Rory McIlroy lleva tiempo armando el brazo, preparando el golpe, planeando el asalto al número 1. Con cada vuelta, daba un paso más. Con cada torneo, se afianzaba en el ranking. Con cada top 5 logrado (9 en los 10 últimos torneos que ha jugado), se abría hueco no solo en la clasificación, sino también en el subconsciente de sus rivales.
Y es que las cifras de McIlroy resisten cualquier comparación. Ni siquiera Donald, en su tramo más brillante del año pasado, estuvo a la altura de la racha actual del norirlandés… aunque haya quien le achaque al golfista de Holywood una aparente falta de instinto asesino. La derrota ante Hunter Mahan en el Accenture Match no entraba en sus planes, pero no se la tomó a la tremenda. Como contrapartida, en semifinales puso en su sitio a Lee Westwood, número 3 del mundo y una de sus posibles némesis en 2012.
Con Donald diluido, Westwood controlado y Woods lejos de su mejor versión, McIlroy está a punto de hacerse
con el número 1 del mundo con apenas 22 años, unos pocos meses más de los que tenía Tiger cuando ocupó esta posición de privilegio por vez primera. Y casi todo el mundo coincide en que el número 1 es fruta madura que terminará cayendo. Aunque el Champion Course del PGA National es un campo lo suficientemente traicionero como para no dar nada por sentado (y menos con las condiciones de juego que se esperan para mañana, que han obligado a adelantar las salidas), el norirlandés lo tiene en su mano.
En la segunda jornada podía haber empezado fácilmente con cinco birdies consecutivos (se quedaron en tres, entre el 3 y el 5), aunque a continuación tropezaba en los hoyos 6 y 7, y tenía que esperar a la segunda mitad para retomar la senda del birdie (magnífico su tiro en el 15, hoyo de apertura de la «trampa del oso»). Al final, -4 en el día, -11 en el total y mañana saldrá líder con dos golpes de ventaja sobre el novato Harris English (que el año pasado ya ganó un torneo del Nationwide como amateur) y un heroico Tom Gillis, magistral en sus recuperaciones pese a jugar casi toda la vuelta a contracorriente.
Más lejos quedan ya Keegan Bradley (aunque el campeón del PGA Championship siempre es rival peligroso), Brian Harman, la sensación de la segunda vuelta, y el inglés Justin Rose, los tres con -7, y totalmente descartado está Tiger Woods, a nueve golpes de McIlroy aunque volvió a ganar al campo. Su decimoctava posición sería satisfactoria… para cualquier otro jugador.
Por último, José María Olazábal ha tenido un día complicado desde el tee de salida y en los greenes y ha terminado con +4 en el día, con lo que ha descendido a la sexagésimo octava plaza.
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