Con una tarjeta final de 72 impactos (+2), Justin Rose concluía en la decimosegunda posición de un The US Open Championship donde el alemán Martin Kaymer y su inesperada afinidad por la endiablada preparación del recorrido número 2 de Pinehurst Resort nunca le permitieron optar a la defensa de un título logrado in extremis doce meses antes tras resistir el empuje del segundo de los australianos (Jason Day) y el favorito local Phil Mickelson.
En la rueda de prensa posterior, el espigado golfista inglés fue interpelado por un periodista sobre el marcado éxito de golf europeo en este torneo en el último lustro, con cuatro de los últimos cinco campeones (Martin Kaymer 2014, Justin Rose 2013, Rory McIlroy 2011, Graeme McDowell 2010) nacidos en el viejo continente. En concreto, esta fue la pregunta:
“Este ha sido el cuarto triunfo europeo de los cinco últimos US Open. Conoces los antecedentes y éste no solía ser el caso. ¿Por qué crees que está ocurriendo ahora?”
Y ésta fue la respuesta de Justin Rose, que a buen seguro agradaría al todopoderoso comisionado del PGA Tour, especialmente ahora que la decadencia de Tiger Woods está hundiendo las audiencias en la televisión estadounidense y se espera como agua de mayo su regreso esta semana en el Quicken Loans National:
“Creo que muchos de nosotros jugamos la mayoría de nuestro golf aquí y hemos hecho de los EE. UU. nuestro hogar. Venir a jugar aquí ya no os resulta extraño. Por supuesto, jugamos principalmente en el PGA Tour, una base fantástica. Juegas en grandes escenarios, delante de mucha gente. Estás más cómodo, mientras que antes el cambio era más brusco o acentuado. En Europa, el público quizás no es tan numeroso, y de repente en estos grandes campeonatos te encuentras ante una multitud. Así es como lo veo. Creo que geográficamente somos ahora casi norteamericanos, por la forma en la que preparamos nuestro calendario.”
Y se quedó tan ancho…
En los albores amateurs del The US Open Championship, las victorias de golfistas de origen británico pero nacionalizados estadounidenses eran una constante. De hecho, no sería hasta 1911, dieciséis ediciones después del triunfo inaugural del inglés Horace Rawlins en el Newport Country Club de Rhode Island, cuando John McDermott dedicara a sus conciudadanos la primera de una abrumadora racha de victorias cien por cien estadounidenses que durante ochenta y dos años solo se vería interrumpida por los destellos del sudafricano Gary Player (1965), el inglés Tony Jacklin (1970) y el australiano David Graham (1981).
Sin embargo, no sería hasta la década de los noventa cuando un grupo de golfistas del hemisferio sur lograron definitivamente internacionalizar el palmarés del Abierto Nacional de los Estados Unidos. Ernie Els (1994, 1997), Retief Goosen (2001, 2004), Michael Campbell (2005), Geoff Ogilvy (2006) y Ángel Cabrera (2007) rompían con la monotonía de las barras y las estrellas a pesar de un Tiger Woods que en sus mejores años profesionales se hacía con los Abiertos de 2000, 2002 y 2008. Con el cambio de década, se podría decir en vista de lo sucedido en el último lustro que una nueva generación de golfistas europeos ha cogido el relevo en el historial de un The US Open Championship que ahora solo presenta tres victorias locales de las últimas diez.
Y en esto que llega Justin Rose y atribuye este cambio de tendencia a la norteamericanización de unos pobres golfistas otrora temerosos de jugar ante grandes audiencias y lejos de su pequeño circuito europeo. Y lo más curioso es que no menciona la única circunstancia que sí podría usarse como excusa fácil, la mayor similitud con la velocidad media de los greenes en el PGA Tour respecto a la que encontramos en el Viejo Continente y Asia, si bien la preparación del rough que dispone el European Tour sí estaría más cercana a los cánones de la USGA que el campo abonado a bombarderos que nos ofrece semana tras semana su equivalente estadounidense.
Casualidad o no, la única relación de causa-efecto que puede establecerse con objetividad más absoluta es la de un cambio de tendencia en el devenir del The US Open Championship desde que el antiguo director del European Tour, Ken Schofield, presionara a finales de los ochenta a la USGA para que modificara los criterios de clasificación y abriera la puerta a grandes jugadores internacionales que no tenían en el PGA Tour su lugar de residencia. De hecho, los primeros triunfos de Ernie Els y Retief Goosen, y las inesperadas victorias de Michael Campbell y Ángel Cabrera se produjeron cuando éstos aun fijaban Europa como el epicentro de su calendario internacional.
Y entre medias también podríamos reflejar las finalmente fallidas intentonas de Nick Faldo, Ian Woosnam, o de un Colin Montgomerie que hasta cuatro veces se quedó compuesto y sin un triunfo esquivo ya para siempre (1992, tercero a tres golpes de Tom Kite; 1994, cayó en el desempate a tres con Ernie Els; 1997, segundo a un impacto de su némesis sudafricana; 2006, segundo a un golpe de Geoff Ogilvy después de fallar el par en el 18), o las cada vez menos puntuales irrupciones en la clasificación final de golfistas procedentes de la clase media europea como Ross Fisher, Niclas Fasth o Kenneth Ferrie.
Otro detalle, este ya algo más interesado. Cuando Graeme McDowell logró su hasta ahora único major en 2010 disputó en el Circuito Europeo la friolera de veinticuatro torneos, por diez en el PGA Tour. 2011 no sería únicamente el año del primer salmón para Rory McIlroy sino el de su regreso cuasitriunfal a la Race To Dubai donde jugaría 19 campeonatos, por 10 en el todopoderoso PGA Tour; y el US PGA Championship de 2010 de Martin Kaymer llegó en una temporada donde el alemán se adjudicó la lista de ganancias del Circuito Europeo y donde de nuevo sobresalen sus 22 apariciones, por las 10 en el PGA Tour. ¿Les suena esta cifra recurrente de 10 torneos disputados en el PGA Tour? Es la cifra que el PGA Tour limita a los golfistas no miembros… y donde se incluyen campeonatos que computan para ambos circuitos como los majors y los World Golf Championships…
Para terminar, un apunte, desde que Lee Westwood norteamericanizara su calendario en 2012 en un intento de mejorar una “pobre” carrera profesional de 39 triunfos, un número uno mundial, una Volvo Order of Merit y una Race To Dubai en el European Tour, y hacerse así con el ansiado primer major (hasta siete veces merodeó la victoria final entre 2008 y 2012), solo ha conseguido descolgarse en la clasificación mundial hasta la trigésima plaza actual… y sigue inédito en el PGA Tour desde el St Jude Classic de 2010.
Entonces, ¿es la norteamericanización de los golfistas europeos la clave del éxito, Justin? ¿O podría ser la subida de nivel del golf internacional (esto es, más allá del muro… del PGA Tour)?
PD: Cifras de asistencia del BMW PGA Championship > 90.000 espectadores, Nordea Masters > 80.000 espectadores, The Irish Open > 100.000 espectadores, The Scottish Open > 70.000 espectadores…
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