La sociedad actual siente una extraña y morbosa fascinación por los desastres. Al mismo tiempo que pretendemos acallar nuestras conciencias con todo tipo de justificaciones banales, se siguen produciendo embotellamientos fruto de la curiosidad cada vez que hay un accidente de tráfico, proliferan los programas televisivos centrados en la recopilación de imágenes espectaculares y escalofriantes, y muchos de los noticiarios más dignos se tiñen de amarillo y nos surten de contenidos de difícil digestión en nombre del “interés informativo”.
El equivalente golfístico del choque de trenes proverbial se da cíclicamente en la escuela de clasificación de los diferentes circuitos. En estos maratonianos torneos, aspirantes de distintos orígenes e historiales se juegan en apenas seis días su sustento de cara al año siguiente. Huelga decir que abundan las situaciones dramáticas. Salvo un puñado de privilegiados que se libraron de pasar por la escuela de clasificación, como Tiger Woods, Phil Mickelson, Justin Leonard y unos pocos más, todo el mundo tiene alguna anécdota que contar relacionada con estos torneos, por lo general historias de horror, historias que se graban a fuego en la mente de los golfistas y especialmente en la de sus protagonistas, mucho más que los golpes magistrales que decidieron torneos importantes, como el chip de Larry Mize en el 87 para ganar el Masters a Norman, el hierro 1 de Nicklaus en Baltusrol en 1967 o el golpe que Tiger Woods embocó desde el collarín del 16 de Augusta en 2005.
Este magnífico libro, a cargo del reputado periodista estadounidense John Feinstein, nos permite meternos “tras las cuerdas” en las tres fases de la escuela de clasificación y, gracias a su magnífica prosa, hace que vivamos golpe a golpe el torneo y que suframos y nos alegremos con los avatares de sus protagonistas. La escuela de clasificación, el quinto grande como lo llaman un buen número de jugadores, es la prueba definitiva de resistencia mental y física. Además, contiene un elemento “democrático” que es ajeno a todos los demás torneos del Circuito. En sus filas puedes encontrar a ilustres campeones caídos en desgracia junto a jornaleros del golf, a estrellas ascendentes y rebosantes de confianza junto a miembros de sagas golfísticas que intentan abrirse paso y cumplir las expectativas que su apellido ha generado, a novatos asustadizos junto a veteranos acostumbrados a pasar por el trance. Todos con un objetivo único: asegurarse el puesto de trabajo para el año siguiente, conseguir el maná divino que proporciona la tarjeta del PGA Tour.
El libro se centra en la escuela de clasificación del PGA Tour de 2005, pero la referencia histórica es lo de menos. En todas las escuelas de clasificación se repiten los mismos elementos: las heroicidades de los jugadores desconocidos y los desastres de última hora; el pat que entra en la última vuelta y proporciona la anhelada tarjeta y la lesión inoportuna que echa por tierra los esfuerzos de todo un año; el rebote afortunado que resulta decisivo y el detalle de mala suerte que hunde al que lo sufre. Todas estas circunstancias se repiten año tras año y no dejan de ser giros kármicos del destino que acercan o alejan a sus protagonistas del nirvana al que todos aspiran: la tarjeta del circuito correspondiente.
Golpe a golpe, vamos siguiendo los progresos de distintos jugadores y uno de los grandes méritos de Feinstein es que hace que compartamos sus desvelos, pese a que todo lo narrado en el libro ha quedado atrás hace mucho tiempo. Pero la principal bondad del libro es que no cae en la fácil tentación de convertirse en una mera enumeración de horrores y anécdotas truculentas y es capaz de ir más allá y llegar al fondo de la cuestión: hacernos ver la grandeza y el verdadero espíritu del golf.
Tales from Q School es un magnífico libro que interesará a cualquier aficionado al golf. Me atrevería a decir incluso que es una gran lectura para cualquiera que haya tenido un contacto siquiera tangencial con el deporte, porque su prosa es ágil y se lee de un tirón. La única pega para la gran mayoría de su público potencial es que está inédito en nuestro país. Así que aprovecharé para meter una desvergonzada cuña publicitaria: si algún editor avezado se anima, le recuerdo que quien esto suscribe se dedica al noble arte de la traducción.
