La historia del golf está repleta de maravillosas anécdotas que muchas veces trascienden lo deportivo y penetran en otros terrenos aparentemente ajenos a nuestra querida afición. Mi intención en esta serie de artículos es recuperar estas historias e ir conformando poco a poco una interesante recopilación que sirva para demostrar que el golf está mucho más arraigado de lo que creemos en la realidad diaria.
Y qué mejor lugar para compilar estas historias que el lugar que da título a esta sección. Los gabinetes de curiosidades, o cuartos de maravillas, servían para albergar todo tipo de objetos peculiares que se recogían en las misiones de exploración, y que fueron el antecedente directo de los museos de ciencias naturales, los museos arqueológicos y los jardines botánicos. Espero que la visita a este gabinete os resulte grata y que las “maravillas” que alberga sirvan para que veáis el golf con otros ojos… y también para que os ganéis unas cuantas cervezas en la casa club cuando llegue la hora de contar batallitas interesantes.
No, no tiene que ver con el tonelaje de Tim Herron, que juega la bola Titleist ProV1x. Moby Dick es la obra maestra de Herman Melville y cuenta la búsqueda obsesiva y autodestructiva de una ballena blanca (en realidad, un cachalote) por parte del sombrío capitán Ahab. Ismael, el narrador, nos relata cómo es la vida en el buque ballenero Pequod y no escatima detalles a la hora de describir las costumbres de su maníaco capitán y de sus compañeros de fatigas.
Melville, el autor, conocía de primera mano cómo era la vida en un ballenero porque había pasado dieciocho meses embarcado en una expedición por los mares del Sur, en los que se vio obligado a abandonar el barco, pasó un tiempo entre caníbales, participó en un motín y huyó de una cárcel de Tahití.
¿Y sabéis cómo se llamaba el ballenero en el que estuvo embarcado Herman Melville?
Nada más y nada menos que Acushnet, que es el nombre de la empresa que comercializa algunas de las marcas más importantes de la industria del golf: Titleist, Foot-Joy y Pinnacle. La relación, por supuesto, es casual y hasta cierto punto lógica, ya que la empresa Acushnet, igual que el ballenero, tomó su nombre de la población de Massachusetts en la que sus fundadores abrieron el negocio, pero las coincidencias no acaban aquí. Poco después de su fundación, la empresa Acushnet se trasladó a New Bedford, también en Massachusetts, que fue durante el siglo XIX uno de los puertos balleneros más importantes del mundo. Curiosamente, la acción de Moby Dick comienza en esta población, que también es la base de operaciones del ballenero Pequod, el barco del capitán Ahab.
La sede actual de Acushnet se encuentra en Fairhaven, Massachusetts, otra población con antecedentes balleneros y a Wally Uhlein, presidente y consejero delegado de Titleist, le gusta bromear con la historia de la región. “Tenemos la pierna del capitán Ahab en la nevera”, suele decir, y si existiese no sería de extrañar, dado el arraigo que tienen Titleist y Acushnet en la zona.
Pese a que a lo largo de su prolífica carrera Einstein abordó cuestiones físicas relacionadas con la capilaridad (su primer artículo publicado tenía que ver con la capilaridad en las pajitas para beber, toma ya), la mecánica de fluidos o la sustentación que podrían aplicarse a distintos aspectos del golf, la relación de Albert Einstein con este deporte es bastante más anecdótica.
Tras enunciar la teoría de la relatividad, Einstein predijo que el campo gravitatorio solar desviaría la luz de las estrellas y para corroborarlo habría que esperar a que se produjese un eclipse solar. Las estrellas que figuran cerca del sol quedarían a la vista durante el eclipse y podría comprobarse que la gravedad del sol desviaba su haz de luz si su posición variaba ligeramente. Después de numerosos cálculos, Einstein indicó que la desviación de su luz sería de 1,75 segundos de arco.
