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Zona Pro

Inbee Park, la reina tranquila

Enrique Soto | 09 de marzo de 2014

En cualquiera de los tres grandes que ganó la pasada campaña, la progresión de Inbee Park a lo largo de una vuelta solía ser la misma. Unos greenes diabólicamente vertiginosos la esperaban delante de un putt de tres o cinco metros y, mientras el resto de sus rivales metían alguno de vez en cuando (o necesitaban de tres impactos), la número uno del mundo se aproximaba a su bola, la embocaba y caminaba hacia la siguiente prueba. Ese proceso, aparentemente sencillo y metódico, le llevaba a firmar vueltas por debajo de los setenta golpes con una facilidad inusitada. En su rostro no se movía un solo músculo.

Más impresionante aún que esa renta constante a lo largo de sus mejores días en el campo era lo que ocurría cuando fallaba: en su rostro seguía sin apreciarse movimiento alguno. Para ella no había diferencias entre que la bola entrara o no, al menos desde fuera. “Soy muy buena en olvidarme del golf cuando no estoy entrenando”, dijo una vez. Y esa estabilidad emocional le ayudaba sobremanera en los momentos de mayor tensión: cuando Inbee afrontaba un putt delicado para par en alguno de los últimos hoyos del campeonato mantenía siempre las mismas formas, esa manera de afrontar la competición como quien se calienta el café por las mañanas.

Ayer, en China, en un evento que dominaba claramente su principal rival en el Rolex Ranking, entregó una tarjeta de 62 golpes que incluyó once birdies y ni un solo bogey. Ya pueden imaginarlo: ni cogió todos los greenes ni dejó su bola tan cerca de bandera en cada uno de esos hoyos. El patrón volvió a repetirse: lectura, práctica y movimiento; Park salía del hoyo con otro birdie. Y así alcanzó a una líder tan sólida que parecía haber cerrado el torneo en cincuenta y cuatro hoyos, alcanzando un acumulado de menos diecinueve cuando el año anterior había ganador con menos dieciocho.

Poco se puede reprochar Suzann Pettersen sobre su rendimiento esta semana en el World Ladies Championship. Superó la marca que había fijado hace doce meses, interpretando la misma sinfonía de hierros y maderas que le llevaron a triunfar en el Evian Championship, siguiendo una estrategia que potenciaba los puntos fuertes de su juego. Pero hoy salió a jugar con Inbee, y es muy probable que la desesperación arrugara su rostro en múltiples ocasiones.

Tras solo dos hoyos, la número uno del mundo ya se había situado dos por delante. Ni siquiera en el tres, cuando firmó su primer bogey, la noruega consiguió reducir esa ventaja, ya que también erró. Y ahí prácticamente se terminó el torneo para ella, ya que la surcoreana iba a sacar a relucir de nuevo esa tranquilidad que le ha llevado a ser actualmente la reina del golf femenino. Seis aciertos más a lo largo de la jornada, en esos putts que convierten los hoyos en aspiradoras, la dejaron en lo más alto al final del torneo. Suzann, impotente, vio como lo que se antojaba un duelo frenético entre la número uno y la número dos se escurría entre sus manos hasta quedarse a cinco golpes. 67 para Park. 72 para Pettersen.

La reina tranquila dio un golpe encima de la mesa jugando a lo mismo que durante los primeros meses de 2013 y, si alguno pudimos pensar que esa ambición desmesurada se vería reducida esta campaña, demostró que estábamos equivocados. Ahí va el primero del curso, con los mismos patrones, el mismo andar sereno.

Patricia Sanz finalizó cuadragésimo segunda con más seis, mientras que Corea del Sur se impuso en la clasificación por equipos con nada menos que nueve impactos de ventaja frente a China, catorce sobre Tailandia. Inbee sigue sonriendo.

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