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Zona Pro

Kiawah Island noquea a los españoles

Óscar Díaz | 11 de agosto de 2012

Pese a las condiciones cambiantes y a la incertidumbre generada por el viento durante la segunda vuelta del PGA Championship, todos los participantes tenían claro algo: la cuestión no era si Kiawah Island te iba a golpear, sino cuándo, dónde y con qué fuerza. Y a los españoles los golpeó en repetidas ocasiones y con contundencia…

Gonzalo Fernández-Castaño fue de los primeros que tuvo que enfrentarse a esta bestia atlántica que ayer provocó una media superior a los 78 golpes y solo permitió cuatro vueltas bajo par (Mickelson, Singh, Woods y Poulter). El madrileño no tardó en darse cuenta que le iba a costar defender su renta.

“Al salir por el 10, empezamos los cuatro primeros hoyos con el viento en contra, algo que nunca benéfica. Pero si empiezas desde el 1, al menos tienes los primeros cuatro hoyos con un poco de viento a favor. Aunque eso no me ha ayudado”.

“El campo está muy largo y siempre quieres tener la opción de coger el green con dos golpes en los pares 5. Aunque los greenes no son grandes, tienen muchas áreas de escapatoria y leer los putts con el viento no es nada fácil”.

Aun así, y aunque su comienzo fue atropellado (cuatro bogeys y un birdie en los cinco primeros hoyos), el madrileño consiguió recuperar el control de su vuelta y, planteándose miniobjetivos, llegaba al hoyo 6, el decimoquinto de su vuelta, con un aseado +2. Sin embargo, Fernández-Castaño sufría las iras del Ocean Course en los cuatro últimos hoyos y terminaba con un duro +6 que, pese a todo, al final del día solo le hacía perder trece posiciones.

Con +1 en el acumulado y a cinco golpes de la cabeza, el madrileño tiene todas las opciones para luchar el fin de semana y seguir aspirando a esa plaza en la Ryder Cup que tantos desvelos le ha provocado.

Miguel Ángel Jiménez, sin embargo, encajó el primer guantazo (y qué guantazo) en el tercer hoyo. El hoyo 3, un par 4 relativamente corto pero con un área de escape traidora en el fondo de green, debió de traerle a la memoria aquel maldito par 3 del U.S. Open 2004 de Shinnecock Hills del que salió con un séxtuple bogey. En esta ocasión “solo” fue un cuádruple bogey que le colocaba con +5 en tres hoyos… justo el resultado con el que acabó la vuelta después de dar una auténtica exhibición de juego el resto de los hoyos. El de Churriana ya habrá racionalizado el error y se habrá quedado con su reacción posterior en las peores condiciones posibles. Al fin y al cabo, está a seis golpes del liderato en la vigésimo cuarta plaza y de nuevo vuelve a ser la baza más segura del golf español, pese a que, sobre el papel, la longitud de Kiawah Island debería ser su kriptonita particular.

Fuera del fin de semana de este PGA Championship inmisericorde también se ha quedado Sergio García (que también cayó en la trampa del hoyo 3 y salió de allí con un triple bogey), pese a los denodados esfuerzos del jugador de Borriol por meterse en el corte. Le faltó un solo golpe y ahora tendrá que contemplar qué tal le va a Ian Poulter durante el fin de semana, su principal amenaza de cara a entrar en el equipo europeo de la Ryder.

Por detrás, Rafa Cabrera-Bello seguramente sufriera uno de los finales más crueles de los muchos que se vieron ayer en el recorrido de Pete Dye. Llegaba al hoyo 14 con +3 en el día y +2 en el acumulado, y terminaba con una terrible racha de bogey-doble bogey-doble bogey-bogey en sus cuatro últimos hoyos. Otra dolorosa lección para el grancanario, después del golpe encajado en la tercera vuelta del Bridgestone Invitational la semana pasada, una lección que lleva aparejada la pérdida de las opciones que tenía para clasificarse directamente para la Ryder Cup.

Y por último, Pablo Larrazábal, Álvaro Quirós y José María Olazábal también superaron los 80 golpes y quedaron lejos de la línea virtual del corte. Y aunque a estas alturas hay que dar pocas explicaciones para contextualizar la dureza del torneo, asombra que Larrazábal ganara ocho plazas en la clasificación pese a entregar un +8 en el día.

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