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Zona Pro

Los niños prodigio

Enrique Soto | 23 de abril de 2013

El próximo jueves Tianlang Guan saldrá en uno de los partidos del Zurich Classic de Nueva Orleans. El chico de catorce años que consiguió pasar el corte en el Masters se enfrenta a otro recorrido distinto, y esta vez no habrá podido practicar tres semanas antes del torneo, como hizo en el Augusta National. “Espero jugar bien, disfrutar y divertirme”, dijo el chino hace unos días. Lleva casi un mes fuera de casa, viviendo con sus padres en Estados Unidos, y es probable que intente clasificarse para el U.S. Open en el mes de junio, por lo que su estancia podría alargarse todavía más. Hay algo que no parece encajar muy bien en toda su historia.

A pesar de estar todavía en el colegio, Guan ha planificado su año como un profesional en busca de oportunidades en los distintos circuitos. Talento le sobra, como demostró hace dos semanas. “Todas las partes de su juego están a gran nivel”, dijo Ben Crenshaw, su compañero de partido. “No podía creerme su actitud y la confianza que mostraba en lo que estaba haciendo. No dejaba que nada a su alrededor le afectara”. Las estadísticas así lo reflejaron: fue el que menos putts hizo en Augusta (empatado con Rickie Fowler) y el único junto a Lee Westwood que no cometió tres putts en ningún hoyo. No había otra forma. Si Guan quería pasar el corte, su juego corto tendría que rayar la excelencia.

Durante los últimos años hemos podido ver a algunos niños prodigio batirse el cobre con los profesionales, especialmente en el golf femenino. De entre todos los casos, el de Michelle Wie es quizá el más llamativo. Participó por primera vez en un grande cuando tenía trece años (Kraft Nabisco Championship) y finalizó novena; un par de meses más tarde, quedó trigésimo novena en el U.S. Women’s Open y durante los siguientes dos años luchó por el título en varios majors, finalizando segunda, tercera y cuarta en tres de ellos. Su progresión fue espectacular y parecía una cuestión de tiempo que empezara a dominar el golf como lo había hecho Tiger en el ámbito masculino. A los quince, Wie ya era profesional y en sus tres primeros grandes torneos finalizó tercera, quinta y de nuevo tercera. Una cuestión de tiempo. No ha vuelto a mejorar esos registros.

Fue Paul Azinger quien sacó a Wie como ejemplo para hablar de Guan: “El talento en bruto más grande de todos los tiempos, y todavía no ha explotado”, dijo en televisión. Hubo algo que la hawaiana se perdió entre los quince y los veinte, cuando consiguió su primera victoria. Se podía ver a una joven profesional con la cabeza baja por todos los campos que visitaba el LPGA Tour, buscando cómo sacar a la luz todo su talento. Daba clase con David Ledbetter, visitó a Stan Utley para mejorar su rendimiento con el putter, a Pia Nilsson y Lynn Marriott para tratar su actitud compitiendo… la lista es larga. Lo último que sabemos de ella es que mantiene una postura al patear digna de una lesión importante.

Michelle Wie patenado durante los primeros meses de 2013

Ella, sin embargo, se muestra contenta por cómo le van las cosas. Consiguió finalizar la carrera en Stanford y a menudo comenta que se siente bien, que está “deseando jugar”, pero por otra parte le vemos con las mismas dificultades de siempre. Lydia Ko, una amateur que al igual que Guan tiene catorce años, ya cuenta con más victorias que ella. La niña prodigio, como dijo Annika Sorenstam, es ahora “una entre muchas” y no es difícil ver cómo ella insiste en que no todo se reduce al golf. Lo pone hasta en su página web: “Michelle tiene toda una vida fuera de las cuerdas”; como si necesitara recordárselo.

“No tengas miedo de crecer despacio. Solo ten miedo de quedarte parado”, dice un proverbio chino. El talento hace que surjan más rápido habilidades con los que muchos otros no cuentan, pero también entraña un peligro inmenso. Ese gran salto, que le hace adelantar incluso al tiempo, puede llevar a destruir la más prometedora de las carreras, hasta el punto de que podemos ver cómo Wie parece llevar vividas dos o tres en la élite. Ty Tryon también lo sabe, al igual que Justin Rose, que finalizó segundo un Open para hundirse posteriormente en los rankings. Guan es tan joven que en ocasiones, al verle por televisión, da miedo. No tanto por su inmensa precocidad, sino por lo que podría sucederle si no llega a embocar ese putt.

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