Pese a la expectación suscitada, Tiger Woods ha optado por la diplomacia y el perdón.
El ex número 1 del mundo decidió afrontar de cara el affaire Williams y optó por dejar claro desde el principio de la rueda de prensa del Open de Australia, torneo que disputa esta semana como preparación para la Presidents Cup, que Steve Williams no es racista.
Como recordarán nuestros lectores, Steve Williams, caddie de Woods durante 12 años, declaró en la gala en honor a los caddies del HSBC Champions que la victoria de Scott en el Bridgestone Invitational era la más satisfactoria de su carrera porque su objetivo “era metérselo [a Tiger] por su culo negro”, declaraciones que le han merecido el reproche casi unánime del mundo del golf, pese a estar realizadas en un entorno más o menos desenfadado.
Aunque reconoció estar dolido por el comentario de Williams, Tiger ha optado por mirar hacia delante después de que ambos charlaran y se despidieran estrechándose la mano, aunque después de los últimos excesos verbales del neozelandés es de esperar que su relación, estrechísima no hace tanto, esté fracturada más allá de cualquier reparación.
De momento, los organizadores del Open de Australia han evitado emparejamientos morbosos y han decidido encuadrar a Adam Scott, jefe del lenguaraz caddie, con Matt Kuchar y John Senden, mientras que Tiger Woods jugará con Jason Day y Robert Allenby diez minutos después, a partir de las 12,10 (hora local).
Ya solo falta ver si Tiger Woods utiliza este incidente como combustible para alimentar su motivación y qué efecto tiene en su regreso a la competición después de cinco semanas de inactividad (su último torneo fue el Frys.com Open de las Fall Series).
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