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La chica que no debería estar ahí

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Enrique Soto | 18 de marzo de 2013

Stacy Lewis debía ganar la RR Donnelley Founders Cup para ascender al número uno del Ranking Mundial. Cuatro golpes de desventaja frente a Ai Miyazato, que había fallado solo seis greenes en las tres jornadas disputadas y que, por encima de todo, no parecía contemplar el error como una posibilidad. Las 109 semanas de Yani Tseng en lo más alto estaban destinadas a prolongarse porque, en el golf, no hay nada más difícil que ganar cuando más se necesita. Faltaban 18 hoyos y Lewis tenía una pequeña oportunidad, un camino estrecho y llevo de curvas hasta la cima. ¿El resultado? Todavía huele a pólvora en el Wildfire Golf Club.

La nueva número uno del mundo atravesó el recorrido de Arizona disparando para birdie en cada uno de los greenes y tras los primeros nueve ya se encontraba con un menos cuatro en la tarjeta. Había recortado la diferencia con Miyazato en dos impactos y convertido esa pequeña oportunidad en algo más grande, que casi se podía tocar. Si la líder fallaba, todo estaría en sus manos. Llegaron entonces unos hoyos que fueron convirtiendo un torneo por golpes en un duelo a match play, donde tenían tanta importancia los propios aciertos como los errores de la contrincante. En una situación drásticamente distinta al resto de la semana, Miyazato falló con más descaro que nunca. Su segundo golpe en el 16 aterrizó en una zona injugable, desde la que tuvo que dropar y sacar la bola a green sin demasiadas esperanzas. Por primera vez en 69 hoyos, el campeonato tenía una nueva líder y el golf femenino una nueva referencia. Lewis, como número uno del mundo, firmó tres birdies en sus últimos cuatro hoyos.

Su 64 le dio un margen de victoria de tres golpes sobre Miyazato, seis sobre Stanford y siete sobre Korda, Sergas, Salas y Lee, convirtiéndose en la más contundente en lo que llevamos de temporada. La golfista que se tapó las orejas y dijo “la, la, la, la” cuando le preguntaron por el número uno del mundo jugó como si no tuviera otro objetivo en mente, haciendo buenas las palabras de Aristóteles cuando se refirió a que solo existía una fuerza motriz, y era el deseo. “Hace casi diez años me iban a operar para poner una vara y cinco tornillos en mi espalda”, comentó Lewis, que sufrió escoliosis de pequeña. “Realmente no debía estar aquí. No lo sé, no podría haber soñado que la chica que llevaba un corsé para la espalda 18 horas al día es ahora la número uno del mundo”. No solo demostró que era capaz, sino que lo hizo a través de una virtud que infunde miedo en las rivales: vencer en el momento adecuado.

Veinticuatro horas antes, en el mismo hoyo en que Miyazato perdió el torneo, Lewis fue penalizada con dos golpes después de que su caddie comprobara cuánta arena había en el bunker. Lo primero que hizo tras embocar el putt que le daba la victoria, fue señalarle y decir: “Esto va para ti”. Ha sido una semana perfecta para la jugadora de Texas, que ahora ya no podrá taparse las oídos cuando le hablen de rankings, victorias o le pregunten sobre el estado actual del golf. El deporte ni empieza ni acaba, solo continúa, y la presión que cargaba Yani Tseng desde hace tanto tiempo ahora pasa a sus hombros, liberando los de una jugadora quemada por el “lugar más solitario del mundo”. El tiempo dictará si este cambio es momentáneo o si de verdad Stacy está preparada para imponer un dominio como el de Ochoa o Sorenstam. Sí que cuenta con una gasolina esencial para conseguirlo: la humildad. Al terminar la rueda de prensa, se acercó Louise Suggs, Marilynn Smith y Sherley Spork, pioneras del LPGA Tour, y les dijo: “Lo que hicisteis vosotras es mucho más complicado que cualquier cosa que yo haga ahora mismo”.

Belén Mozo fue la mejor española del torneo, finalizando en 33ª posición con menos diez. Azahara y Beatriz lo hicieron dos puestos más atrás, con menos nueve, en una prueba en la que, por primera vez este año, ninguna se encontraba con opciones de victoria.

Resultados completos