La eterna búsqueda de la perfección por parte de los golfistas profesionales a veces les lleva a tomar decisiones nocivas para su juego. Después de disfrutar de sus dos mejores años en el PGA Tour, a finales del año pasado Ryan Palmer decidió cambiar de putter después de una mala racha sobre los greenes. Después de comenzar el año fallando el corte en el Sony Open y el Humana Challenge, el estadounidense decidió recuperar su viejo putter de confianza, que descansaba en el garaje esperando una oportunidad. El resultado: 64 golpes (-7) en la primera vuelta del Waste Management Phoenix Open.
A un golpe, Webb Simpson defiende su condición de jugador de mejor ranking mundial en este concurrido y bullicioso torneo con -5, mientras que a dos aparece un nutrido grupo de ocho perseguidores entre los que destacan Jarrod Lyle, que entró a última hora gracias a la baja de Nick Watney, Chez Reavie, uno de los miembros de los Sun Devils de Arizona State presentes en este torneo, el bombardero Bubba Watson y Jason Dufner, que perdió el año pasado el título de este Waste Management Phoenix Open en el desempate ante Mark Wilson.
Un poco por detrás, Phil Mickelson parece enderezar su rumbo con su -3 del día (comparte decimonovena plaza con Dustin Johnson y Keegan Bradley, entre otros).
Y en el apartado de anécdotas (esperemos que solo eso), duele ver el desplome de Stewart Cink, todo un campeón de Open Championship (en aquel inolvidable desempate contra Tom Watson en Turnberry) que ha igualado el peor resultado de su carrera (y el segundo peor con respecto al par) con su 83 de ayer.
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