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La distancia crítica en el golf

Enrique Soto | 27 de agosto de 2013

El golf profesional se está llenando de números y estadísticas. Basta con echar un vistazo a la web del PGA Tour para comprobar que existen ciento trece parámetros distintos para cada jugador. Sí, ciento trece. Se miden todos los putts desde metro y medio a más de siete, los greenes en regulación desde cualquier distancia imaginable, la tendencia a fallar a un lado u otro de la calle… Todo. Los jugadores caminan tranquilos por el campo mientras un grupo de analistas les siguen con pequeños dispositivos capaces de calcular hasta el más ridículo de los detalles. ¿Sirve todo esto para algo? Bueno, quizá para derribar uno de los mitos más antiguos del golf: el juego corto puede no ser la respuesta a las victorias.

Sean Foley, el entrenador de Tiger Woods, es un gran seguidor de todas estas cifras, especialmente las que se interpretan por gente preparada. Mark Broadie, por ejemplo, es alguien a quien acude cuando le surge alguna duda. Este profesor de la Columbia Business School fue el encargado de perfeccionar la estadística que mide el rendimiento en los greenes, que antes se calculaba por número de putts y ahora, gracias a él, se llama “strokes gained putting” (golpes ganados pateando). Pero su trabajo no ha terminado ahí, ya que también ha estado trabajando en qué diferencia a los buenos golfistas de los mejores. ¿Su conclusión? Los que menos golpes necesitan son los más precisos entre 150 y 250 yardas (137 y 228 metros). Es lo primero de lo que se asegura Foley con sus alumnos: tienen que controlar bien estas distancias.

Esta teoría, sin embargo, no es del todo nueva. Alastair Cochran y John Stobbs escribieron a finales de los sesenta un libro titulado “Search for the perfect swing: The proven scientific approach to fundamentally improving your game” que defendía los mismos argumentos: en el PGA Tour, el nivel diferencial entre los profesionales era su habilidad con los hierros largos, y no precisamente porque si son capaces de pegar bien el hierro 3 lo harán también con el 9 (eso se presupone en todos). Como dice Broadie: “El juego largo determina el corto”.

Si se echa un vistazo a los números de los mejores pateadores esta temporada, no es difícil deducir que su mayor porcentaje de aciertos está por debajo de los cuatro metros. Es casi sentido común: ni el mejor del mundo en los greenes mete la mitad de sus intentos desde más de ocho metros, de hecho, la media de aciertos del circuito en esta distancia es de un diez por ciento. Con “strokes gained putting”, Broadie demostró que para ser un gran pateador no eran necesarias grandes hazañas ni una capacidad descomunal para leer el terreno, sino ser muy fiable a medida que los jugadores se acercaban al hoyo. ¿Cómo aprovecharse de esa confianza en las distancias cortas? Muy fácil: dejando la bola más cerca.

Hay varios ejemplos de esto en el pasado más reciente. Justin Rose ganó el US Open en Merion a pesar de ocupar el puesto 147º en “strokes gained putting” y, aquella semana, tampoco pateó especialmente bien, simplemente un poco por debajo de la media. El caso de Jason Dufner es casi más flagrante: ocupa el puesto 163º en la estadística, pero nadie se pudo acercar mínimamente a su despliegue con los hierros durante el PGA. Puede que, entre todos, Rory McIlroy sea el caso más representativo. Llegó al número uno del mundo, consiguió su segundo grande y fue capaz de recordarnos los tiempos en los que Tiger ganaba casi cada semana sin patear excesivamente bien. No tuvo días especialmente brillantes en los greenes; simplemente, dejaba su bola más cerca, desde cualquier distancia.

Para los aficionados, la teoría es la misma, pero el grado de dispersión es mucho mayor. El putt no es lo más importante para bajar hándicap, aunque si se necesitan tres golpes en cada green, la cosa cambia. Si todas las áreas del juego están más o menos equilibradas, un handicap medio debería trabajar tanto el juego largo como el corto, pero especialmente su capacidad para ser consistente. Si consigue dos putts en cada hoyo, la pregunta debería ser: ¿cuántos greenes en regulación ha cogido?

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