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Zona Pro

Las españolas, tras los pasos de Raquel

Óscar Díaz | 18 de junio de 2014

Beatriz Recari, durante una vuelta de prácticas en Pinehurst (copyright USGA/Matt Sullivan)

No ha sido el US Women’s Open un torneo muy propicio para las españolas, ni siquiera para las componentes de esta generación de oro que tantas alegrías está dando al golf de nuestro país. Entre las seis golfistas que se enfrentarán esta semana al recorrido número 2 de Pinehurst suman 16 participaciones en este major (solo una de ellas, Marta Silva, se estrena), pero su mejor resultado es la decimonovena plaza que Azahara Muñoz logró en 2010.

No parece un balance halagüeño para las nuestras, pero las estadísticas (y los tópicos, como este mismo) están para romperse. E incluso en las cifras, si rebuscamos, podemos encontrar cierto consuelo dado que en este exigente torneo hay un récord con apellido español. Carriedo, para más señas.

La zaragozana Raquel Carriedo fue la primera española que jugó la Solheim Cup en 2000 y se convirtió en el anhelado relevo en el campo profesional (junto a Paula Martí) de Marta Figueras-Dotti, que durante tantos años ejerció de ejemplo y casi única referencia. Líder de ganancias del Ladies European Tour en 2001, intentó la aventura americana al año siguiente pero no consiguió sacarse la tarjeta en la escuela, con lo que quedó a merced de los designios de las invitaciones y de sus incursiones en los majors.

Aun así, llegó al Kraft Nabisco de 2002 encuadrada entre las favoritas y respondió a esa condición con dos magníficas vueltas que la dejaban, provisionalmente, entre las diez mejores. Pero la española tuvo la desgracia de firmar una tarjeta errónea y fue descalificada, con lo que tuvo que marcharse sin poder luchar por el baño en el famoso «Poppie’s Pond». Pese al revés, Carriedo cruzó el charco y se resarció imponiéndose en el siguiente torneo que jugó, el Tenerife Ladies Open, y meses después regresaba a Estados Unidos para enfrentarse al recorrido de Prairie Dunes en el US Women’s Open.

Después de tres vueltas de dura pugna con el campo, en el que los nervios pesaron más que las buenas sensaciones que le ofrecía el recorrido de Kansas, la española arrancó la cuarta y última jornada con unos espectaculares 30 golpes en la primera mitad (récord histórico que comparte con otras cuatro jugadoras), y acababa entregando un 66 que batía la marca del Prairie Dunes Country Club (luego la igualaría la campeona de aquella edición, Juli Inkster) y la aupaba a la cuarta plaza, mejor posición de una española en un US Women’s Open. Sin duda, una buena manera de compensar la decepción del Kraft Nabisco.

Resulta curioso repasar la hemeroteca y rescatar algunas de las declaraciones de aquel día de Raquel Carriedo, palabras impregnadas de sentido común que son aplicables a todas las sedes del US Women’s Open. Véase este ejemplo:

«Creo que hay que conocer muy bien los greens, sus ondulaciones, para estudiar dónde colocar la bola. Es muy importante situar la bola en el lugar correcto del green; si no, es muy fácil hacer tres putts».

Palabras que ya tienen doce años pero que parecen dichas ayer, un consejo que sin duda las españolas tendrán en cuenta en los peliagudos greens del número 2 de Pinehurst.

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