Con el fin de confirmarlo se organizaron tres expediciones, dos a Brasil y una a África, para tomar tres conjuntos de fotografías la noche del eclipse del 29 de mayo de 1919. Pese a la disparidad de los datos obtenidos, la desviación media obtenida fue de 1,61 y sir Arthur Eddington, jefe científico de la expedición, consideró confirmada la teoría.
En noviembre de 1919, la Real Sociedad Astronómica de Londres anunció que iba a tener lugar una sesión extraordinaria en la que se expondrían los resultados de la expedición y se certificaría la exactitud de la teoría de la relatividad.
Como era de esperar, la sesión suscitó una expectación inusitada y el periódico New York Times decidió enviar a uno de sus corresponsales en Londres… Henry Crouch, especializado en la cobertura de torneos golfísticos.
Huelga decir que Henry Crouch se enteró de bien poco. Pese a todo, demostró su raza de reportero corajudo (aunque desinformado e imprudente) y envío por cable a Nueva York un reportaje que tuvo una repercusión espectacular al otro lado del charco, que convirtió en una auténtica celebridad a Albert Einstein y que contribuyó a cimentar la fama de “ladrillo exclusivo para sabios” de la teoría de la relatividad. Aquí tenéis la imagen del titular y mi traducción:
LA LUZ SE DESVÍA EN EL CIELO.
Los hombres de ciencia, más o menos entusiasmados por los resultados de las observaciones del eclipse.
TRIUNFA LA TEORÍA DE EINSTEIN.
Las estrellas no están donde parecía ni donde se calculaba que estaban, pero no hay de qué preocuparse.
Y de este modo un anónimo reportero golfístico consiguió que Albert Einstein se convirtiera en el centro de todas las miradas, académicas y legas, lo que inició la cadena de acontecimientos que desembocó en la emigración posterior del sabio judío a EE. UU.
Y aquí finaliza la primera visita a nuestro gabinete de curiosidades. Como la entrada es libre, espero que os haya interesado lo suficiente como para que volvamos a vernos pronto en sus salas. En la próxima entrega os contaremos qué tienen que ver las alfombrillas de las canchas de prácticas con la política estadounidense, y qué relación hay entre H. G. Wells, el autor de La máquina del tiempo y La guerra de los mundos, la productora cinematográfica Ealing y el golf.
Por supuesto, aceptamos sugerencias y pistas sobre temas que consideréis interesantes. Dejadlas en los comentarios de este artículo o escribidnos a las direcciones que encontraréis en la página de contacto.
8 comentarios a “Gabinete de curiosidades”
Interesante y ameno, si señor. Gracias Old
Enhorabuena por el artículo! La mar de interesante! Ya estás tardando con la segunda entrega!! 🙂
Fantástico artículo!
Deseando saber el tema de las alfombrillas de prácticas!
Un abrazo y felicidades por la página! 😉
Ahora tienes que poner de donde viene «titleist» y como se debería pronunciar. Que no está claro.
La Wikipedia dice que viene de «titlist» (es decir, el que consigue un título, igual que medalist es quien consigue una medalla), y si es así debería pronunciarse (maomenos) «taitelist» (la segunda t arrastrada en plan estadounidense).
Aquí tienes un enlace sobre la pronunciación:
http://www.merriam-webster.com/cgi-bin/audio.pl?titlis01=titlist
🙂
jajaja, bebemos de las mismas fuentes.
Tambien hay un hilo interesante sobre pronunciaciones de nombres de marcas en http://www.golfwrx.com. Lo interesante es que ni hablando el mismo idioma ellos se ponen de acuerdo.
Pero para salir de dudas, lo mejor es escuchar las pronunciaciones en los «comercials», que tratándose de nombres, son las propias marcas las que sabrán cómo quieren ser apelados.
Muy bueno!
En Sanlúcar las llaman Finley, como la tónica. «Se me ha ido la bola al agua, y era de las buenas, compare, una finley…»
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