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Zona Pro

Rebelión en el desierto

Enrique Soto | 21 de febrero de 2014

Henrik Stenson, Rory McIlroy y Justin Rose. Si echábamos un vistazo a las últimas ediciones del Accenture Match Play Championship podíamos comprobar que raramente los mejores clasificados del Ranking Mundial accedían a los últimos partidos. Esto se debe a que en Arizona no se está midiendo el nivel de consistencia de los jugadores en las citas más importantes, sino algo más parecido a su capacidad de aceleración en momentos determinados, el ir dos abajo en un partido y saberse capaces de remontar. Y claro, para eso, hay que estar en buena forma y comprender bien las minucias de Dove Mountain. En la primera jornada cayeron Poulter, Stricker o Donald, antiguos ganadores de esta prueba. En la segunda lo hicieron hombres como Stenson, McIlroy o Rose.

Se trata de una suerte de rebelión contra los pesos pesados del circuito. Se repite cada año, pero cada año nos vuelve a sorprender. En frente de Stenson se situó ayer Louis Oosthuizen y, entre que el sueco volvió a evidenciar que no vive los días felices de finales de 2013 y que el sudafricano anda libre de lesiones esta temporada, el partido se decantó claramente desde su inicio. El campeón del Open marchaba ya con un tres arriba tras cuatro pruebas, pero lo que realmente sorprendió es ver al todopoderoso Henrik respondiendo únicamente con tres birdies y cuatro errores. Fue un 4&3 final, pero el resultado importó poco. Había pasado el mejor.

Más ajustada fue la caída del llamado a ser número uno del mundo de nuevo. McIlroy, al igual que en sus pruebas más recientes, sigue encaminado a alcanzar su última velocidad, aunque se deje de vez en cuando un drive desviado en el camino. Ayer jugó dieciocho hoyos contra Harris English, que bien podría definirse simplemente como un jugador en gran forma, y firmó nada menos que seis birdies. Eso, tratándose de él y de este torneo, habría valido para desbancar a cualquiera, pero no funcionó con su rival. Mientras uno hacía maravillas por el recorrido, el otro se dedicó a aplacar cada una de ellas con la solvencia de quien se siente seguro con sus posibilidades. English solo firmó un bogey en el 13 (con el que ganó el hoyo) y otro en el 16. El resto fue un alarde de solidez que desembocó en desempate, donde la historia se repitió. Rory salió del torneo con un doble bogey y él continuó con un par. Arrebatos de gran golf contra la ausencia de fallos.

Y luego estuvo Rose, un campeón de US Open que se debería adaptar bien a los detalles que exige Dove Mountain. Su gran juego largo le otorgó múltiples ocasiones de birdie en su duelo contra Ernie Els, pero solo consiguió embocar en tres ocasiones. Es la cara y la cruz de este jugador, que probablemente si embocara la mitad de ellas sería invencible. Pero Justin ayer se dejó también varios errores en el camino, tres en concreto, que el sudafricano supo aprovechar con la calidad de los viejos tiempos. Ernie empató el duelo en el 16 y lo llevó hasta el 20, donde ejecutó uno de esos approach que merece la pena ver varias veces para creérselo (y que podéis observar en nuestra sección de vídeo). Ninguno de los dos estuvo especialmente brillante, pero su duelo, en todos los sentidos, alcanzó un nivel de tensión extraordinario.

Los cabezas de serie caían y los especialistas en match play se frotaban las manos. Varios de ellos ya nos mostraron de lo que son capaces hace doce meses y han vuelto a acceder a la tercera ronda: Matt Kuchar, Hunter Mahan y Jason Day solventaron sus duelos con autoridad. También lo hizo Rickie Fowler, empecinado en convertirse en la revolución de esta prueba, ganando a Jimmy Walker por uno arriba; Bubba se impuso a Blixt (dos arriba); Dubuisson a Hanson (3&1); Furyk a Schwartzel (3&2); Spieth a Björn (5&4); Coetzee a Reed (uno arriba); Dufner a Manassero (2&1); Simpson a Snedeker (4&3) y McDowell a Matsuyama (uno arriba), en otra remontada final que recuerda a los tiempos en que los medios titulábamos: ¡Otro ataque de G-Mac!

Y de eso irá también la siguiente ronda del torneo, de ataques y defensas, acción y reacción. Los emparejamientos están servidos para más golf en su versión más imprevisible.

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