Las contendientes en el tercer grande del año reconocieron que la USGA había sido “generosa” con su preparación del campo durante la primera jornada. Varios tees adelantados y unas banderas alejadas de los bordes de los greenes habían servido para que se alcanzaran vueltas de menos cuatro o menos cinco, y muchas se miraban entre sí como diciendo: “Esto no parece un US Open”. Todo era cuestión de esperar. Al segundo día, el viento comenzó a tomar protagonismo y el Senoback Golf Club se volvió más largo, más duro desde que cualquier parte de la calle. La media de golpes subió como la espuma.
Sirva como ejemplo la trayectoria de Ha-Neul Kim, que durante el primer día no cometió ni un solo bogey y consiguió firmar seis birdies. Entre que terminara esa vuelta y afrontara la segunda no habían pasado ni veinticuatro horas, pero lo que fueron pares y buenos golpes a green pasaron a convertirse en bogeys y doble bogeys para la surcoreana. 66 el jueves, 77 el viernes. Repasando la clasificación, era difícil encontrarse con vueltas bajo par en el turno de mañana y todo parecía indicar que la tarde sería todavía más peligrosa, más incierta. Una fuerte niebla se estaba levantando en Southampton y ni siquiera muchas de las que estaban sufriendo por el campo conseguirían finalizar la segunda jornada.
Y entonces llegó su turno. La mejor jugadora del mundo salió al escenario e interpretó uno de los números a los que más nos está acostumbrando. Trece calles, catorce greenes y veintiocho putts después, Inbee Park finalizaba la segunda jornada con 68 golpes. Paula Creamer se había ido hasta los 73, Catriona Matthew hasta los 75, Salas hasta los 72… mientras todas sufrían para mantenerse alrededor del par, ella le recortaba cuatro golpes en otro acto de creación inconsciente. No parece saber cuántos golpes lleva a mitad de vuelta ni que lo que está en juego esta semana va más allá de otro torneo en sus vitrinas; sería su tercer grande seguido y un hueco en los libros de historia. A Inbee todo lo que sucede alrededor le parece importar bien poco. Sale ahí fuera, hace lo que sabe hacer y los hoyos comienzan a aspirar sus putts.
Su último putt cayó en el agujero acompañado de una intensa niebla que obligó a suspender la competición, como si el clima no quisiera saber nada del torneo una vez que ella terminara su vuelta. Dos golpes le separan ya de su más cercana perseguidora, la también surcoreana I.K. Kim, que consiguió finalizar con 69 impactos. A pesar del gigante al que deberá plantar cara, no convendría perderla de vista durante los dos próximos días ya que en sus últimos diez grandes cuentan con seis top 10, incluyendo aquel fatídico segundo puesto en el Kraft Nabisco de 2012; aquel putt de medio metro para ganar que todavía está pendiente de caer.
Lizette Salas es tercera con menos cuatro, empatada con Jodi Ewart Shadoff, que todavía tiene que jugar tres hoyos más. Angela Stanford y Jessica Korda son quintas con menos tres; So Yeon Ryu y Anna Nordqvist séptimas con menos dos y Caroline Hedwall se mantiene con menos uno en el hoyo 15. No queda nadie más bajo par. Azahara Muñoz firmó un 74 que la sitúa trigésimo segunda con mas tres y Carlota Ciganda marcha con mas cuatro con tres hoyos pendientes y un objetivo clarísimo: pasar el corte situado en mas seis. Beatriz Recari rompió una enorme racha de consistencia esta semana finalizando en mas ocho (vueltas de 81 y 71 golpes), mientras que Belén Mozo llegó hasta el mas doce.
“Cuando empiezas un US Open, realmente no puedes saber con qué resultado vas a terminar”. Son palabras de I.K. Kim, antes de salir mañana con la número uno del mundo. Puede que tenga razón y los peligros que acechan en este tipo de campos sean imprevisibles, pero una semana mas, Inbee aparece en un torneo para poner cierto orden en mitad del caos. Un claro en mitad de la niebla.
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