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Zona Pro

Los mejores responden a la llamada

Enrique Soto | 19 de julio de 2012

Adam Scott tuvo la oportunidad de firmar la vuelta más baja en la historia de un major

Hacía años que no se veía una clasificación tan copada por los favoritos al final de la primera jornada del Open Championship. Casi no hubo lugar a las sorpresas. Adam Scott, Paul Lawrie, Zach Johnson, Nicolas Colsaerts, Ernie Els, Bubba Watson, Graeme McDowell, Tiger Woods, Rory McIlroy, Steve Stricker… Como si una casa de apuestas hubiera organizado los resultados en la tabla, cada uno de los jugadores llamados a responder en la gran cita que se disputa en nuestro continente fueron respondiendo uno a uno, birdie a birdie, en un Royal Lytham desconocido y calmado por un clima benigno.

Cuando Adam Scott llegó con seis golpes bajo par al hoyo 15, todo parecía indicar que la barrera de los 63 impactos parecía estar a punto de derribarse. Es la vuelta más baja jamás conseguida en un major y ya han pasado casi cuarenta años desde que Johnny Miller lo consiguiera en el U.S. Open de 1973. Han sido muchos los jugadores que desde entonces se han acercado a superarle y hoy, en un links libre de viento, Scott estuvo muy cerca. “Estaba esperando a usar el servicio antes del hoyo 17 cuando me di cuenta de que era un par 70”, declaró al final de su vuelta. Entonces fue consciente de que la hazaña era posible.

“Es una de las cosas que no quieres que pasen por tu mente, pensar sobre tu resultado y pensamientos por el estilo”. Con dos pares en los dos últimos hoyos, finalizó líder en la casa club en unos dieciocho hoyos que sin ser históricos, le acercan un poco más a su primer major. “No he alcanzado todavía mi objetivo de ganar uno. Es lo que he deseado desde que era un niño y lo que he pensado desde que era profesional, por lo que todavía lo tengo pendiente”. El primer paso está dado, y la forma de conseguirlo indica que es perfectamente capaz de mantenerse arriba durante la semana: más del setenta por ciento de calles y greenes en regulación.

Para el australiano, sería mejor no echar la vista atrás. Un rejuvenecido Paul Lawrie acecha desde el descanso que obtuvo al no jugar el U.S. Open y desde la experiencia que le otorga haber ganado ya este torneo. El escocés sabe que ésta es su temporada, la de las segundas oportunidades. La de volver al círculo de ganadores en el Circuito Europeo, acariciar la jarra de clarete, la de volver a llevar la bandera europea en la Ryder Cup. Y como sabe que el tiempo por delante es limitado, lleva su campaña a cabo con una decisión que asusta, a pesar de contar con cuarenta y tres años. Al verle jugar no es necesario fijarse en la estadísticas. Royal Lytham es un links y Lawrie sabe que no solo de las calles salen los birdies, que a veces los pares son la mayor recompensa.

Completando la lista de jugadores en cinco bajo par: una realidad y una promesa. Mientras Zach Johnson ha seguido jugando el mismo golf que le llevó la pasada semana a ganar el John Deere Classic, Nicolas Colsaerts flirtea con los primeros puestos de la clasificación. Sus armas son muy distintas, tanto a la hora de pegar a la bola como mentalmente. Johnson se encuentra ahora mismo más cerca que cualquier otro jugador de ser una maquinaria de precisión con un hierro en las manos, mientras que Colsaerts ha sabido aunar su potencia y descaro con unas condiciones de juego asequibles. Dicen que jugar un torneo previo a la semana de un grande no es lo más recomendable, sobre todo si además se gana. Ahora bien, ver clavar los tiros a green a Johnson hace olvidar este tipo de cosas.

Y si esta primera jornada trataba de tirar siempre desde la calle, evitando los fallos a la hora de atacar banderas, ahí estaba Brandt Snedeker para ejecutar el plan a la perfección. Con cuatro bajo par, se encuentra quinto en solitario con una cifra en sus espaldas: casi el 90% de greenes en regulación y marcando los requisitos necesarios para destacar en la tabla: no existen fallos en el camino a la victoria. Mientras que él no firmaba un solo bogey en su tarjeta, un golpe por detrás llegaban dos hombre capaces de sobreponerse a cualquier adversidad en el recorrido. Tanto Bubba Watson, campeón del Masters, como Graeme McDowell, campeón del U.S. Open, saben qué tienen que hacer para salir triunfantes de las calles de Royal Lytham, y es de agradecer que dos enormes talentos competitivos hayan decidido llegar en buenas condiciones a un torneo de estas características. Puede que la lluvia empape el campo durante una de las siguientes tres jornadas que un viento huracanado arrastre cualquier bola que se encuentre de por medio, pero sabemos por experiencia que ambos dos pelearán cada golpe que se encuentren camino al domingo. Bubba haciendo gritar a la bola con un palo elegido para ser clave esta semana, su hierro 2, mientras que G-Mac se dedicará a pegar un buen golpe en un hoyo, consiguiendo el birdie, y liberando el control de su talento encadenando uno tras otro, o salvando pares desde una hierba que le llega a las rodillas.

Pero si hay que hablar de talento, es decir, pegar golpes imposibles para el resto de los mortales, Rory McIlroy y Tiger Woods parten con ventaja. Están situados en tres bajo par sin sacar a relucir muchas de sus virtudes y guardando ases en la manga. “Estoy muy contento con lo que hice hoy”, comentó Woods al finalizar su vuelta. Y no es para menos, solo falló una calle y tres greenes, volviendo a enseñar los colmillos como durante las dos primeras jornadas de U.S. Open. La duda, en su caso, no es la capacidad sino la durabilidad: todavía quedan tres días de torneo. Para McIlroy funciona en sentido inverso, cuantos más hoyos, más opciones de birdie. El norirlandés salió a jugar por la tarde y a pesar de enviar una bola fuera de límites en el hoyo 15 fue capaz de redimirse con seis birdies, dos de ellos en los tres últimos hoyos. Si las condiciones meteorológicas se mantienen parecidas a las de esta primera jornada, McIlroy va camino de romper el viejo récord de los 62 impactos en un major.

Ernie Els, Steve Stricker, Peter Hanson y el japonés Toshinori Muto fueron el resto de jugadores que terminaron con 67 golpes. Rafael Cabrera-Bello fue el mejor de los nuestros y finalizó al par, un golpe menos que Miguel Ángel Jiménez. Gonzalo Fernández-Castaño entregó una tarjeta de 71 golpes después de encadenar varios fallos consecutivos del hoyo 10 al 12, mientras que Sergio García finalizó con dos arriba del campo. Pablo Larrazábal con mas tres y Alejandro Cañizares junto a Álvaro Quirós con cuatro arriba completan la participación española en un torneo en el que el corte puede ser sorprendentemente bajo, y se necesitarán más birdies que nunca para jugar el fin de semana.

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