Después de varias semanas centrando el discurso en la élite del golf mundial gracias a los triunfos de Jordan Spieth, Rory McIlroy y Rickie Fowler, la «clase media-alta» del PGA Tour reclama su protagonismo en Quail Hollow, sede de un Wells Fargo Championship que dominan los estadounidenses y encabeza Robert Streb, ganador esta misma temporada del McGladrey Classic.
Con siete birdies sin fallo en su vuelta, circunstancia meritoria si tenemos en cuenta que el Quail Hollow Country Club acoge los tres hoyos finales más duros de todo el circuito, la temida «milla verde», Streb se quedó a un solo golpe del 64 que tienen Bill Haas y Kirk Triplett como mejor arranque en este campo. En un día idílico con el putter («el primero desde hace tiempo que me funciona», en sus propias palabras), Streb aprovechaba las ocasiones y eludía los problemas para adelantarse por un golpe a Patrick Reed y Kevin Chappell, segundos con un golpe en una zona alta dominada por los estadounidenses.
Y mientras Streb se lucía, alguno de los favoritos se topaban con las esperadas dificultades que ofrece el campo. El primero, el número uno del mundo, Rory McIlroy, que caía preso de la segunda prueba de la «milla verde» y acababa con un duro doble bogey en el par 3 del hoyo 17 después de irse al agua de salida. McIlroy llevaba hasta el momento una vuelta muy ordenada y eficaz, y su -4 no tardó en convertirse en el -2 final que le deja a cinco golpes del líder con mucho golf por jugar.
Phil Mickelson fue otro de los señalados a priori para la victoria que desaprovechó un buen número de opciones. «Me las he apañado para convertir un 66 en un 71», declaraba el zurdo al final de su vuelta, aunque las buenas sensaciones imperan y Mickelson dice no encontrarse tan lejos de su mejor versión.
Gonzalo Fernández-Castaño tuvo un buen arranque en el torneo y su 71 le sitúa en la cuadragésimo quinta plaza. El madrileño tuvo que pagar peaje cuando falló las calles del recorrido de Charlotte pero respondió con tino en sus tiros a green y cuatro birdies que compensaron sobradamente los errores cometidos. El español, además, salió indemne del duro tramo final, una milla verde cuyo lastre después de la primera jornada ya se acerca al golpe de más de promedio.
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