No está muy claro cuándo pasó la Ryder Cup de ser un apacible evento con aire de exhibición a constituir una de las rivalidades más memorables del deporte. Muchos sitúan la fecha clave en 1991, en Kiawah Island. A la tensión reinante por la primera Guerra del Golfo se unió la creciente electricidad que se palpaba entre Seve Ballesteros y Paul Azinger, que ya se las habían tenido tiesas en la edición de 1989. El resultado fue un torneo dramático, con partidos inolvidables, no pocas lágrimas y uno de los ‘putts’ fallados más célebres de la historia, el de Bernhard Langer que dio la victoria a Estados Unidos.
Tiger Woods logró dos de sus ‘majors’ en el Medinah Golf and Country Club de Illinois. Éste es el campo en el que un joven Sergio García dibujó aquel golpe imposible pegado a un árbol en el PGA Championship de 1999. Este fin de semana no intimidará tanto como entonces. Para favorecer los intereses del bando estadounidense, su capitán Davis Love III ha procurado que las calles sean más anchas, el ‘rough’ menos amenazador y los ‘greens’ lo más rápidos posibles. El típico hábitat de un torneo regular del PGA Tour, que tampoco debería resultar un inconveniente insalvable para los europeos.
Medinah es un recorrido muy largo (supera con creces las 7.600 yardas), y la teoría nos dicta que, como no se penalizan las salidas erráticas en demasía, los bombarderos se encontrarán en franca ventaja. En la Ryder Cup, sin embargo, esas presunciones gozan de importancia relativa, ya que la película vuelve a comenzar en cada hoyo y un ‘eagle’ estratosférico sólo sirve para anotarse un punto. O ninguno.
Los jugadores tendrán que hacer frente a varios pares 3 complejos (el dos y el diecisiete darán mucho juego), algunos pares 4 muy largos (el seis mide 509 yardas, el dieciséis 482) y también algún par 5 interminable (el catorce con sus 609 yardas es un buen ejemplo). Pero el recorrido también ofrecerá jugosos caramelos, como un par 4, el hoyo quince, que podrá alcanzarse desde el ‘tee’ cuando los oficiales del campo adelanten las barras de salida. El problema radica en el obstáculo de agua que bordea la zona de aterrizaje, que provocará muchas volteretas en el marcador cuando los partidos lleguen a este punto. Puro match-play, vamos.
Dos equipos de doce jugadores disputarán 28 partidos en tres días. Cuatro parejas por cada equipo comenzarán el viernes por la mañana con los ‘foursomes’, en los que cada componente del dúo golpea la bola de forma alterna. Por la tarde se disputarán otros cuatro choques en modalidad ‘fourball’, en la que los jugadores juegan cada hoyo por separado y contabilizan en su tarjeta el mejor resultado de cada pareja. El sábado se repetirá el mismo orden de juego que el viernes.
Cabe destacar que en las primeras dos jornadas sólo hay sitio para 16 jugadores en cada una de ellas, por lo que la mayoría sólo participará por la mañana o por la tarde. Unos pocos repetirán y tendrán que completar dos vueltas en un sólo día. No habrá posibilidad de esconderse el domingo, cuando doce partidos individuales decidirán la suerte del torneo. Para entonces, alguno de los protagonistas habrá jugado cinco choques, el máximo posible. Y lo más normal es que nadie haya disputado menos de tres.
Davis Love III y Txema Olazábal pueden escoger entre todo tipo de talentos a la hora de confeccionar sus parejas. Aunque un profano pueda tener la tentación de despreciar la labor de un seleccionador en un deporte tan individualista, una mala planificación del torneo puede arruinar las opciones de cada equipo. Además de la multitud de detalles que han de tener en cuenta, los dos capitanes han de tratar de anticipar las intenciones del rival, que siempre puede buscar la sorpresa con un emparejamiento inesperado.
La gestión de los egos también puede representar un problema, aunque de puertas hacia fuera los componentes de ambos equipos siempre ofrecerán muestras de camaradería. Algunos jugadores esperan tener la potestad de decidir si juegan los cinco partidos: el ejemplo de Tiger Woods es obvio y pertinente, en este caso. El californiano no tiene un buen récord en la Ryder Cup, y la cifras sugieren que aquellos que juegan todas las rondas de viernes y sábado por parejas llegan agotados al domingo, donde no consiguen grandes resultados en los partidos individuales. ¿Le convencerá Love III a Woods de que quizá es mejor para todos que se tome un respiro en algún momento del fin de semana? Probablemente sería lo más conveniente para el combinado estadounidense, pero no lo tomen por seguro.
Estados Unidos (1,61) es lógico favorito en Betfair para esta edición de la Ryder Cup. Con tanto talento vistiendo cada uno de los dos colores, el factor campo desequilibra el mercado. Sin embargo, el estrechísimo margen por el que se han resuelto las últimas ediciones provoca que haya varias opciones muy tentadoras para apostar. El empate (611) haría que Europa retenga la copa, y no es una perspectiva descabellada en absoluto. Más interesante todavía es la alternativa de sumar un hándicap de 1,5 puntos al marcador final del bando europeo, a cuota 1,9.
Betfair se ha volcado con la Ryder Cup, y ha puesto a disposición de sus usuarios multitud de mercados, algunos de los cuales estarán disponibles en vivo mientras la acción se produce. Especialmente intrigante resulta intentar averiguar qué jugador de cada bando conseguirá más puntos.
En condiciones normales esos jugadores saldrán de entre los que disputen más partidos. Dos parejas europeas, las que forman McIlroy-McDowell y Rose-Poulter, tienen el talento, las horas de vuelo y la compenetración necesarias como para que a Olazábal le sobrevenga la tentación de exprimirlos al máximo. De entre ellos, Ian Poulter y Graeme McDowell son conocidos por ser dos reputados animales match-play, que bien podrían amasar una respetable cantidad de puntos cada uno.
En el bando americano, uno de los temas de conversación de la semana entre los jugadores es lo rápido que se ha adaptado Bubba Watson a Medinah. El jovial ganador del Masters de Augusta rayó a extraordinario nivel en la Presidents Cup del pasado año, donde formó una pareja pétrea con Webb Simpson.
Europa +1.5 puntos a cuota 1,9.
Ian Poulter mejor europeo a cuota 9.
Bubba Watson mejor estadounidense a cuota 10.
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