Las matemáticas son tercas y contundentes. En 2011 se disputaron en España siete torneos del European Tour y tres del Ladies European Tour; dos años después, es más que posible que nuestro país solo albergue una prueba de cada uno de estos circuitos, las versiones masculina y femenina del Abierto de España.
El panorama para 2013 es dramático. Para empezar se tambalean los dos circuitos nacionales, el Peugeot Tour y el Banesto Tour. En el primer caso, la marca de automoción PSA Peugeot-Citröen está poniendo en marcha diversos expedientes de regulación de empleo y la consigna desde la matriz francesa está clara, con lo que el recorte de gastos se ha llevado por delante el patrocinio del circuito nacional masculino. Match Golf sigue luchando para conseguir una estructura de patrocinios viable y mantener un mínimo de cuatro pruebas, algunas de ellas apoyadas en el Alps Tour como la temporada pasada, y la puesta en marcha recién anunciada del Alps de las Castillas con el respaldo de las Federaciones de Castilla La Mancha y Castilla y León es la primera buena noticia que se ha recibido desde hace tiempo en este frente.
Por otro lado, la desaparición de la marca Banesto y su próxima integración en el Banco Santander corre un velo de incertidumbre sobre el futuro del circuito nacional femenino, aunque sus responsables ya están negociando con la entidad capitaneada por Emilio Botín para dar continuidad al proyecto.
Mientras tanto, en “primera división” francotiradores como Gonzalo Fernández-Castaño y Miguel Ángel Jiménez siguen haciendo encaje de bolillos con sus cuentas para sacar adelante una nueva edición del Madrid Masters y del Open de Andalucía, y solo encontramos algo de luz al final del túnel en el Challenge Tour, con la presencia de dos torneos en nuestro país (Challenge de España y Challenge de Madrid) y en la LET Access Series, gracias al reciente anuncio del nacimiento del Ocho Golf Ladies Open – Galicia para primeros de mayo.
Los motivos de esta carestía saltan a la vista: la actual coyuntura socioeconómica, la excesiva dependencia del dinero público en época de bonanza y la marcha de las poquísimas multinacionales dispuestas a apostar por el golf profesional en nuestro país han generado una situación casi insostenible. Los principales damnificados, los profesionales de golf del país que quieren seguir compitiendo, a los que se les hurtan opciones de juego y se les empuja a una emigración obligada y necesaria para mantener su nivel. Pero las alternativas tampoco son excesivamente halagüeñas: solo un puñado de golfistas cuenta con posibilidades de jugar en los principales circuitos, bien por méritos propios o por estar integrados en programas de formación y apoyo (como los Neo Pro de la RFEG o iniciativas similares de otras territoriales), e incluso se da el caso de alguna jugadora que dispone de tarjeta completa en el Ladies European Tour y apenas cuenta con presupuesto para cubrir un tercio de la temporada ante la falta de apoyos.
Este estrangulamiento al colectivo de profesionales y de promotores de torneos, principales perjudicados en este contexto de crisis, podría verse aliviado si finalmente se aprueba la tan traída y llevada Ley de Mecenazgo, promesa electoral del actual Ejecutivo y que parece haberse convertido en un tira y afloja entre el Misterio de Cultura, Educación y Deporte encabezado por José Ignacio Wert y el de Hacienda liderado por Cristóbal Montoro.
Pese a que el borrador del anteproyecto circula desde hace meses, la aprobación de la propuesta estrella del Ministerio de Cultura se sigue posponiendo. Primero se pasó de finales de 2012 a 2013 y ahora, en palabras del ministro Wert, ya se habla de que solo estará lista antes del final de la legislatura.
El fondo de la cuestión resulta obvio: en época de vacas flacas, Hacienda no quiere renunciar a un solo euro de recaudación. En un escenario de profunda crisis, este ministerio no está dispuesto a aumentar las desgravaciones y las deducciones por el dinero aportado por empresas y particulares a iniciativas de índole cultural, artística o deportiva, entornos ya afectados notablemente por la reciente subida de IVA. Y esta perspectiva no deja de ser un enfoque tremendamente cortoplacista; sin patrocinadores no hay recaudación, independientemente de la deducción que se ofrezca. Es así de sencillo.
Esa puerta en las narices con la que se les está dando a quienes están dispuestos a invertir dinero para promover iniciativas deportivas no parece ser congruente, por ejemplo, con el apoyo del Ejecutivo a la nueva tentativa olímpica de Madrid 2020. Cierto es que se trata de una candidatura austera y con un porcentaje muy alto de inversiones ya ejecutadas, pero el empujón de la Ley de Mecenazgo (reclamada por Alejandro Blanco, presidente del COE, desde hace meses) a las opciones olímpicas sería notable, igual que el alivio que notaría el erario público si se implicaran más inversores corporativos y particulares.
El anteproyecto de Ley de Mecenazgo sobre el que se trabaja se basa en el modelo francés, que incluye desgravaciones de hasta el 60% para empresas y 70% para personas físicas, e incluye fórmulas novedosas como el micromecenazgo para pequeñas donaciones, sin duda un refuerzo fundamental para ámbitos tan maltratados como el cultural, el artístico y el deportivo. Pero el Mexican stand-off tarantiniano que protagonizan Wert y Montoro sigue bloqueando esta iniciativa, fundamental para los sectores mencionados.
Mientras esto se resuelve, las cifras de retornos de inversión se enfangan y los promotores y jugadores lo tienen cada vez más difícil para convencer a los posibles patrocinadores. Y sin torneos en nuestro país, los profesionales españoles se ven obligados a buscarse las habichuelas allá donde se organice una prueba, ya sea en Asia, en los minicircuitos europeos o en alternativas poco lucrativas como el Alps Tour o el PGA Tour Latinoamérica.
Y en un deporte como el golf, cuyo desarrollo deportivo está tan vinculado al desarrollo económico y cuyo futuro pasa por el asentamiento de una nueva generación de jugadores entre la élite, cabría preguntarse si la RFEG no debería implicarse directamente en la puesta en marcha de otras iniciativas (o reforzar las existentes). Es comprensible que la RFEG mantenga cierta distancia y prefiera no privilegiar a unos promotores sobre otros a la hora de conceder ayudas para iniciativas profesionales, y también se entiende que haya límites presupuestarios para propuestas como el Programa Neo Pro, pero sería una lástima que un futuro “Rafa Nadal” del golf tuviera que abandonar este deporte porque no encuentra dónde competir. Y puede que eso ya esté sucediendo…
1 comentario a “La futura Ley de Mecenazgo, ¿salvavidas para el golf profesional?”
Totalmente de acuerdo contigo Óscar.
Ese ejemplo, de que sería una lástima que un futuro “Rafa Nadal” tuviera que abandonar su deporte por falta de apoyos, es equiparable a todos los jóvenes que actualmente son los más preparados pero aquí no encuentran un trabajo. Al fin y al cabo, es un reflejo más de la sociedad y el momento que vivimos.
El otro día leí que en Alemania alababan la alta formación de los nuestros que van allí en buscan de puestos de trabajo. Posiblemente, ahora mismo, en el Asian Tour estén flipando con el amateur Carlos Pigem, y que en España ningún «headhunter» le hubiera fichado ya para competir como Pro.
Se nos escapa el gran talento…
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