«Hay algo que me invade. Me gustaría saber qué es, embotellarlo y poderlo sacar el resto de 26 torneos restantes. No sé lo que es pero me es muy difícil recrear esa presión intensa de la Ryder Cup«. Eran palabras de Ian Poulter después de convertirse en el mejor jugador europeo de la Ryder de Medinah. Letal en el match play pero vulnerable en el medal, el inglés ha conseguido desembotellar eso que venía buscando desde hace tiempo para imponerse en el WGC-HSBC Champions tras dos vueltas finales de 65 golpes para doblegar a jugadores como Phil Mickelson, Louis Oosthuizen, Jason Dufner o Ernie Els. Ironías del destino, lo ha conseguido en el campo del capitán José María Olazábal en Mission Hills.
Ha sido un fin de semana poco convencial para él, aunque fructífero. Cuando Oosthuizen lideraba con -16 a falta de dos jornadas, él se encontraba tímidamente agazapado en la parte media de la tabla con un -7 a 9 golpes de la cabeza, preparado para ascender. Su primer zarpazo vino después de despertarse 47 minutos antes de su horario de salida sin apenas tiempo para calentar. Pero da igual. Nunca ha sido un tipo normal y la gente así es capaz de llegar corriendo al tee del 1 y hacerse un 65 (-7) como el del sábado para dejarse una oportunidad de victoria el domingo.
Para ello cierto es que no dependía sólo de sí mismo. Finalmente su victoria se produjo por su capacidad de generar birdies y por la incapacidad de los líderes Lee Westwood y Oosthuizen de jugar bajo par en la última jornada. Westwood venía de realizar un 61 (-11) el día anterior pero tres bogeys y un doble bogey fueron losas demasiado pesadas en su tarjeta, en la que ni un birdie en el hoyo 18 le hizo tener posibilidades en ningún momento del tramo final.
Poulter sin embargo acabó con par ese hoyo. Un espectacular par desde el bunker en una preciosa recuperación desde la arena y posterior putt de más de dos metros, una de esas distancias que se hacen muy bonitas cuando significan una victoria. Tocaría esperar unos minutos a que concluyeran los partidos restantes. Él ya había hecho los deberes. Haciendo cuatro birdies en los nueve primeros hoyos y cuatro más del 10 al 16, con sólo un fallo en el par 3 del 17.
Sus rivales cometían mayor número de fallos y finalmente se consumó la victoria de Poulter. Su segunda en un World Golf Championship tras coronarse, como no, rey de ese formato que tanto ama, en el Accenture World Match Play Championship. «Es genial volver a tener un trofeo en las manos», comentaba en sus primeras palabras como campeón.
Gonzalo Fernández-Castaño ha sido el mejor español del torneo a pesar de despedirse del recorrido chino jugando por encima del par con un 73 (+1) que le sitúa en el puesto vigésimo octavo con -8. Rafa Cabrera-Bello consiguió vengarse del mismo con un 67 (-5) final para un acumulado de -1 en la cuadragésimo sexta plaza, mientras que Álvaro Quirós firmó un 76 (+4) para concluir en la sexagésimo quinta posición.
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