Con una bonita floritura final, un improbable putt de 20 metros que encontró el fondo del hoyo, cerraba el Irish Open su campeón de 2013, Paul Casey, en un día poco propicio para el preciosismo y marcado por las duras condiciones y el viento que azotó el Montgomerie Course de Carton House.
De este modo ponía fin a dos años y medio de espera y sinsabores, salpicado de problemas físicos y técnicos que le habían mantenido alejado del círculo de ganadores a un jugador acostumbrado a moverse entre la élite y que había acabado en la terra incognita de aquellos que tienen que luchar cada semana para acudir a los escenarios más importantes (tuvo que ganarse su plaza en el reciente US Open en la previa de Walton Heath), en el limbo de los que necesitan una referencia para recordar qué se siente recogiendo un trofeo, algo que ya había logrado once veces en el European Tour.
«Ha habido momentos bajos y es complicado mantenerlos al margen, pero eso es lo que hay que hacer, creer en ti mismo y trabajar en lo adecuado. No hay ningún nuevo secreto mágico, al menos no para mí. Hay que trabajar en lo mismo de siempre, esforzarse al máximo, simplificar y, bueno, luego está esa pizca de confianza que da el cambio de putter», explicaba Casey al finalizar la vuelta, que también declaraba haberse sentido inspirado por el triunfo de su compatriota Justin Rose en el último US Open.
Su vuelta final, prácticamente impecable, con una racha irresistible a partir del 8, solo interrumpida por un par de sustos en los hoyos 15 y 16. Hasta su «demarraje», el protagonista del día había sido José María Olazábal, líder con -12 a esas alturas. El de Hondarribia nos hacía soñar con una victoria salvífica, un remate épico para un Irish Open que había sido especialmente duro con los ganadores de majors, pero dos bogeys consecutivos hacían descarrilar sus esperanzas y lo relegaban de una lucha por el título.
Entonces tomaba el relevo brevemente Joost Luiten, aunque ni el holandés ni Pablo Larrazábal, que iba en su mismo partido, conseguían arrancar la máquina de los birdies y se iban dejando opciones aquí y allá en una jornada de supervivencia. Al final, por detrás llegaba Robert Rock para igualar en el segundo escalón del podio a Luiten, mientras que el barcelonés quedaba en la cuarta plaza.
«Ha sido un día complicado. Con lo que ha soplado el viento, cualquiera podría haber ganado. Un pequeño error en el 15 me ha quitado muchas de mis posibilidades pero estoy contento con otro cuarto puesto, otra semana ahí en la pelea y subiendo en todos los rankings», contaba Larrazábal, que afronta a continuación el Open de Francia, título que ya ha ganado y que podría abrirle la puerta del Open Championship.
Aun así, gran balance para el golf español en este difícil Irish Open, con Larrazábal en la cuarta plaza, Cabrera-Bello, Quirós y Olazábal compartiendo la quinta, Cañizares en la décima, Lara en la decimoquinta y De la Riva en la trigésimo segunda después de firmar la segunda mejor vuelta del día.
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