Nadie es ajeno a que Tiger Woods quiere ganar un grande por encima de cualquier otra cosa. Lo ha repetido cientos de veces en ruedas de prensa, entrevistas o al finalizar sus vueltas durante los últimos cinco años, desde que ganara el US Open de 2008: “Quiero superar a Jack”. Se trata de un jugador que no solo tiene claro cuáles son sus objetivos, sino que cuenta con el valor y la seguridad como para pronunciarlos y asumir la responsabilidad que conllevan. Sin embargo, todo esto no quiere decir que desconozca que el proceso es largo y el camino está lleno de dificultades.
El número uno del mundo ha llegado a Muirfield y se ha encontrado un campo duro y rápido, prácticamente quemado por un sol atípico en Escocia y un viento silencioso pero continuo. ¿Cómo ganar aquí?, habrá pensado. Pues a base de paciencia y control. Su primera vuelta en el Open Championship reflejó esta rara agresividad moderada, consistente en ir hoyo a hoyo evitando meterse en problemas y confiando en que su putter le sacará de apuros cuando más lo necesite. “Ha sido muy duro”, dijo ayer, tras enfrentarse al tramo más complejo del recorrido. La historia se ha repetido también el viernes.
Los operarios regaban con mangueras los greenes antes de que el primer partido del día saliera a competir. El objetivo no era dejarlos más blandos ni lentos, sino simplemente evitar una carnicería en los primeros compases del torneo. Tiger jugó en el turno de mañana y continuó con una estrategia estudiada hasta la extenuación, en la que el driver no existe y los golpes a green no buscan las banderas, sino las zonas más cómodas sobre las que moverse, donde se evitan los tres putts. En ciertos momentos parecía estar pasando por una vuelta anodina, sin destellos de grandeza o golpes imposibles, pero él no parecía preocupado; los objetivos en su cabeza era bien distintos. Era su enorme ambición conteniéndose a base de inteligencia, una furia controlada que solo se disipó en su último golpe del día. Woods embocó un birdie en el 18 y dibujó un arco en el aire con su putter que pareció cortar la clasificación en dos pedazos: los que serán capaces de aguantar y los que sucumbirán ante un recorrido granítico.
Ya es líder en casa club con un acumulado de menos dos (69 y 71 impactos), empatado con Henrik Stenson y un Lee Westwood que está pateando, como dijo hace un par de semanas, “con las manos de un niño”. “Va a ser más difícil a medida que avance el día”, declaró Tiger al finalizar. “Nuestros últimos cinco hoyos estaban quemados”. La misma impresión reflejó Westwood, que comentó: “Esta tarde solo me voy a sentar en el sofá y ver al resto sufrir. Vais a ver desastres, creedme”. Estos tres hombres respiran tranquilos con los deberes hechos, el corte ampliamente superado y conscientes de que el Open todavía no ha hecho sino comenzar. Martin Laird, con menos uno, es su más cercano perseguidor en casa club, mientras que Jordan Spieth, Darren Clarke, Charl Schwartzel, Webb Simpson y Francesco Molinari saben que también tendrán una oportunidad el fin de semana desde el mas uno.
Sergio García, algo tocado en su rodilla izquierda, terminó con 73 impactos y un acumulado de mas seis, esperando a que el corte se mueva desde el mas cinco actual. Peor suerte tuvo Álvaro Quirós, que firmó un 74 (mas nueve total) que le deja fuera del corte en Muirfield. Es imposible hacer predicciones al mismo ritmo que Muirfield muta bajo el viento y el sol, pero es seguro que cualquier hombre que ronde el par es un candidato a la victoria.
Ángel Cabrera Asian Tour Brandt Snedeker Dustin Johnson Eduardo de la Riva European Tour FedEx Cup FedEx Cup 2013 Francesco Molinari Gonzalo Fernández-Castaño Jordan Spieth Luke Donald Miguel Ángel Jiménez Muirfield Open Británico Open Championship Open Championship 2013 PGA Tour Phil Mickelson Race to Dubai Race to Dubai 2013 Rafa Cabrera-Bello Rory McIlroy Schweppes Sergio García Shiv Kapur Tiger Woods Todd Hamilton Zach Johnson
Deja un comentario