Karrinyup proviene de la palabra aborigen careniup y se refiere a los típicos bosques que en Australia crecen dentro de los humedales. Sin embargo, su traducción más probable sería algo así como «el lugar donde pastan los canguros». Sin duda, todo un acierto en lo que se refiere al Lake Karrinyup Golf Club, pues si por algo se caracteriza el autodenominado mejor campo de la costa oeste australiana no es por los peculiares búnkers, que también, sino por la imagen de dos canguros peleando en cualquiera de sus cuidadas calles. Nadie se extraña cuando un canguro aparece de la nada y, fijamente, observa al jugador como si del público más entendido se tratase.
La tradición manda hasta tal punto en este campo de las afueras de Perth que nadie se echa las manos la cabeza al descubrir que en su código de etiqueta hay una extensa definición de los calcetines que sí pueden usarse y cuales no. Peculiaridad única de un campo único, por los canguros y por su abolengo.
Alistair McKenzie, el diseñador del Augusta National, trabajó con muchos colaboradores pero con pocos lo hizo de una forma tan cercana como con Alex Russell, encargado en 1928 de diseñar un recorrido de 18 hoyos en torneo al lago Karrinyup, del que el campo recibe su nombre. Con los vientos de la costa oeste australiana siempre marcando la línea, este campo, considerado el decimoquinto de Australia, también es peculiar por las más de 75 especies de aves que acoge, por sus eucaliptos y, sobre todo, por los más de 20.000 árboles de alrededor de 20 especies que lo hacen realmente único y, al mismo tiempo, lo aíslan de una ciudad que desde la década de los 60 del siglo XX creció en torno a él.
Club privado de alta alcurnia, desde que acogió en 1952 el Abierto de Australia no ha parado de crecer en importancia, reconocimiento y calidad. Siempre cuidado hasta unos límites increíbles, el jugador medio rara vez podrá alcanzar los pares 5 con dos golpes —tal vez el hoyo 15, de 487 metros, que es el par 5 más corto del campo— y tres de sus cuatro pares tres rondan los 200 metros. Este nivel de exigencia se aprecia incluso antes de comenzar la vuelta, pues ya en el tee del hoyo 1 se descubren todas sus armas: un par 4 al que se le puede atacar con el drive pero que presenta una arbolada defensa en los laterales de la calle, unas ondulaciones más propias de los links escoceses, los «australian bunkers» y unos greens que si bien no son especialmente rápidos, si ofrecen una variedad de posiciones de bandera a cual más compleja.
Un campo sin rival —el recorrido más cercano es el campo público de Hamersley— que tiene en el hoyo 8 su «signature«, un par 3 de 201 metros que obliga a volar por encima del agua y a mover la bola de izquierda a derecha para aprovechar la orografía del green y evitar los cuatro búnkers y las zonas de escape que lo protegen prácticamente por todos su lados. Por eso ha sido la única sede en la que el Johnnie Walker Classic repitió en toda su historia. Golf «down under» en estado puro.
Alfredo Calle, autor de este texto, lleva toda la vida vinculado al mundo del golf y en su faceta de emprendedor acaba de poner en marcha Golf Dest, un club de golf virtual donde encontraréis descripciones de campos, fotos espectaculares, noticias de destinos, ofertas, torneos, circuitos amateur… y todo ello con unos precios muy especiales para todos sus integrantes. Mientras ultiman su página web, podéis encontrarlos en Facebook y Twitter.
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