Durante una semana, el Circuito Europeo ha conseguido reunir a los mejores jugadores del viejo continente en su evento estelar, el BMW PGA Championship. Allí han llegado vestidos de esmoquin los participantes de la última Ryder Cup, afincados ahora en Estados Unidos, para situar este torneo en el foco mediático que se merece. Wentworth les espera a todos ellos con las garras afiladas, a camino entre el menos seis con el que Luke Donald ganó en 2011 y el menos quince con el que lo consiguió en 2012. El campo promete castigar errores y no mostrar piedad alguna con quien desaproveche sus oportunidades de birdie, a un estilo muy europeo. No son necesarias bombas desde el tee de salida, sino mostrarse certero cerca y dentro de los greenes.
Han pasado unos cuantos meses desde que el equipo de José María Olazábal protagonizara la mayor remontada de su historia en el Medinah Country Club. En otras ocasiones solíamos hablar del “Efecto Ryder”, que provocaba que la confianza de muchos de los ganadores en la competición más tensa del golf profesional se disparara hasta catapultarles al máximo de sus posibilidades. No ha sucedido así tras la última victoria europea. Rose, Kaymer, McDowell, McIlroy, Donald, Westwood… todos ellos se han acostumbrado a ocupar varias de las primeras posiciones en el Ranking Mundial y las expectativas que tienen de ellos mismos no pueden ser más altas. Son capaces de ganar grandes, llegar al número uno y triunfar allá donde jueguen, sin importar el continente o los rivales. No necesitan que nada ni nadie les recuerde lo buenos que son.
Sin embargo, en algunos casos, su rendimiento ha estado bastante alejado de estas miras tan ambiciosas. De entre todos ellos, solo Graeme McDowell ha conseguido ganar este año y, además, en dos ocasiones distintas. G-Mac se ha reencontrado con su versión más poderosa, la del 2010, en la que ganó cuatro torneos y fue capaz de echarse a los hombros la responsabilidad de rematar a Estados Unidos en Celtic Manor. Sus argumentos para volver a triunfar en Wentworth son tan contundentes como sus estadísticas en el PGA Tour: cuarto en precisión desde el tee, decimosegundo en rendimiento con el putter, octavo en media de golpes y, sobre todo, primero en recuperaciones. Todas estas piezas encajadas durante cuatro días seguidos pueden provocar una victoria en cualquier torneo, ya sea esta semana o en el próximo U.S. Open.
El siguiente escalón lo componen jugadores que llevan oliendo un triunfo durante las últimas semanas. Sergio García es un buen representante de este grupo. A pesar de finalizar cinco veces entre los diez primeros en 2013 y no terminar nunca un torneo fuera de los veinte mejores, no son sus resultados lo que más llaman la atención. Sergio se ha recompuesto después de unos años complicados y está cimentando su buen juego en las áreas que históricamente no han sido sus puntos más fuertes. Sirva como ejemplo su rendimiento con el putter; talón de Aquiles indiscutible durante muchas temporadas y nueva e imponente arma sobre la que construir buenas vueltas. Es segundo en los greenes en las estadísticas del PGA Tour, solo por detrás de un tal Tiger. Igualmente impactante es su media de golpes, con la que se sitúa tercero del circuito, así como una estadística a menudo obviada, pero muy representativa de la realidad. Se llama «bounce back» y constata la capacidad de un jugador para responder a un bogey con un birdie. Sergio es segundo en este apartado, a pesar de todas las imágenes de enfados que pueden pasar por nuestra memoria.
Luke Donald tendrá especial protagonismo esta semana, en su búsqueda de una tercera victoria consecutiva en este evento. No tuvo un comienzo de año sencillo, fallando su primer corte de su carrera en el Circuito Europeo (Abierto de Malasia) y firmando actuaciones discretas a ambos lados del Atlántico. Pero Luke se está reencontrando con su mejor forma, la que le llevó al número uno y a ganar con la autoridad de los grandes campeones. Poco a poco, a base de top 10, está mejorando en áreas tan importantes para él como el número de putts por vuelta o los greenes en regulación, su combustible natural para conseguir birdies. En una posición similar se encuentran Justin Rose, Rory McIlroy o Lee Westwood: buenas vibraciones que podrían desembocar en un triunfo inminente.
Otros miembros del equipo de Olazábal, sin embargo, andan más perdidos de lo esperado a estas alturas de la temporada. Colsaerts está buscando el equilibrio necesario para compaginar dos circuitos; Poulter lleva encerrado unos meses en un laboratorio intentando trasladar la magia que despliega en match play al juego por golpes; Molinari parece haber encontrado algo de lo que le llevaba a coger todos los greenes en regulación, mientras que Kaymer y Lawrie sí que parecen más lejos que ningún otro de sus versiones más decisivas. Esta semana afrontan una gran prueba para demostrar que su confianza está intacta.
Nueve españoles más, a parte de Sergio, compiten esta semana: Gonzalo Fernández-Castaño, en su mejor estado de forma de las últimas temporadas; Miguel Ángel Jiménez, que celebra los seiscientos torneos en el Circuito Europeo; Rafael Cabrera-Bello, Pablo Larrazábal, Alejandro Cañizares, Ignacio Garrido, José Manuel Lara, Jorge Campillo y, tras unas semanas de descanso, José María Olazábal, que podrá comprobar de primera mano si el equipo que llevó a Medinah tiene algo que decir en los grandes torneos de 2013.
Alejandro Cañizares BMW PGA Championship European Tour Francesco Molinari Graeme McDowell Ian Poulter Ignacio Garrido Jorge Campillo José Manuel Lara José María Olazábal Justin Rose Lee Westwood Luke Donald Miguel Ángel Jiménez Nicolas Colsaerts Pablo Larrazábal Paul Lawrie Race to Dubai Race to Dubai 2013 Rafa Cabrera-Bello Rory McIlroy Sergio García Wentworth
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