Los swings más raros del mundo

Enrique Soto | 29 de agosto de 2013

Ha llegado el momento que todos estabais esperando. Ya sabéis que en Crónica Golf nos encantan los vídeos grabados por los aficionados, como ya os demostramos con las mejores bromas en un campo de golf, así que no podíamos dejar de lado a los swings más extravagantes. Aquí la lista es prácticamente infinita, pero hemos querido ir un poco más allá de lo que nos ofrecen Jim Furyk o Bubba Watson. Estos dos, por lo menos, le pegan muy bien a la bola.

En primer lugar tenemos el “swing ninja”, que no os recomendamos que intentéis el fin de semana ya que pondrías en riesgo vuestro cuerpo y el de cualquiera a veinte metros a la redonda. Dejemos esto a los japoneses, por ahora.

En segundo lugar, tenemos a un aficionado que llevó un ejercicio que le recomendó su profesor para aprender a cambiar el peso a un nuevo nivel. Si lo practica, lo lleva hasta el final. Aquí le vemos en el campo pegando zancadas en el aire.

En tercer lugar, un profesor de tango nos demuestra el papel totalmente irrelevante de las caderas cuando eres capaz de bailar como los ángeles. El de las caderas y, bueno, el de mirar un par de veces al objetivo antes de tirar a green.

En el siguiente tenemos a un pobre aficionado que, a juzgar por su backswing, no debe llevar mucho tiempo pegando bolas. En cualquier caso es necesario reconocer su imaginación a la hora de crear algo distinto, a camino entre Furyk, un helicóptero y una fractura múltiple de las muñecas.

A este protagonista le tendremos dentro de poco entre los gurús más cotizados de la enseñanza. Para que seguir el mismo camino al bajar que al subir el palo, debió pensar. Bueno, el resultado no es nada malo, por lo que a lo mejor nos demuestra una nueva manera de pegar a la bola.

No podía faltar un clásico en lo que a swing extraños se refiere. Se trata de Charles Barkley, un fenómeno machacando cerca del aro y todo un desastre cuando se enfrenta a una bola de golf. El bueno de Charles mejoró mucho gracias a Hank Haney, pero antes nos dejó joyas como esta.

Y por último, y para no olvidar que aquí todos somos capaces de lo peor, un buen aficionado frente a sus compañeros de fin de semana. “Le vas a dar mal”, le decían. Y el pobre, ante la inaguantable presión de pegar el mejor golpe de su vida, casi desgracia al cámara. Para jugar a esto hace falta ser un valiente.

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