Su último putt para par, el que le habría permitido empatar en la tercera posición, se quedó asomado de manera cruel al 18, a un centímetro de caer en la cazoleta del hoyo. Sin embargo, en el rostro de Sergio García no se reflejó ninguna mueca de contrariedad. Sonriente, se volvió a dar la mano a su compañero de partido y a su caddie mientras salía de esta última prueba en un Congressional Country Club que premiaba con un tripateo uno de los mejores golpes del día en este esquivo hoyo.
Y este pequeño detalle, que podría haber pasado desapercibido, es un buen reflejo de lo ocurrido esta semana en el US Open 2011. El juego de Sergio García en esta última vuelta ha sido sólido, brillante por momentos, y solo un par de circunstancias esquivas le han alejado de una segunda plaza detrás del dominador McIlroy que le habría catapultado en el ránking mundial.
Sergio se ha mostrado paciente en la primera fase de la vuelta, pese a saber que el campo estaba de “dulce” para remontar en la clasificación, y tras fallar un birdie claro en el 10 y encajar el primer revés del día en el 11, se sobrepuso con dos grandiosos birdies en los hoyos 12 y 13. En el tramo final, más paciencia y un castigo injusto en el 18, aunque los cinco golpes bajo el par del campo acumulados a lo largo de un torneo en el que ha primado la regularidad son el refrendo numérico de que el de Borriol está en la senda adecuada para regresar a la cima del golf mundial
Álvaro Quirós salió trasquilado de esta última vuelta en el US Open tras encajar un duro varapalo en los nueve hoyos finales. Tras empezar jugando a un grandísimo nivel pero marrar cinco oportunidades de birdie consecutivas, Álvaro hizo doble bogey al 6 y bogey al 7, que compensó con garra con birdies en los hoyos 8 y 9, pero a partir de ahí salió perdiendo en el duelo singular que libró con el recorrido de Congressional, que lo despidió con un doloroso triple bogey en el hoyo 18.
Pese a lo aparatoso del 78 final, y aunque suene a consuelo vacío, hay que sacar una lectura extremadamente positiva de la trayectoria del de Guadiaro en el US Open, en el que ha jugado tres grandes jornadas y ha exhibido una irreductible capacidad de lucha que necesitará en sus próximas citas entre la élite del golf.
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