a partir del primer minuto y trece segundos.

En el Web.com Tour, sin embargo, hay constancia de hasta tres albatros en pares 4 y podéis ver el último de ellos en esta entrada que publicamos en el 2011. De todas formas, para no olvidar uno de más memorables de la historia, os adjuntamos también aquel impacto de Louis Oosthuizen en el Masters de 2012. Fue en un par 5, pero merece la pena quedarse de nuevo embobado viendo cómo la bola rueda durante diez segundos hasta caer en el hoyo.