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Zona Pro

Más fuerte, más sólido, más líder

Enrique Soto | 15 de marzo de 2014

Solo Alejandro Cañizares conoce los motivos por los que fue capaz de ganar el Russian Open, allá por 2006, e ir retrocediendo hasta la mitad de la tabla en la mayoría de torneos durante los últimos años. Ha sido un proceso, como se suele decir, en el que le hemos escuchado hablar de cómo iba evolucionando en el campo como jugador, y no necesariamente en lo que al swing se refiere. “Mi actitud ha sido buena”, declaró en múltiples ocasiones el año pasado; “he sabido controlar los nervios”, añadió también en otra. Poco a poco, en esa habitación oscura y húmeda llamada cerebro, su golf comenzó a madurar y a dejar que aflorara su talento.

Porque el talento era evidente, al menos cuando hablamos de un chico que fue a una universidad americana para enfrentarse a los mejores amateurs del mundo o que fue capaz de ganar en su sexto torneo en el European Tour. No ha seguido la evolución natural de otros, más pausada y metódica, durante la juventud, sino que ha tenido que afrontarla cuando ya llevaba unas cuantas experiencias en la mochila. Una luz, o varias, se encendieron en el BMW PGA Championship o en el Omega European Masters del año pasado, donde salió con opciones de ganar el domingo. Esa marcha tranquila y sosegada está desatándose estos días en Agadir, Marruecos, como un volcán que ha esperado durante siglos a entrar en erupción.

Todo este camino hacia la victoria que ha seguido Alejandro se podría resumir en el hoyo dieciocho de la tercera jornada del Trophée Hassan II, donde marchaba líder en la tabla. Inició el par 4, de 443 metros, con una salida algo pobre que le dejó un segundo más largo que a Benson o a Cabrera-Bello, sus compañeros de partido. Miró al público que caminaba cerca del tee y resopló, pensando en qué bien podían haber estado parados mientras impactaba a la bola. Eso, en otras vueltas o años, podría haberse traducido en un bogey en la última prueba del día. Pero ahora no, porque a través de muchos hoyos como este ha aprendido a aislar esos momentos en su cabeza. Caminó hacia su bola en calle, a doscientos metros de bandera, y envió un hierro cuatro a las nubes al que gritó enérgicamente, como si fuera a fallar el green. Terminó a cuatro metros del hoyo.

Fue un par, finalmente, que bien podría haber resumido una vuelta, un torneo o, simplemente, su evolución personal: Cañizares es ahora más fuerte por dentro, más sólido por fuera y más líder en la clasificación. Ha respondido a “uno de esos días” con un 68 y un 69, mientras sus rivales se miraban unos a otros peleándose por la segunda plaza. Seve Benson firmó un más dos en el día, ennegrecido por un triple bogey en el doce, mientras que Rafa se fue diluyendo en los greenes y alrededores hasta alcanzar un 75. Le sucedió a Alejandro en múltiples ocasiones en el pasado, pero ahora lo sufre el resto: ganar es también una cuestión de persistencia y confianza en uno mismo.

“Fue un día duro, especialmente en los nueve primeros, con banderas que eran difíciles incluso para hacer dos putts”, declaró. “Es una buena vuelta. No estuve algo fino desde el tee, fallando algo a la derecha, por lo que tengo algo que trabajar. Pero estoy feliz por haber finalizado una vuelta por debajo de setenta y espero poder continuar mañana. Mi objetivo era llegar a menos veinte. Estuve intentando mirar hacia delante durante la jornada, nunca hacia atrás”. Ahora tiene a Benson a seis impactos, mientras que Robert-Jan Derksen espera ya a siete. “En este deporte todo puede pasar. Se ha visto que en este campo puedes ir muy bajo, tengo que seguir insistiendo y hacerlo lo mejor que pueda en cada golpe”.

Rafa descendió hasta decimosegunda posición, en el menos seis, empatando con Jorge Campillo, que entregó 70 golpes. Nacho Elvira, por su parte, firmó un 68 que le valió subir hasta la vigésimo novena plaza (menos tres). José Manuel Lara es quincuagésimo primero (par) y Eduardo de la Riva sexagésimo quinto (más cuatro).

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