En un duelo entre ingleses, Ian Poulter se ha impuesto a Luke Donald por 2&1 en una final del Volvo World Match Play Championship plena de emoción pero justita de calidad, sobre todo si tenemos en cuenta la brillantez de las rondas anteriores. Poulter se convierte así en el primer jugador que se hace con los dos principales torneos match-play, el Accenture y este Volvo, título honorífico al que también aspiraba Donald.
Donald y Poulter, orden y caos, solidez y genialidad, son dos caras de una misma moneda, dos sendas que les han llevado al último partido de este espectacular Volvo World Match Play Championship. La final ha estado caracterizada por el juego ramplón, como suele decir Miguel Ángel Jiménez cuando se le tuerce la vuelta, en la que la emoción y la igualdad en el marcador han ejercido de sustitutos de la calidad, que solo ha aparecido en destellos puntuales en el tramo final de la vuelta, por lo general protagonizados por Poulter.
Ni siquiera podemos de hablar de “altibajos” en el juego de los ingleses ya que apenas ha habido altos en la vuelta, aunque la incertidumbre en el marcador y los atractivos argumentos secundarios que rodeaban a este partido han mantenido el interés de los espectadores que han acudido a Finca Cortesín.
Entre el subtexto del final del torneo estaba la posibilidad de que Luke Donald se convirtiera en número 1 del mundo y número 1 de la Race to Dubai, la impresionante racha de victorias individuales de Donald en match play (una en la Ryder, seis en el Accenture y cinco en el Volvo o el regalo que Poulter había prometido a su hijo (también llamado Luke), ya que hoy era su cumpleaños.
Ambos jugadores acusaron el cansancio acumulado a lo largo de toda la semana, aunque a Donald se le intuyó más afectado en el tramo definitivo de la vuelta. Sin embargo, era su rival el que llevaba más hoyos jugados: antes de salir a la final, Poulter había jugado 109 hoyos desde el miércoles, dado que había disputado el pro am previo al torneo, y todos sus partidos habían llegado al 18 (e incluso en la semifinal tuvo un hoyo de propina del desempate contra el belga Colsaerts).
Poulter provocó la primera gran ovación del público congregado en Finca Cortesín embocando un putt kilométrico para birdie en el 12, el primer rayo de sol en una vuelta gris pese al gran tiempo reinante en Casares, a la que sucedió una gran sacada de búnker en el 13 para salvar el par (Donald perdonó fallando un putt de tres metros) y un brillante segundo golpe en el 14. En el 15, Donald cometía un bogey imprevisto cuando tenía dos putts para ganar el hoyo y empataba un hoyo que tenía ganado por culpa de una cruel corbata, y en el 16 Poulter, que había olido la sangre, se lanzó a la yugular de su rival dejando la bola en bandera.
En el 17, y después de dos salidas vulgares, Poulter volvía a salvar el par con un gran putt y se llevaba el título sin llegar por primera vez en la semana al hoyo 18, ante un Donald cansado, desdibujado y fallón con el palo más corto de la bolsa. Poulter cerraba el puño, liberaba tensiones de manera contenida y ya solo le faltaba saludar a su rival y dedicar el triunfo a su hijo en la entrevista televisada en cuanto se le presentó la oportunidad.
Aprovechando el término que la prensa inglesa utiliza para identificar al mejor jugador de un partido, sin duda Ian Poulter es el man of the match… play.
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