Zona Pro
Perder es el motor del deportista
Enrique Soto | 29 de junio de 2014
Rafa ha vuelto a perder, en el sentido más estricto de la palabra. Salió a tres golpes de la cabeza en el BMW International Open tras una jornada discreta, como muchas otras a lo largo de este año. “Algo debe pasar por su cabeza a mitad de torneo”, pensarán algunos. Ha sido una constante a lo largo de toda esta temporada: el buen juego se sucede, las rondas bajas se repiten, Rafa se sitúa en lo más alto de la clasificación y, como atizado por un relámpago, se cae en uno de los cuatro días. Es frustrante para nosotros, que le vemos desde casa siempre con el mismo gesto concentrado, serio, pausado, como contemplando una película de suspense. Más lo debe ser para él, que intenta cazar un trofeo y se tropieza cuando va el primero en la carrera.
En el golf, el deporte en el que probablemente le importen menos los resultados a sus deportistas, siempre hay que mirar en el largo plazo. Siempre. Lo hizo Bubba cuando dejó de cabrearse tras cada drive descentrado, Adam Scott cuando dejó de pensar que tenía que ser Tiger, Sergio cuando dejó de considerarse una joven promesa o McIlroy cuando tiró aquel liderato en Augusta. Son continuas decepciones que solo te llevan a mirar hacia delante, como en una tragedia griega. Pierdes, pierdes y pierdes, un poco en cada vuelta, un montón al final del año. Y Rafa, en el largo plazo más reciente, tiene esto:
Son sus notas, como recién terminado el curso escolar. Miren en cada top 10 y encontrarán tres buenas rondas, por debajo de los 70 impactos. Localicen la otra: el 73 de Abu Dhabi y Catar, el 75 del Trophée Hassan II, el 71 del Volvo China Open o el 70 de esta semana en Alemania. No se pueden entregar tres buenas rondas en cuatro días si no se está jugando a gran nivel, eso es obvio, aunque tampoco se puede entregar una de las otras si se quiere ganar con claridad. Ahí está Rafa, en una zona de nadie peligrosa, entre el mísero corte superado y la miel de la victoria. Bajarse de ahí es fácil, subir es un mundo.
Ha estado muy cerca de alcanzar la cima hasta un golpe en el cuarto hoyo de desempate. Fue una madera 3 desde el rough, en un par 4. Su salida no fue nada del otro mundo, pero aquel intento de aproximación a green fue nefasto, quizá el peor impacto de toda su semana. A veces ocurre así: la situación está bajo control, estás pegando buenos golpes y, de repente, comienza a llover, estás en un playoff contra un tipo que se llama Stenson y no falla ni aunque le presiones, tienes tantas ganas de ganar que resulta imposible controlar la emoción. Bum. Adiós al torneo.
Xesco Espar, entrenador de balonmano, dijo una vez que para llegar a la excelencia es necesario formarse, pero para traspasarla hay que transformarse. La historia de la temporada de Rafa es la misma que la que aconteció hoy en ese playoff: pegó un hierro descomunal a bandera en el segundo hoyo, un drive a green (repito, un drive a green) que le dio una oportunidad de ganar como un espartano ante los persas y, poco después, ejecutó un golpe tan pobre que le privó de ganar al instante. Lo mismo que entregar tres vueltas de 65 y una de 75, lo mejor y lo peor. Esa transformación es lo que le hace falta.
¿Método? Evidente. Seguir intentándolo. Perder es el motor del deportista y el español puede pensar hoy que ha perdido; como decíamos al comienzo, que ha vuelto a perder. Pero el golf, como una carrera de fondo o una batalla por la supervivencia, nunca se trató de eso, de levantar un trofeo o irse a casa cabizbajo, sino de aguantar. Rafa ganará de nuevo en Europa zancada a zancada.
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