Graeme McDowell visitó Oak Hill por primera vez hace una semana, antes de la disputa del Bridgestone Invitational. Ayer jugó su primera vuelta de prácticas junto antes del PGA Championship junto a Darren Clarke, y los cambios fueron significativos. “Es mucho más duro”, declaró. El norirlandés dio algunas claves para triunfar en este recorrido, en el que buscará su segundo grande.
“El rough ha crecido mucho, tanto el semi rough como el primer corte son más altos que hace una semana. Es una gran preparación, ya que las calles y los greenes están duros”, comentó el número ocho del mundo. “Hay que coger calles esta semana y el que consiga más greenes en regulación probablemente va a ganar, o al menos terminar muy cerca. Pero es muy complicado alrededor de green y mientras que jugadores como Mickelson pueden lidiar con ello, es demasiado difícil para el resto. Hay que ser inteligente y dejar la bola en los lugares adecuados. Recuperar y aprovechar las oportunidad que te da este campo”.
Según lo ha descrito G-Mac, Oak Hill exigirá unos requisitos que él controla a la perfección, o al menos así lo ha demostrado hacer este año, en el que ha ganado en tres ocasiones. Sin embargo, todavía no ha conseguido destacar en las grandes citas y eso le hace partir desde la segunda línea de favoritos. “Probablemente haya estado tan relajado como ahora, pero creo firmemente que puedo tener una oportunidad esta semana”, continuó. “Creo que estoy en buena forma. He estado trabajando con mi entrenador, repasando la técnica, confiando en lo que estoy haciendo, y creo que no he dado todavía lo mejor de mí mismo en los últimos tres meses”.
Y si McDowell hizo un repaso a lo que podría ser importante para destacar en este campo, Adam Scott lo hizo sobre cómo ha cambiado sus miras el haber ganado el último Masters. “Mi confianza sigue creciendo”, comentó en rueda de prensa. “Creí que estaba jugando bien antes de Augusta, y durante los últimos dos años. Construí la mentalidad necesaria para ser el ganador de un grande, y no importaba que por entonces no lo fuera. No afectaba a la forma en que jugaba. A veces es necesario engañarse un poco”.
Estas pequeñas mentiras le han llevado seis top 10 en las grandes citas durante los últimos tres años. El último de ellos llegó en Muirfield, hace un par de semanas. “Solo quiero que mi juego siga en la misma dirección”, continuó. “Está mejorando, como demostré con un buen resultado en el Open (tercero), lo cual es importante, porque no quería que después de ganar el Masters las expectativas se dispararan y comenzara a jugar mal. Hay que seguir intentándolo, y me he esforzado mucho en pensar así este año para llegar aquí y sentir que tengo una oportunidad tan buena como cualquier otro”.
Tiger Woods fue, como siempre, el que acaparó más atención en los prolegómenos del torneo. En una de sus primeras declaraciones ya dejó la idea que prevalecería durante todas las preguntas que respondió: “Parece ser que el decimoquinto grande es el más difícil de ganar”. En 2005, cuando ni siquiera tenía treinta años, Woods ganó su noveno y décimo grande. En 2008 ganó el decimocuarto con 32 años, a pesar de una grave lesión en la rodilla. Ahora, con 37, todavía anda en la búsqueda del siguiente. “He tenido mis oportunidades de ganar”, continuó. “Ha habido ocasiones en los últimos nueve del domingo durante estos cinco años y todavía no lo he conseguido. La clave es seguir produciendo esas oportunidades y, en algún momento, comenzar a aprovecharlas”.
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