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Zona Pro

Ganar como una rutina

Enrique Soto | 07 de julio de 2013

Ganar es un hábito y solo exponiéndose constantemente a la presión de los domingos por la tarde llegan las victorias, en un ejercicio de insistencia y regularidad. Es igual para todos. Desde aquel que busca la primera hasta el que su palmarés ocupa varias páginas de los libros de historia. El proceso es el mismo, ganar es también una rutina. Bien lo sabe Graeme McDowell, que durante los últimos años ha pasado por etapas en las que todo parecía fluir en su juego: dos triunfos en 2008, cuatro en 2010 y ahora tres en 2013. En ciertos puntos de su carrera, los ataques de G-Mac se han sucedido uno tras otro.

Es la razón por la que muchos de los jugadores que finalizan en segunda posición o que, simplemente, han afrontado con opciones los últimos hoyos de un campeonato, sacan conclusiones positivas, a pesar de tener todavía que esperar su turno. Ganar también es una abarrotada sala de espera. Es el caso de Richard Sterne, segundo clasificado en el Abierto de Francia, o el de Graeme Storm, tercero y sin victorias desde el año 2007. También el de Eduardo de la Riva, que busca la primera a base de llamar insistentemente a las puertas, mostrando una vez más sus credenciales.

Todos ellos partieron con opciones en la última jornada disputada en Le Golf National pero ninguno tuvo nunca una opción real de llevarse este campeonato. Y es que McDowell sabía perfectamente lo que tenía que hacer, justo lo que llevaba repitiendo los tres días anteriores: minimizar los fallos, arriesgar lo justo y mostrarse impertérrito de tee a green. Como está acostumbrado a habitar en la presión que infunden los triunfos, llevó a cabo a la perfección el mismo plan de ataque. Un bogey por día y varios birdies para recortar golpes a un campo que será la sede de la Ryder Cup, pero que tampoco desmerecería al de un imposible US Open en París. Ganar es también cuestión de garra, y G-Mac lo hizo con una superioridad aplastante. Cuatro golpes de ventaja frente a Sterne gracias a la mejor vuelta del domingo, 67 impactos.

Y así, un torneo que parecía ir encaminado a una lucha atroz en sus últimos cuatro hoyos se convirtió en un paseo para un hombre en busca de su segundo major, ya que detrás de una meta siempre hay otra en el horizonte. Él emprenderá su conquista bien asentado en el top 10 del Ranking Mundial (podría ascender hasta la sexta posición mañana) y en la segunda posición de la Race to Dubai, a un suspiro del líder Justin Rose. No parece llegar el momento en el que este norirlandés vaya a relajarse, ya que para ganar es también necesario engañarse de vez en cuando; repetirse que uno va perdiendo cuando los triunfos se suceden o que va a conseguirlo cuando todo parece indicar lo contrario.

En este último momento se encuentra Eduardo de la Riva, tercer clasificado en el Abierto de Francia con un acumulado de menos cuatro. Un hombre que partía con una tarjeta muy limitada hace unos meses, cuando se metió en las grandes ligas a través de la Escuela de Clasificación del Circuito Europeo, ha ido sumando méritos como quien entrega buenos exámenes en la universidad. Segundo en Sudáfrica, séptimo en Austria y ahora un salto cualitativo en París, con los mejores en su clase. El premio es una tarjeta asegurada para 2014, pero quizá lo más valioso que haya sacado hoy es la certeza de no saberse inferior a nadie, capaz de triunfar donde y cuando sea.

Jorge Campillo finalizó decimoctavo con mas uno, también en el mismo proceso que Eduardo. Rafael Cabrera-Bello fue vigésimo noveno, Alejandro Cañizares cuadragésimo segundo, Miguel Ángel Jiménez quincuagésimo octavo e Ignacio Garrido quincuagésimo noveno.

Ganar, evidentemente, es una tarea ardua y compleja y no son muchos los que consiguen aprender todos sus secretos y matices. Ya lo dijo Valero Rivera hace unos años: “Si solo piensas en ganar, es más fácil que pierdas”. G-Mac es uno de los pocos hombres que, en el mundo del golf, ha demostrado dominar este raro lenguaje.

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