Por otro lado, veo que se acaba de publicar Golf on the Edge: Triumph and Tragedies of Q School, centrado en siete aspirantes a la escuela de clasificación del European Tour… y uno de ellos es nada menos que el galés Sion Bebb, cuya emocionante historia en nuestro país podéis leer en ApproachyPutt y Galaxia Golf.
Tales from Q School: Inside Golf’s Fifth Major
Autor: John Feinstein
Editorial: Sphere
Idioma: inglés
352 páginas
Anécdotas de la escuela de clasificación
Uno de los casos más espectaculares de mala suerte en la escuela de clasificación es el de Jaxon Brigman en 1999. Tras pasar 5 años en el Nike Tour (actual Nationwide Tour) consigue un 65 en la última vuelta de la final de la escuela de clasificación en el campo de Doral que le permite clasificarse para el PGA Tour por los pelos. Tras entregar la tarjeta y ponerse a celebrarlo con sus familiares y amigos, ve que se le acerca el árbitro jefe y le comunica que ha firmado una tarjeta incorrecta. Su marcador había redondeado todos los birdies que había conseguido durante el día con un círculo y en la tarjeta había 7 círculos (del -7 que había hecho), pero en uno de los hoyos en lugar del 3 del birdie que había hecho en un par 4 había puesto un 4… aunque luego se las había apañado para sumar mal, con lo que el resultado final cuadraba. Brigman no estaba descalificado porque había firmado un resultado superior, pero acababa de perder su tarjeta en el PGA Tour.
Otra historia tremenda es la de John Daley (nada que ver con John «Wild Thing» Daly) en la escuela de 2001. Con 16 bajo par y en una posición razonable para optar a la tarjeta del PGA Tour, llegó al hoyo 17 de la cuarta jornada, un par 3 corto de unos 140 metros con el viento en contra, y después de que su compañero se quedara corto con un hierro 8 decidió pegar un 7 suave. Por circunstancias, el viento dejó de soplar y la bola de Daley se fue larga, con lo que acabó en el obstáculo de agua. Desde la zona de dropaje, que estaba a unos 60 metros de la bandera, la dejó a seis metros y le quedaba un pat cuesta abajo pero no muy peliagudo. Sin embargo, lo tiró excesivamente firme y se dejó un pat de vuelta de algo más de un metro para doble bogey.
Tras leer la caída vio que tenía que tirarlo más o menos centrado, quizá una pizca a la izquierda. Lo tiró exactamente por donde había pensado, la bola desapareció por el centro… y centésimas de segundo después volvió a aparecer, tras dar un inexplicable salto dentro del hoyo. No había cogido el borde del hoyo, había entrado limpia por el centro, pero la bola había saltado fuera… Preguntó a un árbitro, que le informó, a su pesar, que tenía que embocar la bola y emplear un golpe más.
Y, como más de uno ya habrá supuesto, Daley no consiguió la tarjeta aquel año por un solo golpe, el golpe que le birló aquel hoyo 17.
3 comentarios a “Tales from Q School”
Gran reseña Oscar, es un libro muy entretenido.
Desde que lei este libro, cada vez que estoy aburrido en un putting green intento conseguir un «Daley»… hacer que la bola bote dentro del hoyo y salga de nuevo. He sido incapaz de conseguirlo.
Juraría que a Poulter le pasó lo mismo en un «grande» hace un par de años, pero no consigo acordarme de si fue en el Masters. Por cierto, me acaba de llegar «Golf on the edge», un libro de tono similar acerca de la Q-School del European Tour de 2007 y que pienso devorar. En breve escribiré algo al respecto.
He encontrado la referencia. A Poulter le pasó lo mismo en el hoyo 1 de la primera vuelta del US Open de 2005 celebrado en Pinehurst y, como es obvio, se pilló un buen rebote, hablando técnicamente. Aquí está el enlace:
http://tinyurl.com/pbsovo
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