No hay nada mejor que un 66 para fulminar la ansiedad y las «angustias», término que Miguel Ángel Jiménez utiliza para identificar a la ciudad que alberga el Masters. Un resultado contundente y tranquilizador, una tarjeta que permite soñar con cotas más altas, una cifra «ansiolítica» y que debería aportar paz en la mente del español e inquietud en la de sus rivales.
Ese ha sido su discurso durante toda la semana: para hacer algo en el torneo se necesitan tres cosas: paciencia, paciencia y paciencia. Pero sin quitar razón al sabio golfista de Churriana, en el Augusta National la paciencia tiene que ir acompañada de una dosis más que generosa de calidad aderezada con una buena ración de talento. En la jornada sabatina, la llamada «del movimiento», Jiménez sacó a relucir lo mejor de su nutrido repertorio: drives certeros, hierros teledirigidos y un putter que le dio más alegrías que en la jornada previa.
Así fueron cayendo los birdies, por acoso y derribo, y eso que el de Churriana dejó que se escaparan «vivos» tres de los pares 5 del campo, hoyos que en Augusta son de los pocos asideros que otorgan con regularidad opciones de restar golpes a la tarjeta. Y Jiménez remataba y sonreía. «A la gente se le olvida sonreír en el campo de golf», declaraba en la rueda de prensa posterior. Ese talante le ha permitido recuperar la paz y el ritmo necesarios para pasar de 76 a 66 golpes en apenas 24 horas. «Paciencia y compromiso con el golpe», afirmaba Jiménez cuando se le pedía que identificara las claves de un resultado tan notable. Y si a eso le sumamos la actitud con la que afronta sus vueltas en Augusta, no es de extrañar que obtenga estos resultados. «Me encanta el lugar. Juegues como juegues, es maravilloso».
Con 26 años como profesional, con los 50 ya cumplidos, Jiménez tiene claro que la consecución de un major sería la guinda al pastel de una carrera en la que ya acumula veinte títulos. Y solo le vale la victoria: le da igual si queda en el top 12 y se clasifica para el año que viene, o si los puntos que obtendrá en Augusta le acercan a la Ryder (aunque McGinley ya le ha indicado que necesita a gente de su experiencia en el equipo).
Jiménez está seguro de que el verde le sienta bien, y quiere comprobarlo in situ. En apenas unas horas sabremos si el de Churriana se adjudica la prenda más codiciada del panorama golfístico.
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